Lucrecia Borgia, la hija del Papa

Mucho se ha escrito sobre Lucrecia Borgia, la carismática hija del papa Alejandro VI: desde víctima vestal hasta reina de las putas, su figura ha nutrido la imaginación de literatos e historiadores desde el siglo XVI hasta la actualidad. Dario Fo, dramaturgo y Premio Nobel de Literatura, también ha querido rendir su particularísimo homenaje a la pequeña Borgia a través de un libro que explora las intrigas de la corte más corrupta del Renacimiento.

Se abre el telón, y aparecen los tres miembros de la familia Borgia a las puertas del Vaticano: el brillante y lujurioso Papa Alejandro VI y sus dos terribles hijos, César y Lucrecia. Alrededor de ellos, como en un juego de máscaras, multitud de personajes entran y salen de escena guiados por las hábiles manos del prelado. Lucrecia, enredada en sus hilos, forcejea por escapar de la maraña y no hace sino anudarse cada vez más. Y éste es, grosso modo, el escenario que nos presenta Dario Fo en su nueva novela histórica “Lucrecia Borgia, la hija del Papa”, publicada este año por la editorial Siruela.

Oda a la fémina

Cinco siglos después de su muerte, Lucrecia Borgia ha encontrado en Dario Fo su más ardiente defensor. Esta mujer de rostro delicado, ojos castaños y ondulados cabellos carga sobre sus espaldas una reputación más que negra: envenenadora, asesina, intrigante, incestuosa y un largo etcétera de epítetos que han encumbrado a la joven al panteón de los villanos. “Yo represento para todos un personaje desigual”, suspira Lucrecia, “cargado de zonas oscuras, pero que para mí son señales de un dolor espantoso”.

De esta manera, el escritor nos presenta a una Lucrecia tan humana y real como cualquiera de sus lectoras, y a la vez totalmente extraordinaria y digna de admiración. Y es que todos conocemos la cara oscura de esta mujer notable, pero muy pocos conocen la cara luminosa: su vasta cultura, su compromiso con los más débiles, su honestidad sin tacha y sobre todo, su papel de víctima más que verdugo en las intrigas de la familia Borgia.

Es muy sutil y sin embargo innegable la influencia que la muerte de la esposa de Dario Fo, Franca Rame, ha tenido en la creación del personaje de Lucrecia. Nostalgia, respeto y admiración pueden percibirse en su tratamiento de los personajes femeninos, en contraposición con los cambiantes y a veces caprichosos caracteres masculinos.

Corrupción en las altas esferas

Dario Fo es conocido por su ácida sátira política y sus arremetidas contra el capitalismo, la mafia y el Vaticano. Y qué mejor cicerone que el corrupto Papa Alejandro VI para relatarnos, de primera mano, los tejemanejes de tan elaborada red.

Sin embrago, no podemos evitar percibir en el autor una leve “simpatía por el diablo”, ya que es el propio personaje del Papa el que: “se preguntaba cómo podía conseguirse una transformación profunda en el sistema cuando los personajes que hubieran debido ponerla en funcionamiento eran los mismos bribones astutos e hipócritas contra los que la reforma iba dirigida”. Unas palabras, desde luego, cargadas de actualidad, tan válidas para el siglo XVI como para el siglo XXI.

Y es que si hay que elegir entre dos males, Dario Fo escoge sin dudas el mal menor. “Mejor los Borgia que ciertos políticos de hoy”, afirma el autor en una reciente entrevista: “Con toda su increíble brutalidad y su cinismo aterrador, los Borgia eran gente que aspiraba a dejar a la posteridad algo de extraordinario”. Efectivamente, Alejandro VI era un estratega con tiara papal y un gran mecenas para mayor gloria de Dios y de él mismo.

Se abre el telón

El estilo de Dario Fo, a la manera de los dramaturgos, nos convierte en espectadores directos y omniscientes de los acontecimientos: observamos todos los movimientos en el escenario, escuchamos todas las conversaciones y buceamos en los pensamientos más profundos de todos los personajes. Es una prosa heredera sin duda de su amplia trayectoria sobre las tablas, directa, firme, en ocasiones algo impostada pero siempre efectiva.

Los personajes se expresan con una claridad casi brutal que ayuda a los lectores a posicionarse en este juego de tronos italiano que era la corte papal, sus influjos, sus relaciones de poder y sus cambiantes alianzas. Para mayor claridad, en ocasiones el autor intercala glosas, como una voz del siglo XXI, que sirven para aclarar ciertos puntos y realizar apreciaciones académicas o personales al respecto.

Tradicionalmente, los libros sobre Lucrecia suelen seguir dos tendencias: una, la del documento académico historicista, bien documentado pero falto de pasión; y otra, la del escandaloso folletín destinado a un público morboso hambriento de escándalos. Dario Fo navega entre estas dos aguas con maestría, al presentarnos una novela correcta en su ambientación pero no esclava de ella, ya que permite a los personajes moverse con libertad dentro de su contexto histórico.

Otra pequeña joya de la editorial Siruela

El libro es, en sí mismo, una pequeña obra de arte digna de la soberbia editorial Siruela. La colección Nuevos Tiempos, de tapa blanda pero exquisito diseño, nació en el 2001 con el fin de descubrir nuevos valores literarios de amplio registro.

La estructura de “Lucrecia, la hija del Papa” prescinde de los capítulos y se estructura a través de multitud de pequeños apéndices, lo que le otorga un cierto sabor añejo, como de obra teatral del Siglo de Oro.

Remata con una galería de personajes, ilustradas por el mismo Dario Fo e inspiradas en retratos renacentistas, con la colaboración de Jessica Borromini y Michela Casiere. Un total de veintiocho láminas a todo color, de corte moderno y experimental, que nos ayuda a ponerle rostro a los vívidos personajes de Dario Fo, y cierra con broche de oro la obra de este autor de prestigio internacional.

 

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