Medio mundo

Cuando Joe Abercrombie anunció que iba a escribir una trilogía fantástica dirigida a jóvenes adultos, hubo probablemente quien se llevó las manos a la cabeza. ¿Acaso uno de los autores más importantes del género en la última década se había vendido al vil metal? ¿Significaba eso que iba a producirse una merma en la calidad de sus novelas?

Evidentemente, quien siga la obra del autor de obras tan inolvidables como el tríptico “La primera ley”, “Los héroes” o “Tierras rojas” sabrá a estas alturas que tales temores fueron de lo más infundados. La lectura de “Medio rey” dejó bien claro que, aunque haya reducido la carga de sexo y violencia, el Abercrombie de la serie “El Mar Quebrado” sigue siendo el mismo narrador magistral de siempre. Algo que queda bien claro en “Medio mundo”, una pequeña obra maestra publicada, al igual que su predecesora, en el sello Fantascy de Penguin Random House.

Un largo viaje

La joven Espina Bathu, obsesionada por el recuerdo del gran combatiente que fue su padre, lleva años preparándose para poder ganarse un puesto entre los guerreros de Gettlandia. No obstante, un trágico accidente durante una lucha de entrenamiento hará que caiga en desgracia tras ser nombrada asesina por su propio instructor. El castigo que le aguarda es una lenta y dolorosa ejecución, pero la intervención del padre Yarvi (clérigo del rey Uthil e hijo de la reina Laithlin) hará que recupere su libertad.

Atada a Yarvi por un juramento inquebrantable, Espina acompañará al astuto clérigo en un largo y azaroso viaje en busca de aliados para enfrentarse al ambicioso Alto Rey. Embarcada como remera en el “Viento del Sur”, la joven aprendiza de guerrera compartirá numerosas aventuras con una tripulación formada por hombres duros y peligrosos. Y, al mismo tiempo, recibirá las enseñanzas de la anciana Skifr (luchadora, ladrona y maga, entre otras cosas) y descubrirá sentimientos desconocidos gracias a Brand, antiguo compañero de instrucción caído en desgracia al igual que ella.

Viejos y nuevos personajes

Entre “Medio rey” y “Medio mundo” han pasado unos cuantos años y Yarvi, quien protagonizara la primera entrega de la trilogía, se ha convertido en un hombre lleno de recursos, con una capacidad asombrosa para realizar planes a largo plazo a fin de salvaguardar su patria. Junto a él, además de a la reina Laithlin y a su tío el rey Uthil, volveremos a ver a Rulf, el maduro y letal arquero con el cual compartiera esclavitud a bordo de la nave de la capitana  Shadikshirram. Finalmente, entre los diversos secundarios que retornan en “Medio mundo”, Yarvi se reencontrará con un personaje a quien le unió una relación muy especial en el libro anterior.

Entre los nuevos personajes, y dejando a un lado a las mujeres (de quienes hablamos más abajo), destaca sobre todo Brand. Se trata de un joven dotado de una gran fuerza y decidido a hacer el bien en su paso por el mundo. Buen guerrero si la situación lo requiere, lo cierto es que no se siente cómodo matando a sus semejantes. Menos reacios a emplear las armas son tres de los principales miembros de la tripulación del “Viento de Sur”. Dosduvoi es un gigante tremendamente supersticioso; Odda es un eficaz guerrero pelirrojo amante de soltar continuas puyas; y, finalmente, Fror es un temible luchador procedente de Vansterlandia, marcado por una misteriosa cicatriz cuyo misterioso origen da mucho juego.

Las chicas son guerreras

Con Espina Bathu, Abercrombie nos vuelve a regalar uno de esos personajes inolvidables que ya son marca de la casa del autor británico. A lo largo de “Medio mundo” seremos testigos de cómo se va transformando en una eficaz máquina de matar, calibrada minuciosamente por Skifr a petición del padre Yarvi. Sin embargo, a pesar de que acaba convirtiéndose en una gran guerrera, Espina no deja nunca de ser una joven vulnerable y tan confusa ante situaciones de índole sentimental como cualquier muchacha de su edad.

Las otras mujeres que comparten viaje con Espina son la ya mencionada Skifr y Safrit, la eficiente sobrecargo y cocinera del barco. Skifr es una anciana capaz de patearle el trasero a cualquier rival que se cruce en su camino, una dura maestra y, cuando no queda más remedio, puede hacer uso de la peligrosa y olvidada magia élfica. Por su parte, Safrit es una mujer menuda pero de fuerte carácter, siempre preocupada por el bienestar de la tripulación, y con un ojo continuamente puesto en su hijo Koll.

Además de las ya mencionadas, hay unas cuantas mujeres más que juegan papeles muy relevantes en el desarrollo de la trama de “Medio mundo”. Por ejemplo, tenemos a Laithlin, la Reina Dorada, verdadera gobernante de Gettlandia y de quien Yarvi ha heredado sin duda su gran inteligencia. La madre Wexen, por su lado, es quien controla al Alto Rey, y demuestra ser una enemiga implacable, ayudada de forma más o menos entusiasta por la madre Scaer (clériga del rey de Vansterlandia, el invencible Grom-gil-Gorm) y por la hermana Isriun, prima del padre Yarvi. Finalmente, la joven Vialina, a quien conocerán en la Primera Ciudad,  demuestra poseer una sabiduría muy superior a la que cabría esperar en alguien de tan corta edad.

Una continuación soberbia

“Medio mundo” es una verdadera obra maestra, y en El Mar de Tinta la consideramos una de las mejores novelas que ha firmado Joe Abercrombie hasta la fecha. En ella, el autor de “Medio rey” vuelve a demostrar que no tiene igual a la hora de crear personajes extraordinarios y embarcarles en toda suerte de complejas aventuras. En la segunda entrega de «El Mar Quebrado” hay lugar para el humor, la amistad y la camaradería, pero también para las oscuras maquinaciones de la “alta política”, el odio, la venganza y alguna que otra reflexión sobre lo absurdo de la guerra.

Plagada de sorpresas, diálogos inteligentes y memorables escenas de acción, “Medio mundo” es una soberbia continuación de “Medio rey” y nos hace preguntarnos si “Media guerra”, el volumen que pondrá punto y final a la trilogía, conseguirá alcanzar cotas aún mayores de calidad. La respuesta la conoceremos en enero, cuando el libro vea la luz en España, pero no nos cabe duda alguna de que será afirmativa.

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