Mis recetas caseras

De la mano de Grijalbo y Mary McCartney podemos conocer la cocina vegetariana desde su lado más hedonista, y no como el rosario de privaciones con que normalmente se contempla desde una dieta omnívora. Y si las recetas no parecen lo bastante epicúreas, las fotografías de la autora darán la puntilla a cualquier posible remilgo.

Los McCartney-Eastman un día vieron un cordero mientras comían carne y se les quedó el alma en un puño. En ese preciso momento se hicieron vegetarianos, hasta el punto de que Linda tenía su propia empresa de productos vegetarianos (¿o era una granja?). Mary McCartney, pues, ha vivido siempre -o desde que recuerda- con este tipo de alimentación, y nos hace partícipe con suculentas fotos -ella es fotógrafa de profesión y tiene amplia participación en la empresa alimentaria familiar- que abrirán el apetito de cualquiera, con independencia de su dieta alimenticia.

Vegetarianismo y nutrición

Entre los vegetarianos se pueden distinguir (a grandes rasgos, siempre se puede afinar más) los ovolactovegetarianos, que incluyen los lácteos o los huevos en su dieta, y los veganos, que no comen nada de origen animal, y suelen basar su ingesta proteínica en frutos secos, legumbres y soja texturizada (tofu en sus diversas variantes).

Mary McCartney (como autora del libro) nos presenta recetas más ovolactovegetarianas que estrictamente veganas, lo que nos gusta, quizá porque nos parece más versátil a la hora de inventar platos nuevos, o porque nos da menos vértigo al asomarnos a un modo de alimentarnos distinto al nuestro. Por otro lado, aporta ingredientes que pueden dar variedad a nuestras preparaciones, como la quinoa. Así, si queremos aficionarnos a las verduras sin aburrirnos, nos brinda un abanico de alternativas para elegir durante una buena temporada.

La estructura del libro

Cuando llevas varios libros de cocina a tus espaldas, sueles saltar directamente a las recetas, pero agradeces que te incluyan notas de cocina: sobre pastas, masas, ingredientes -sobre todo, haciendo mención al vegetarianismo de las mismas, que no incluyan maltrato animal y ese tipo de premisas-. También incluye una tabla de conversión (de agradecer totalmente): de grados celsius a Fahrenheit, de gramos a onzas y de litros a pintas (siendo que la traducción está hecha incluyendo pesos y medidas decimales). Hechas estas aclaraciones, pasamos al lío.

Como nuestro día, el libro empieza con desayunos y brunches (desayuno algo tardío que incluye la comida, aúna breakfast+lunch; un poco como la merienda-cena de los ochenta, pero a otra hora del día). Después, picoteos y sandwiches. Pasamos a sopas, ensaladas y entrantes, y de ahí a platos principales (quiches, tartas, estofados, tacos, platos de pasta…). Llegan los básicos (caldos y masas) y los acompañamientos en el mismo apartado, y finalmente los postres: bizcochos, magdalenas, galletas, tartas… Todo ello adornado con fotos tanto de las recetas como de cosas relacionadas con la comida y la alegría de estar vivo, y nunca se incluyen más de dos recetas por página, de manera que las páginas son bastante diáfanas y no se cansa la vista..

El Mar de Tinta cocina

Hoy vamos a probar una ensaladita rica y sencilla: de berros, rábanos y feta. Pero vamos a hacer un cambio, porque nos gustan más los canónigos, que tienen una forma muy parecida, pero son menos amargos (cuestión de gustos). Y aquí se acaba la diferencia, el resto nos lo dicta Mary McCartney. Es una ensalada muy gustosa, muy fácil, y que según la autora va bien en combinación con otra receta del libro, aunque en nuestra opinión se sostiene ella solita.

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Ponemos los canónigos limpios y sin tallos duros en la ensaladera. Añadimos los rábanos en rodajas (4 rabanitos por persona) y el feta desmenuzado y mezclamos bien.

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Hacemos un aliño de aceite de oliva, zumo de limón, sal y pimienta y lo echamos en la ensalada.

Mezclamos bien y servimos.

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