Tierras rojas

A día de hoy, existen escasas voces literarias en el ámbito de la Fantasía tan reconocibles como la de Joe Abercrombie. Sus personajes, dotados de una humanidad pocas veces vista en novelas del género, se mueven por un mundo que se diría pintado utilizando una paleta que sólo contara con diversos tonos de gris.

Novela tras novela, el autor británico se ha dedicado a ofrecernos una visión muy particular de determinados elementos característicos de la narrativa fantástica clásica, enfocados desde una perspectiva adulta en la cual no se escatima ni con el sexo ni con la violencia. Algo apreciable con todo lujo de detalles (sobre todo en lo que a la violencia se refiere) en “Tierras rojas”, su más reciente novela, publicada en castellano por Alianza Editorial en su colección Runas.

Niños robados

Cuando la joven Shy Sur y su padre adoptivo Lamb regresan a casa tras haber vendido unos sacos de grano, se encuentran con un cuadro dantesco. Su hogar ha ardido, el inofensivo anciano que vivía con ellos ha sido brutalmente asesinado, y Ro y Pit, los hermanos pequeños de Shy, han desaparecido. Shy no tardará en conocer la identidad del responsable, al tiempo que descubrirá que los pequeños han sido secuestrados con un propósito incierto.

Decididos a hacer cualquier cosa con tal de recuperar a los niños capturados, Shy y Lamb iniciarán un arriesgado viaje al Oeste, hacia la Tierras Lejanas. En el trayecto conocerán a toda suerte de personajes: el legendario y envejecido explorador Dab Sweet, el cobarde abogado Temple (miembro de la compañía de mercenarios liderada por el infame Nicomo Cosca), el taciturno guerrero Savian, y muchos otros. Todos ellos se moverán por escenarios de naturaleza salvaje y sórdida civilización, en una tierra dominada por la fiebre del oro en la cual la muerte acecha en cada recodo del camino.

El salvaje Oeste

“Tierras rojas” no es una novela de Fantasía al uso. Lo cierto es que ninguna de las obras de Abercrombie lo es. Sin embargo, en esta ocasión el escritor riza el rizo al ofrecernos lo que no es sino una historia “del oeste” disfrazada de narración fantástica. Un genuino western en el cual no falta prácticamente ninguna de las señas de identidad del género.

¿No nos creen? Veamos: tenemos a los Fantasmas, claros trasuntos de los “indios” de toda la vida. Contamos con una caravana que se dirige hacia el Oeste la cual, en determinado momento, debe hacer frente al ataque de un grupo de Fantasmas recurriendo a la ya clásica formación en círculo. La fiebre del oro es una de las principales motivaciones de quienes se encaminan hacia poniente para intentar cambiar de vida. Y cuando llegan a su destino, esos viajeros se encuentran con la típica ciudad fronteriza, construida de cualquier manera, plagada de tugurios y prostíbulos.

Si a todo lo anterior sumamos duelos (no con revólveres, eso sí), alguna estampida, guerreros (pistoleros) letales con un pasado misterioso y la certeza de que todo un pueblo (los Fantasmas) está condenado a desaparecer por culpa de unos invasores decididos a arrebatarles sus tierras, los paralelismos con tantas historias clásicas ambientadas en el lejano Oeste norteamericano resultan más que evidentes. Cualquier lector que, además de disfrutar con el género fantástico, sea aficionado al western, quedará sin duda gratamente sorprendido con la lectura de “Tierras rojas”.

La sombra de Eastwood

Abercrombie dedica “Tierras rojas” a dos personas: a Teddy (ignoramos de quién se trata) y a Clint Eastwood. La razón de tal dedicatoria resulta evidente para quien esté familiarizado con el cine de Eastwood, ya que en la novela que nos ocupa es bien fácil detectar detalles que enlazan con películas como “El fuera de la ley”, “El jinete pálido” o, fundamentalmente, “Sin perdón”.

“Sin perdón” es una extraordinaria obra maestra, dirigida e interpretada por un Eastwood decidido a homenajear al género cinematográfico que le hizo popular. Se trata de una verdadera carta de amor al western y, al mismo tiempo, su tono decididamente crepuscular la hace funcionar como una sentida despedida a un tipo de producciones las cuales, con escasas excepciones, no han vuelto a tener relevancia en las taquillas. El magnífico trabajo de Eastwood y compañía mereció cuatro premios Oscar: mejor película, director, actor de reparto (un espléndido Gene Hackman) y montaje.

¿Por qué afirmamos que “Tierras rojas” y “Sin perdón” guardan una estrecha relación? Los motivos son abundantes. En primer lugar, el protagonista de la película es un viejo pistolero, tremendamente sanguinario, que tras conocer a una buena mujer decidió colgar las pistolas, cambiar de vida y dedicarse a cuidar de su granja y de su familia. Prácticamente igual que ocurre con Lamb. Y ambos hombres abandonan esa vida hogareña (por motivos bien distintos, eso sí) para vivir la que podría ser su última aventura y reencontrarse con una parte de sí mismos que desearían haber desterrado para siempre.

Por su parte, Nicomo Cosca va acompañado por un escritor, encargado de redactar su biografía, el cual descubre con horror que el líder mercenario no es la persona admirable que pensaba. Algo parecido ocurre con el sheriff interpretado por Hackman y el pusilánime biógrafo que le arrebata al pistolero a quien da vida el gran Richard Harris. Podríamos seguir, pero sin duda ya se habrán hecho una idea de por dónde van los tiros.

Un autor imprescindible

Joe Abercrombie no llega a ser ese fenómeno de masas que es George R. R. Martin, y seguramente no fascina con su prosa a tantos lectores como Patrick Rothfuss, por citar dos ejemplos ilustrativos de autores punteros de la Fantasía actual. Sin embargo, no cabe duda de que cuenta con una voz propia muy reconocible, tiene una facilidad pasmosa para crear personajes fascinantes llenos de matices y, además, le encanta dar unas cuantas vueltas de tuerca a conceptos clásicos del género.

“Tierras rojas” es un libro perfecto para iniciarse en el particular universo del autor inglés. Si bien aparecen en sus páginas varios personajes de novelas anteriores, ello no implica dificultad alguna a la hora de disfrutar con la historia. En cuanto a los fieles seguidores de Abercrombie, su obra más reciente les depara unas cuantas sorpresas, abundantes (y anhelados) reencuentros y todo aquello con lo que ya pudieron disfrutar en historias precedentes.

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