Te escucho: alegato sobre la comunicación y la sinceridad

Soledad, amor y secretos familiares. Temas comunes y, a la vez, capaces de conformar un libro intenso, apto para embelesar al lector en su totalidad. “Te escucho” es el título con el que la italiana Federica de Paolis ha conseguido dar el salto en calidad como escritora dentro de nuestras fronteras. El sello Alevosía es el acompañante de honor.

El rumbo de Diego Tribeca, escritor de guías turísticas para la revista “Lonely Planet”, da un giro de 180 grados tras sufrir un desprendimiento de retina durante su estancia en Shanghai. Dispuesto a operarse para recuperar el ritmo de vida frenético que le da sentido a su existencia, vuelve a su casa familiar en Italia. Sin embargo, descubre una faceta hasta ahora inhibida, la de escuchar, que le atará allí más tiempo del esperado.

Debido a un problema en la línea telefónica, Diego recibe todas las llamadas salientes realizadas desde cuatro domicilios del edificio. Al principio, le engancha la curiosidad. Después, las ganas de ayudarles a solventar sus problemas. Pero lo que más le retiene pegado al auricular es la necesidad de huir de la soledad acuciante, una apisonadora de la que no había sido consciente hasta ese momento. Sus padres han muerto, su hermana vive en Estados Unidos, y a él sólo le queda la satisfacción de identificarse con las inquietudes de otros. Gracias a ellos aprenderá a conocerse a sí mismo.

Los escuchados

Las primeras llamadas las emite Pietro. Acaba de romperse la nariz y en pocos días le operan para colocarle el tabique. Vive con Agnese, su pareja, quien desgraciadamente acaba de perder el hijo que llevaba en su vientre. Bajo ese techo todo es caos, discusiones, falta de horizonte.

Los siguientes escuchados también son una pareja joven, Irene y Stefano. Ella está obsesionada con ser madre. Por alguna extraña razón no puede quedarse embarazada y ambos se someten a unas pruebas de fertilidad. El distanciamiento entre ellos aumenta mientras él libera sus preocupaciones manteniendo aventuras amorosas con mujeres a las que conoce en Internet.

Giuly es una adolescente anoréxica. Diego le pone el apodo de “Garza”. Absorta en su reproductor de música y en vomitar todo lo que come para ser poco más que un espíritu arrastrado por el aire, Giuly tiene una amiga, Titti. Su madre ni si quiera se percata de la enfermedad de su hija.

La cuarta inquilina es Marta, en proceso de superar un cáncer de mama. El único que lo sabe es Fabrizio, su ex. Las llamadas de Marta son una lucha contra sí misma. No quiere compartir su secreto por miedo a provocar lástima, pero se siente sola, atrapada en su propia desgracia. De cara al exterior, Marta es una mujer fuerte de la que nadie diría que lleva una peluca para ocultar la dolorosa verdad.

Incomunicación, fuente de problemas

Agnese y Pietro; Irene y Stefano; Giuly y su madre; Marta y el mundo. Todos tienen un denominador común: la falta de comunicación como fuente de conflicto. No ser sinceros desemboca en una situación de desconcierto en la que Diego tiene una posición aventajada, desde el otro lado del auricular. Inmiscuyéndose en los sentimientos de los demás descubre la tara de su propia vida, el aislamiento, arma para no experimentar en sus carnes el desasosiego de sus vecinos.

Tras pasar por quirófano, Diego permanece en reposo un tiempo, con el ojo tapado y prácticamente sin pisar el suelo de la calle. Su mayor entretenimiento consiste en tumbarse cerca del teléfono, preparado para descolgar en cuanto suene. Pronto se da cuenta de algo: siente envidia. Sus vecinos no son perfectos ni ejemplares. No obstante, tienen algo o alguien por lo que pelear, a lo que deberse, con quien compartir cenas, salir a pasear o intercambiar palabras.

El solitario hombre del antifaz va recuperándose y busca la manera de toparse con Agnese, Irene, Giuly y Marta. Ellas inicialmente desconfían de aquel extraño de trato amigable, que parece entenderlas al dedillo. En esta búsqueda de la identidad personal, Diego retoma el contacto con su hermana Sonia y descubre cosas de su pasado que le cambian la perspectiva de su presente y su futuro.

Alevosía se estrena con de Paolis

El nacimiento de Alevosía se produjo hace dos meses. Fue cuando la hermana mayor, Editorial Siruela, decidió presentarla en sociedad coincidiendo con su trigésimo cumpleaños. Según los responsables del recién estrenado sello, el objetivo es dar cabida a todo tipo de géneros siempre y cuando supongan una lectura “inolvidable y conmovedora”. No se puede negar que “Te escucho” es una de esas.

La portada como primer elemento atrayente, resulta muy evocadora: la vista pasa a segundo plano, tapada por una trenza; la boca y el oído son los sentidos protagonistas. “Te escucho” es la metáfora de la comunicación como herramienta fundamental para sobrevivir. Basta leer la esquina superior derecha: “Escuchar lo es todo…” para comprenderlo.

Federica de Paolis nació en Roma en 1971. Su trayectoria profesional se fundamenta en la publicación de artículos sobre cine y en enseñar escenografía en el Instituto Europeo di Design. En España no conocíamos sus habilidades literarias hasta la llegada de “Te escucho”, una amalgama de fracasos, enfermedades y desilusiones que requieren de la capacidad auditiva humana para superarse con éxito. Es, más allá de una historia ficticia, la realidad trasladada a doscientas cuarenta páginas de misterio y sorpresas con una alta dosis de pasión.

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