Snow crash

En 1992, Neal Stephenson sorprendió con una novela cuya temática se creía extinta. El denominado ciberpunk resurgió de sus cenizas cual ave Fénix gracias a su osadia. “Snow Crash” pulverizaba las listas de ventas de todo el mundo. Hoy, la editorial Gigamesh ofrece la edición Omnium: muy cuidada y de formato bolsillo.

Stephenson traslada la acción a un futuro no del todo descabellado, en el que la red está más viva que nunca. El Metaverso, escenario irreal donde todo es posible, convive con una realidad en la que el poder se diluye en pequeñas organizaciones que compiten entre sí. Ordenadores, realidad virtual y personajes alocados; “Snow crash” es puro divertimento y de obligada lectura para los aficionados a la ciencia ficción en cualquiera de sus facetas.

Peligro cibernético

Estados Unidos ha desaparecido. En su lugar coexisten pequeñas franquicias independientes (fransulados) que se mantienen en un precario equilibrio social y político. El gobierno se ha desintegrado, así como los principales resortes del poder (policía, ejército, iglesia). En este mare mágnum sólo el Metaverso es constante. La red se ha convertido en un mundo paralelo al real en el que poder hacer negocios, divertirse y enriquecerse.

Hiro Protagonist, repartidor de pizzas para la Mafia (franquicia dedicada a la comida rápida y famosa por su rapidez), es un hacker freelance cuya fuente de ingresos es la venta de información conseguida en el Metaverso. Tras una entrega desastrosa conoce a T.A, una Korreo (mensajera) con la que tiene mucho en común. De forma inesperada, se verán envueltos en un complot para destruir ambos mundos, el real y el cibernético, con un virus que se mueve a través de la información. ¿Es posible detener lo intangible?

Metaverso y Realidad

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-Un momento, Juanita. Decídete. Esto del Snow Crash… ¿es un virus, una droga o una religión?

-¿Y qué diferencia hay?- dice Juanita encogiéndose de hombros

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Un torrente de energía, eso es lo que es. “Snow Crash” tuvo un enorme éxito en su momento, siendo la primera incursión en el subgénero por parte de Neal Stephenson. Hasta ese momento todo parecía dicho y olvidado. El ciberpunk ya no se llevaba, era una moda pasajera ochentera y desfasada. Y esta novela rompió los estereotipos. Desenfada, ligeramente irreverente (lo justo para no ofender), se convirtió en el buque insignia de toda una pléyade de autores que encontraron cobijo entre sus páginas. Ahora, Gigamesh la rescata y saca brillo gracias a la presentación de Juanma Barranquero, experto en estas lides, y el ilustrador Juan Miguel Aguilera, de sobra conocido en la editorial.

La historia muestra un futuro distorsionado en el que el mundo real se entremezcla con el cibernético. Visual desde la primera página, Stephenson deslumbra de forma coherente con su mundo lleno de luces y tecnología en el que los personajes se mueven con soltura. Nada de estereotipos: personas de carne y hueso que encantarán al lector por su riqueza y matices.

Le acompaña el uso del lenguaje. Cabe destacar que palabras como “avatar” o “metaverso” son invenciones del propio Neal Stephenson. Hoy en día su uso está ampliamente extendido, pero fue en “Snow Crash” donde aparecieron por primera vez. Su originalidad queda patente. También su locura. En la trama el lenguaje cobra una importancia capital, a nivel informático y lingüístico. Nos ha encantado su descaro al introducir elementos históricos como el nacimiento de Súmer, su lengua, aspectos religiosos, metafísicos. Una explosión genial con un  sentido del humor negro y sutil.

En “Snow Crash” el lector encontrará un universo rico y variado en el que los géneros se entremezclan. Ante todo es una novela de ciencia ficción, pero gana fuerza gracias a giros inesperados típicos de las novelas policíacas. Su atmósfera se ve influenciada por clásicos del cine como “Blade Runner”, algo que sin duda notarán los lectores, y la socarronería Terry Pratchett, sin llegar a la locura del Mundodisco. Es una novela visual, entretenida y original. No se puede pedir más.

Subgénero sin fronteras

[quote]Las personas son fragmentos de códigos, llamados avatares. Son los cuerpos audiovisuales que usa la gente para comunicarse en el Metaverso[/quote]

Uno de los puntos fuertes de “Snow Crash” es la importancia que se le da a la comunicación y sus formas. En el universo planteado por Stephenson, en el que los ordenadores son capaces de conectar a personas separadas por millones de kilómetros (como hoy), es llamativo ver cómo sus relaciones personales están vacías. No parece que Stephenson esté especialmente interesado en moralinas, pero sí apreciamos cierta profundidad en temas interesantes.

La historia, por su carácter desenfadado, no decae en ningún momento. Consigue mantener el interés hasta el final, atrayendo al lector por medio de cambios de registro. En este sentido, el juego coral que desempeñan los personajes es clave, así como la alternancia realidad-Metaverso. Casi encontramos más realismo en el segundo que en el primero, un algo onírico.

Tradicionalmente se ha considerado el ciberpunk un subgénero dentro de la ciencia ficción. Esto puede confundir, que el lector tienda de alguna forma a menospreciar su carácter. En El Mar de Tinta vamos a romper una lanza en su favor y defenderlo como un género en sí mismo. El ciberpunk tiene carácter para ello, sin etiquetas. “Snow Crash” es una buena novela, escrita con tesón y buena pluma.

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