Sólo el acero

Cualquier aficionado a la Fantasía está acostumbrado a leer sobre personajes heroicos y sus hazañas. A veces, se nos narra el proceso de aprendizaje mediante el cual alguien se transformará en una persona capaz de acciones épicas. En otras ocasiones, lo que se nos describe son, precisamente tales acciones. Ahora bien, ¿cuántas veces tenemos la oportunidad de conocer lo que sucede con los héroes después de haber alcanzado tal status?

En un mundo muy similar al nuestro, rodeado por un anillo formado por los restos de un antiguo satélite, se libró una década atrás una cruenta guerra. Los humanos, asistidos por el pueblo Kiriath, se enfrentaron a una raza de lagartos humanoides conocida como el Pueblo Escamoso. La batalla de la Quebrada del Patíbulo resultó determinante para la victoria final de los aliados. Allí se forjaron leyendas, y los nombres de algunos de quienes lucharon aquel día todavía se recuerdan con respeto, si bien el paso del tiempo comienza a hacer mella en la memoria de los hombres.

Tres héroes

Ringil Ojos de Ángel, armado con su impresionante mandoble Kiriath Críacuervos, fue uno de los héroes de la Quebrada del Patíbulo. A pesar de pertenecer a una familia adinerada, la condición homosexual de Ringil creó tal tensión con su padre que decidió cortar los lazos con los suyos, y ahora malvive en una posada con lo poco que le reporta hablar de sus viejas hazañas.

Por su parte, Egar el Matadragones regresó tras la guerra con su tribu de majak, duros guerreros que viven del pastoreo de búfalos, para asumir el liderazgo al morir su padre. Finalmente, la mestiza Archeth, con sangre humana y Kiriath, sirve en la actualidad con cierta reluctancia al emperador Jhiral Khimram, tratando de descifrar aspectos de la compleja tecnología que la vieja raza dejó tras de sí al abandonar nuestro mundo.

Los tres protagonistas de “Sólo el acero” verán como sus circunstancias sufren un cambio importante prácticamente al mismo tiempo: la madre de Ringil solicitará su ayuda para poder localizar a una sobrina desaparecida; los hermanos de Egar se aliarán para tratar de arrebatarle el poder; y, por último, Archeth se enfrentará a la evidencia del posible regreso a nuestro mundo de unas criaturas terribles y legendarias.

Retorciendo los estereotipos

Richard Morgan bebe, como tantos autores contemporáneos, de las fuentes clásicas que definieron en su día la Fantasía. Sin embargo, siguiendo la estela de otros escritores que han optado por dar forma a una versión mucho más oscura y “adulta” del género, su peculiar visión de ciertos elementos tradicionales se aleja enormemente de la establecido.

Un ejemplo que ilustra con claridad lo anteriormente expuesto es una de las características definitorias de dos de los protagonistas de la novela: la homosexualidad, un rasgo que no encontramos con frecuencia en los héroes clásicos. Ringil es un hombre que lleva desde su juventud soportando el estigma social de ser un “invertido”, si bien ya hace mucho que dejó de prestar atención a los insultos y el menosprecio de quienes le rodean. Al fin y al cabo, su poderío físico y su habilidad en el combate le convierten en un enemigo formidable a quien no conviene buscarle las cosquillas.

Por su parte, Archeth es lesbiana, si bien no parece asumir tal condición con la naturalidad con la cual Ringil acepta la suya. Además, debido a su sangre Kiriath, es negra. Por lo tanto, Morgan otorga a la única mujer protagonista de la novela dos rasgos capaces de despertar prejuicios en determinadas personas.

En cuanto a la raza Kiriath, tras la guerra contra el Pueblo Escamoso decidieron abandonar el mundo de los hombres en un movimiento que recuerda en cierto modo al exilio de los elfos creados por J. R. R. Tolkien. Ahora bien, la razón por la cual los Kiriath optaron por marcharse es bien distinta: estaban hartos de los humanos y sabían que, de continuar compartiendo el mundo con ellos, se verían obligados a participar en nuevas guerras.

Sexo y religión

Otro de los elementos con mayor peso en “Sólo el acero” quizá no sea del agrado de determinados lectores, razón por la cual desde El Mar de Tinta creemos conveniente ponerles sobre aviso para evitar posibles situaciones embarazosas. En el libro aparecen varias escenas de sexo explícito, y en la mayoría de las mismas se trata de encuentros carnales entre hombres. Son momentos descritos con todo lujo de detalles los cuales, probablemente, alguien podría catalogar como insertos innecesarios, aunque en nuestra opinión encajan perfectamente en el mosaico narrativo que Morgan construye con minuciosidad.

También cabe destacar la presencia del elemento religioso en la obra que nos ocupa. La Revelación es la religión oficial del Imperio de Yhelteth, y se caracteriza por el fanatismo de sus miembros, quienes condenan cualquier acto que consideren “impuro” y alardean de una tremenda intolerancia ante las creencias de cualquier otro pueblo. Unas señas de identidad religiosa que, lejos de considerar propias del ámbito de la Fantasía, podrían catalogarse como parte fundamental de cualquiera de las religiones organizadas existentes en nuestro mundo.

Una obra provocadora y magistral

Richard Morgan es un escritor londinense con una trayectoria literaria breve pero ciertamente interesante. Con “Carbono alterado”, la primera parte de la trilogía de Takeshi Kovacs, ganó el premio Philip K. Dick en 2003 y consiguió tal éxito que pudo permitirse dedicarse a tiempo completo a la escritura. “Sólo el acero” es asimismo la primera entrega de una trilogía, A Land Fit For Heroes, cuya secuela “The Cold Commands” fue publicada en 2011, mientras que el volumen que cerrará la serie, “The Dark Defiles”, verá la luz este mismo año.

“Sólo el acero”, editada por Alamut con su habitual buen hacer, es una novela arriesgada y valiente. Más allá de los aspectos que puedan parecer polémicos, la historia que nos narra atrapa desde el primer instante, y sus protagonistas derrochan carisma. Evidentemente, no se trata de una obra adecuada para lectores jóvenes que deseen iniciarse en el ámbito de la Fantasía. No obstante, quienes disfruten con la narrativa de autores como Martin, Rothfuss o Abercrombie (quien ha dicho: “No es que Morgan retuerza los clichés de la fantasía, es que los parte a hachazos. Y luego les prende fuego.”),  descubrirán a un escritor extraordinario que aporta una visión fresca y diferente al género.

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