Si el amor es una isla

Esther Sanz regresa a las librerías tras su trilogía “El bosque” con una nueva novela juvenil, en la que un escenario idílico y el tórrido romance se dan la mano. De ritmo ligero, encantará a los fans incondicionales del género rosa.

La escritora española narra en “Si el amor es una isla” la historia de Luisa, una muchacha de 17 años que, para ayudar a su padre enfermo, decide dejar los estudios y aceptar un empleo en una diminuta isla del Canal de la Mancha.

Doncella en Silence Hill

La isla de Sark se le antoja a Luisa un escenario sacado del siglo XIX. Y cuando llegue al hotel victoriano que será su casa durante los próximos meses, más aún. Allí aprenderá a trabajar de doncella, en condiciones un tanto arcaicas. Su jefe, el joven Patrick Groen, es todo un misterio: se rumorea que nadie le ha visto a pleno sol, y en las pocas ocasiones en las que aparece, lleva el rostro oculto bajo una máscara.

Luisa irá adaptándose a su nueva vida en el hotel, donde desobedecer las rígidas normas de conducta conllevan múltiples castigos. Sin embargo, nuestra protagonista no puede evitar querer saber más sobre su empleador y, curiosa, acabará envuelta en una serie de situaciones aviesas ideadas por Groen. Irremediablemente atraída por el enigma que le envuelve, Luisa iniciará una apasionada relación que esconde más de una sorpresa.

Rosa a secas

“Si el amor es una isla” comienza como una novela adolescente, con una protagonista a punto de emprender una aventura que cambiará, de algún modo, su trayectoria vital. Huyendo de acontecimientos traumáticos, intentando apoyar a su familia, acaba aceptando el empleo de la isla de Sark. Pero en cuanto pone un pie en la isla, la trama se transforma en la sombra de una novela romántica de época. Suponemos que Sanz pretende homenajear al género, pero bajo nuestra modesta opinión, el resultado no es demasiado satisfactorio.

A medida que avanzamos en la lectura, encontramos reminiscencias de “50 sombras de Grey”, “El jinete del diablo” y “El fantasma de la ópera”, en un pastiche que, para más inri, está pensado para un público adolescente.

Rompemos una lanza a favor de la autora: Sanz escribe novela romántica, y sabe perfectamente lo que buscan los lectores aficionados al género. Nos ofrece una apasionada historia de amor, un triángulo amoroso y un buen número de explícitas escenas subidas de tono que harán las delicias de los lectores más fervorosos. Con todo, la trama misteriosa cojea, es demasiado evidente y, en general, tanto el escenario como las circunstancias que llevan a Luisa al escenario pintoresco típico del siglo XIX –aunque la isla exista- están cogidos con pinzas.

¿Literatura juvenil?

No estamos muy convencidos de si encontrar este título en la sección de Infantil y Juvenil es lo más adecuado. Pese a que en la contraportada la editorial advierte que es una lectura “recomendada para mayores de 16 años”,  sigue siendo una novela romántica/erótica adulta. O, al menos, se parece mucho a una de ellas.

Con los crossovers y la literatura denominada “Young Adult”, se traspasan las barreras entre la literatura enfocada a un público adulto u otro. Los Young Adults los acaban leyendo gente de 30 años, y viceversa. No creemos que debamos proteger a los jóvenes lectores de temas como el sexo, el placer, etc., pero asimismo se deben fomentar valores que les ayuden a comprender lo que significa ficción y realidad.

En el caso de “Si el amor es una isla” nuestra joven protagonista tiene experiencias que no concuerdan demasiado con su edad. ¿Es esto adecuado para lectores adolescentes? Siendo un tema tan controvertido, dejaremos que decidan por sí mismos. Incidimos, por el contrario, en que si no está enfocado a los jóvenes, no debería venderse como “Literatura juvenil”: que ocupe su puesto respectivo entre las novelas de género rosa para adultos.

Decepcionante

Para ser sinceros, esperábamos mucho más de “Si el amor es una isla”. En El Mar de Tinta disfrutamos los grandes romances siempre y cuando las historias que los arropen estén a la altura. No creemos que sea el caso: Sanz intenta entrelazar tramas secundarias para darle emoción a la lectura pero quedan deslucidas, con unos personajes poco carismáticos. La brevedad de la novela tampoco ayuda a desarrollos más exhaustivos, pero, a grandes trazos, creemos que la idea está manida y no cautiva como se esperaría.

El sello Destino, por su parte, ha hecho un buen trabajo de edición, con portada sugerente y cubierta semirrígida con solapas. Sólo chirría su catalogación, que consideramos poco acertada.

En definitiva: “Si el amor es una isla” nos ha parecido un libro insulso y poco original, pero suponemos que aquellos lectores que busquen entretenimiento ligero y con carga erótica lo encontrarán fascinante, independientemente de su edad. 

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