Orgullo y prejuicio y zombis

Aprovechando el reciente estreno de su adaptación cinematográfica, en El Mar de Tinta no hemos podido resistir la tentación de asomarnos a esta obra del estadounidense Seth Grahame-Smith. Nuestra decepción no podría haber sido mayor: un híbrido soso y descafeinado repleto de zombis.

Quien avisa no es traidor. Aquél que escoja “Orgullo y prejuicio y zombis” albergando  altas expectativas, es más que probable que se lleve un gran chasco. Suponemos que el autor pretendía hacernos reír, y creemos que es preferible tomarse su lectura desde esa perspectiva si no quieren fenecer en el intento.

Una novela de serie Z

Podrán intuir que es ésta una obra conjunta, pues los personajes, los escenarios y la trama argumental corresponden a la creada en 1813 por Jane Austen, “Orgullo y prejuicio”. Novela emblemática de la literatura anglosajona, sigue siendo, a día de hoy, un clásico insustituible. Delicioso, maravillosamente bien escrito y con un magnífico elenco de personajes.

Lo que hace Grahame-Smith, para la ocasión, es darle una vuelta de tuerca a la idea original de Austen: conocemos de nuevo a la familia Bennet, su casa en la campiña, la presentación del nuevo inquilino de la casa solariega Netherfield, los bailes, los diálogos fluidos y la especial relación amor/odio entre Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy.  Añade el escritor pinceladas de su propia cosecha: una campiña inglesa plagada de zombis.

Esta forma de embarrar un libro sublime resulta, en nuestra modesta opinión, desafortunada. Los cambios en la evolución de la historia son nimios. Veremos a las Bennet convertidas en una especie de guerreras samurái- cazadoras de muertos vivientes  practicando en su dojo privado, ataques de zombis y cómo algunos de los personajes sucumben a la “extraña plaga”. En cuanto a la historia principal, sigue siendo la de “Orgullo y Prejuicio”, salpicada de ataques sangrientos, vómitos y algún que otro diálogo que pretenden (creemos) arrancar carcajadas del lector.

La curiosidad mató al gato

Rogamos no nos malinterpreten. No tenemos nada en contra del género zombi, ni de las secuelas de obras clásicas, ni tan siquiera de los pastiches aglomerados de personajes literarios tan de moda en nuestros tiempo. “Orgullo y prejuicio” ha dado pie a un sinfín de adaptaciones, continuaciones y libros anexos. Con todo, algunos ofrecen calidad y diversión por partes iguales y otros, como el que nos atañe, ninguna de ambas.

Si hay algo de bueno en este “Orgullo y Prejuicio y Zombis” es, indudablemente, lo que se ha respetado de la obra original. Imaginábamos una novela, cuando menos, divertida, llena de despropósitos y situaciones delirantes. Creíamos que albergaría elementos que la hiciesen original y gamberra. Nada más lejos de la realidad: las bromas y elementos hilarantes resultan manidos, insustanciales, facilones. El autor pone tanto empeño en convertir “Orgullo y Prejuicio” en literatura zombi que sus añadidos (o parches) quedan artificiales, metidos prácticamente con calzador.

De este modo, no hay nada nuevo en “Orgullo y Prejuicio y zombis”, salvo que sus protagonistas dejan las cualidades alabadas en la sociedad de la regencia, para dedicarse a afilar espadas orientales y pegar patadas voladoras. Elementos, para nuestro desencanto, repetitivos hasta la saciedad.

Pionero de lo suyo

Seth Grahame-Smith es un escritor que primero fue guionista, y se nota en sus novelas. “Orgullo y prejuicio y zombis” se publicó en 2009, cuando todavía el género zombi estaba un tanto olvidado. La novedad del híbrido planteado por el estadounidense tal vez fue lo que lo catapultó a la estantería de los bestseller, igual que ocurriría con su otra obra (mucho más interesante), “Abraham Lincoln, cazador de vampiros”.

Ahora,  en pleno año 2016, su lectura queda deslucida y muy por debajo de obras como “The walking dead”, “Guerra Mundial Z”, “Los caminantes”, y tantas otras. Ha perdido su originalidad (si es que algún momento la tuvo), aquello que la diferenciaba de otros libros, y queda en nuestra memoria como una parodia muy, muy mala de un libro que nos encanta.

Con todo, debemos decir que Grahame-Smith abrió el camino a un amplio abanico de títulos: “Sentido y sensibilidad y monstruos marinos”, “Androide Karenina”, etc.

Ocio descerebrado

En El Mar de Tinta sabemos que existe un libro para cada lector y un lector para cada libro. Indudablemente, el éxito de ventas en el cual “Orgullo y prejuicio y zombis” se ha convertido es un indicador de que al público le ha gustado (tanto como para convertirlo en filme), y mucho.

Declaramos que es una novela legible. Poco original, pero legible. Habrá un buen número de individuos que disfruten muchísimo con ella, y otros la considerarán un insulto a Jane Austen. La decisión de qué pensar siempre corre a cargo del lector. Sin embargo, sería una pena que se llegase a conocer la obra de Jane Austen cogiendo el atajo descerebrado de Grahame-Smith. Diviértanse con el título de Umbriel, pero no olviden a la verdadera artífice de las hermanas Bennet.

La película

Debemos a Burr Steers  que «Orgullo y Prejuicio y Zombies» haya sido llevada al cine. El enfado o euforia derivado de su visionado ya cada cual que lo maneje como buenamente pueda. Con un elenco «de moda», encontramos a Lily James (Lady Rose en la maravillosa «Downton Abbey») como Lizzy Bennet, y a un descafeinado señor Darcy interpretado por Sam Riley. El film se deja ver, siempre y cuando uno haga caso omiso a su sentido común.  La película, igual que la novela en la cual se basa, sigue fielmente el argumento de «Orgullo y Prejuicio», añadiendo el elemento zombi aquí y acullá. 

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