Supervivientes

Vivimos inmersos en una gran mentira. El sistema económico por el cual se rige nuestro día a día se apoya en unos cimientos tan frágiles que, en cualquier momento, podría derrumbarse sin previo aviso. La crisis que nos afecta desde hace años no es sino una advertencia de lo que podría llegar a ocurrir si, en algún momento de nuestro futuro inmediato, la economía mundial se desmoronase.

Tomando como punto de partida esa posibilidad, James Wesley Rawles lleva desde 1995 dando forma a una serie de novelas en las cuales nos ofrece su aterradora visión de un inminente colapso económico a nivel global. Con “Patriotas” sentó las bases de su personal universo, poblado por preparacionistas con profundas creencias religiosas, despreciables saqueadores y políticos advenedizos. Ahora, en “Supervivientes”, el lector podrá conocer una serie de historias paralelas a la narrada en su anterior novela, y tendrá ocasión de acompañar a un grupo de aguerridos patriotas norteamericanos en su lucha por mantener el orden en un mundo sumido en el caos.

Desde Afganistán con amor

En “Supervivientes” existen varias líneas argumentales. Todas ellas comparten personajes que resultan hasta cierto punto intercambiables. Son gente con experiencia en el manejo de armas de fuego, lo suficientemente previsores para acumular reservas de oro y plata (cuyo valor “real” aumentará tras la debacle), así como combustible, munición, pilas y demás bienes susceptibles de proporcionarles otras mercancías por medio del trueque. Sus historias son similares y no presentan elementos destacables.

El verdadero hilo conductor de la novela es la odisea personal de Andrew Laine, un joven oficial del ejército norteamericano destinado en Afganistán. Cuando se produce la crisis global, las comunicaciones se ven afectadas hasta el punto de que regresar a los Estados Unidos se vuelve una tarea casi imposible. Laine conseguirá volar a Alemania y, tras cruzar Francia y recalar en el Reino Unido, se embarcará rumbo a Sudamérica con la esperanza de llegar a Nuevo México para reunirse con su familia y su prometida.

El viaje de Andrew Laine, salpicado de encuentros peligrosos y del auxilio de unos cuantos buenos samaritanos, resulta a la postre la parte más interesante de “Supervivientes”. No obstante, los capítulos dedicados a los desmanes cometidos por “La Fuerza” (una banda de delincuentes dedicada a saquear, violar y matar de forma desenfrenada) no están faltos de interés, ya que nos muestran hasta que punto de barbarie pueden determinados seres humanos, carentes de moral y escrúpulos, cuando impera la ley del más fuerte.

El fusil y la “Biblia”

En “Supervivientes” hay “buenos” y “malos”, héroes y villanos cuyas planas personalidades carecen de matices. Los villanos son seres despreciables, auténticas bestias que ven en el hundimiento del orden establecido una oportunidad para dar rienda suelta a su más bajos instintos. Por su parte, los héroes son nobles, inteligentes y, sobre todo, buenos cristianos cuya fe en Dios es el pilar fundamental de su existencia.

Y aquí es donde surgen los elementos más discordantes de la novela, al menos desde un punto de vista religioso. ¿Por qué? Porque los fervientes cristianos que se pasean por el libro que nos ocupa son, al parecer, seguidores del “Antiguo testamento” (ya saben, el del “ojo por ojo”, el del Dios constantemente enojado amigo de diluvios, lluvias de fuego y plagas diversas). Las enseñanzas de Jesús no parecen ir con ellos, y no están por la labor de llevar a la práctica ese “poner la otra mejilla” que predicaba el Nazareno.

Los protagonistas de “Supervivientes” son de gatillo fácil, y no les duelen prendas a la hora de matar (entre rezo y rezo) a cualquiera que amenace su “pacífica” existencia. Un comportamiento que no deja de ser lógico, ya que el instinto de supervivencia está muy arraigado en nuestro interior. Sin embargo, es más que probable que las violentas acciones de las piadosas máquinas de matar que pueblan las páginas de este volumen pueda resultarle un tanto chocante (contradictorio incluso) a determinados lectores

Rawles y el preparacionismo

El preparacionismo (también denominado “survivalismo”) es una filosofía vital la cual, básicamente, se centra en contar con los conocimientos y reservas (de armas, alimentos, medicinas, herramientas, etcétera) necesarios para sobrevivir en el caso de que se desmantelase el orden social imperante. Tanto da que la situación de crisis obedezca a desastres naturales o de otra índole: los survivalistas están preparados para cualquier eventualidad, y no dudarán en protegerse de posibles saqueadores a sangre y fuego.

Se trata de una forma de ver la vida que suele ser ridiculizada por la mayoría de la sociedad, y quienes han optado por ella acostumbran a ser objeto de burlas por parte de los ciudadanos de a pie que jamás se plantearían la posibilidad de un escenario apocalíptico a corto plazo. No obstante, si tal situación llegara a producirse, no cabe duda alguna de que se cumpliría la máxima “quien ríe el último ríe mejor”.

James Wesley Rawles es bien consciente de ello, y ha sabido rentabilizar la creciente sensación (al menos en los Estados Unidos) de que el desastre acecha a la vuelta de la esquina. Además de la serie de novelas a la que pertenecen “Patriotas” y “Supervivientes” (la cual se completa, de momento, con las inéditas en castellano “Expatriates” y “Liberators”), Rawles es un experto preparacionista que cuenta con un popular blog (SurvivalBlog.com) y también ha firmado dos volúmenes dedicados a su pasión: “How to Survive the End of the World as We Know It: Tactics, Techniques, and Technologies for Uncertain Times” y “Tools For Survival: What You Need to Survive When You’re on Your Own”.

Una novela “difícil”

“Supervivientes” (editada, al igual que “Patriotas”, por La Factoría de Ideas) no es una obra de lectura sencilla. Esto no se debe al estilo literario de su autor, ya que Rawles es un escritor muy funcional que va directo al grano y no se anda con florituras. Es en el contenido de la novela donde el lector puede encontrarse con ciertos escollos los cuales le puede resultar complicado salvar.

Por un lado tenemos la abundancia de referencias a armamento y a vehículos militares, tan minuciosas que llegan a lastrar la narración. Por otro lado, la sempiterna religiosidad, presente casi en cada página del libro, podría llegar a generar cierto rechazo en determinados lectores. Finalmente, los personajes de Rawles son tan planos, y sus personalidades tan similares, que no es fácil empatizar con ellos.

Así, “Supervivientes” puede no ser plato del gusto de un público mayoritario. El volumen anterior de la serie, aun contando con los mismos “defectos”, se leía con mucho más interés. Por lo tanto, desde El Mar de Tinta recomendamos esta novela a quien haya leído y disfrutado “Patriotas”, pero consideramos que un lector que no conozca dicha obra podría encontrar esta segunda incursión literaria de James Wesley Rawles bastante decepcionante.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *