Recuérdame que te odie

Álex de la Iglesia se ha hecho un nombre en el séptimo arte con obras tan impactantes y divertidas como “El día de la bestia”, “La comunidad” u “800 balas”. Sin embargo, su faceta literaria resulta desconocida para la gran mayoría. “Recuérdame que te odie” es su segunda novela y, con ella, el cineasta nos envuelve en una trama surrealista de ritmo desenfrenado, con unos protagonistas tan atípicos como descerebrados. Muy Álex de la Iglesia.

Si ya con “Payasos en las lavadoras” nos dejó boquiabiertos, con este segundo título uno se queda ojiplático. Prepárense para una aventura tan loca y enfermiza como su personaje principal.

Un artista desaparecido

Bruno Kosowski tiene un talento innato como dibujante de cómics. El problema es que ha desaparecido. Se ha esfumado, y su editor, el neurótico y desequilibrado Rubén Ondarra, está muy preocupado porque lleva retraso con las entregas.

El día que entra en el piso del artista, se lo encuentra inundado. De Kosowski, ni rastro. Sin embargo, Rubén Ondarra no va a rendirse tan fácilmente, y se pone a seguir las supuestas pistas que Kosowski ha ido dejando: En los objetos de su mesa de trabajo y en el ordenador de sobremesa, donde un grabado de Durero parece estar diciéndole algo que Ondarra está dispuesto a descubrir.

Así, este peculiar personaje se embarcará en una peligrosa carrera de obstáculos, tratando de resolver el puzzle que le lleve hasta Kosowski. ¿El escenario? Madrid, pero repleto de situaciones de un surrealismo hilarante.

Critica profunda debajo de la trama

Quienes estén familiarizados con el cine de Álex de la Iglesia, sabrán que todo en sus historias tiene un porqué. El sentido, disfrazado de sinsentido. De la Iglesia saca a la luz, mientras nos hace reír, lo peor y lo mejor de la especie humana haciendo hincapié en la crítica social, dura y descarnada.

Su humor negro lo tiñe todo, sus novelas también. Regresa a temas ya tocados en su primera obra (además de rescatar a su protagonista, aunque en esta ocasión de secundario), como la adicción a las drogas, y lo aliña en esta ocasión con un sinfín de delirantes monólogos interiores, todos ellos de extraño cariz filosófico.

Escrita en primera persona, el lector se sumerge por completo en la mente desquiciada de Rubén Ondarra, y con él, disertará sobre los temas más diversos, en una serie de reflexiones con las que más de uno se sentirá identificado.

Originalidad y símiles

Su prosa puede, si nos ponemos quisquillosos, recordarnos a la que usó Eduardo Mendoza en sus novelas detectivescas, también divertidísimas y de aguda ironía, como “El laberinto de las aceitunas”. Sin embargo, “Recuérdame que te odie” rezuma cultura pop, geek y underground. Tanto es así, que es probable que el lector medio (si llega a este libro por azar), se pierda un poco entre citas, disertaciones filosóficas, juegos de rol y tebeos.

Podemos decir que este libro es una novela de misterio con una trama descabellada, ración doble de ironía y muchísima acción. Rubén Ondarra se mueve espídico por sus páginas, y los lectores le seguimos en su frenesí, ya atrapados por las numerosas incógnitas que se presentan a lo largo del volumen. Queremos saber qué ocurre, cuál es el enigma oculto tras la desaparición de Kossovsky, aunque el autor nos haya preparado un  desenlace tan loco como el resto de la novela.

Originalidad a raudales, la de Álex de la Iglesia. No contento con ofrecer al público el típico thriller manido, utiliza los recursos de este género pero imprimiéndoles el sello de la casa, su firma y distintivo. Y lo hace con la genialidad que lo caracteriza, ofreciéndonos a un elenco de personajes desternillantes e histriónicos, sombras esperpénticas de una sociedad maltrecha y más que censurable.

Acelerando

La novela, de apenas 250 páginas, se lee rápido y mantiene, como hemos indicado más arriba, el interés del lector hasta el final. Para algunos podrá resultar incluso absurda, pues se mueve en esa delgada línea entre la comedia disparatada y el surrealismo profundo.

Con todo, “Recuérdame que te odie” funciona, a sabiendas que no será plato de gusto de todo tipo de lectores. Pero los amantes del cine de Álex de la Iglesia no deberían perdérsela. En general, el libro tiene ritmo cinematográfico, y las escenas se suceden como en uno de sus films más descabellados. Para nuestro gusto, su desenlace es un tanto apresurado, pero ajustado a una trama que avanza a pasos de gigante.

En definitiva, Álex de la Iglesia demuestra que tiene talento para escribir, y una imaginación única y original. Seguiremos al tanto de sus progresos en el mundo de la literatura.  

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