Mi nombre es N

Robert Karjel llega desde Suecia, siguiendola larga estela de John Le Carré.En su tierra no es ningún desconocido. «Mi nombre es N» es el primer trabajo traducido al inglés (y castellano), y su cuarta novela publicada. El agente sueco Erns Grip es requerido por el FBI y llevado a unas instalaciones secretas en las que aguarda un desconocido que se hace llamar N. Trepidante novela de espías que no deja momento para el relax. Un título interesante, aunque no único: «Mi nombre es N» es fiel al género en el cual se circunscribe.

La editorial Maeva ofrece una muy buena edición, que ahora se puede adquirir también en bolsillo. Para los amantes de las teorías conspiratorias, las tramas enrevesadas y los finales inesperados, supondrá un gran aliciente para descubrir a un autor desconocido para el público europeo. Robert Karjel consigue meternos el miedo en el cuerpo con una sutileza explosiva.

Supervivientes

Tras el desatre que asoló Tailandia en 2004, un grupo de desconocidos coincide en un hotel. Estos supervivientes, sin patria ni familia, son capitaneados por un hombre sin escrúpulos que les convence para llevar a cabo una hazaña sin límites.

Cuatro años más tarde, en Suecia, Erns Grip recibe una orden inesperada por parte de sus superiores. El FBI ha solicitado su presencia en los Estados Unidos sin dar más explicaciones. El agente es recibido por Shauna Friedman, su enlace con la agencia americana, y llevado a una remota isla en la que se encuentra una base oculta. Entre sus cuatro paredes ocultan a un hombre sin identidad. El objetivo es descubrir si es o no sueco, en cuyo caso deberá interrogarlo. Cuando Grip se encuentra con el sujeto, observa que ha sido brutalmente tratado. Hablan el mismo idioma. Se hace llamar N y ha decidido contar su historia.

Poco a poco, lo que parece una simple y rutinaria ronda de preguntas entre uno y otro se convierte en algo más. El FBI no sólo quiere la información aportada por N, también Grip parece estar bajo sospecha. Shauna Friedman busca algo más que mera cortesía profesional.

Espía con amor

Los espías, agentes secretos y las conspiraciones internacionales siempre son un buen filón narrativo. Son innumerables las novelas que han sacado punta al tema, especialmente tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos. No hay enemigo más terrible que aquél que se oculta en la sombra.

[quote]Surgen datos, se hacen algunas confesiones, la información se utiliza y, sin embargo, se mantiene medio oculta[/quote]

En «Mi nombre es N» se parte de una premisa interesante, pues «los buenos» no son evidentes. El FBI actúa como mero intermediario entre la lucha dialéctica entre Ernst Grip y Shauna Friedman. Lo más interesante de la novela se encuentra en el tira y afloja entre estos dos personajes, muy en la línea de la famosa serie Homeland. Paralelamente, la acción lleva al lector al año 2005 para conocer a unos personajes destrozados por el tsunami. Sin familia, sin amigos, desposeídos, son cuatro personas unidas con un peligroso objetivo: buscar un chivo expiatorio para su dolor. La trama se presenta a modo de capítulos intercalados entre el presente (Grip y Friedman) y el pasado (los «terroristas»), en los que se plantea hasta dónde puede llegar la obsesión, el dolor y la pérdida. Incluso la lealtad. Poco a poco el lector se ve inmerso en una historia enrevesada muy entretenida.

Los personajes guardan una gran coherencia, si bien Friedman juega bastante con las primeras impresiones, al final es un revulsivo que da luz a una historia que no para de retorcerse sobre sí misma. La impresión es de novela coral, en la cual cada uno tiene un lugar establecido. No hay sorpresas en cuanto a los personajes (no se salen de lo conocido en el género), sí en sus intenciones. Una novela correcta, entretenida y cuidada en su elaboración.

Hordas en la sombra

«Mi nombre es N» no nos ha sorprendido, pero si nos ha traído el viejo aroma de las novelas clásicas de espionaje. Su corrección y fidelidad marca una continuidad con lo conocido, revitalizando y aportando tinta nueva. Los más puristas verán en Karjel a un escritor más, carente de novedades. Pero aquellos menos versados e interesados en historias de espías, disfrutarán. Que su llaneza no confunda: Robert Karjel tiene mucho talento, sabe desentrañar una trama compleja y dejar con la boca abierta el lector.

A su favor podemos decir que es muy entretenida. Deja entrever solamente pequeños retazos para que el lector pueda ir tirando de la madeja, sin desengancharse de ella. Mantiene la tensión, a pensar qué hay más allá de las tres páginas siguientes. Parece bullir un temor sin nombre que estremece al lector y le obliga a seguir leyendo. El final, muy en la línea de otras novelas similares, deja en el aire quiénes son los buenos y quiénes los malos, si el fin justifica los medios y si ese fin es el adecuado. Como toda historia de espías, lo que importa es lo que queda tras el telón.

[quote]Todos nosotros sacamos conclusiones diferentes dentro de cada organización, es inevitable[/quote].

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *