Toda la verdad sobre las mentiras
La infancia es una etapa extraordinaria y aterradora a la vez. En ella se combinan una capacidad casi infinita para maravillarnos y, por desgracia, la impotencia de no ser capaz de hacer determinadas cosas por no ser lo bastante mayores. Así, nuestra niñez se compone de alegrías y pequeños triunfos, pero también de miedos y frustraciones.
Hace falta tener un talento y una sensibilidad muy especiales para poder echar la vista atrás y, combinando vivencias personales con elementos ficticios, crear un retrato fiel de un periodo que la mayoría de nosotros conservamos muy vivo en nuestros corazones, a pesar de lo lejano que pueda quedarnos ya. Todo un desafío al cual José Antonio Palomares se ha enfrentado con una maestría envidiable.
Madrid, años ochenta
El protagonista de “Toda la verdad sobre las mentiras” (trasunto en cierto modo del autor) vive en un pequeño piso de un barrio humilde de la capital con su madre, su padre y su hermano pequeño. La familia lidia con las inevitables estrecheces económicas derivadas de la precaria situación laboral del progenitor, algo que obliga a ahorrar en todo lo que se pueda, ya sea elaborando yogures caseros o fabricando jabón para fregar los platos (laborioso ritual en el cual participan todos).
La mirada inocente e inquisitiva del joven narrador de la novela nos permite asomarnos a una época sencilla y entrañable, en la cual una televisión en color o un reproductor de cintas de video otorgaban un estatus envidiable a sus afortunados poseedores. Un tiempo en el que unas semanas en el pueblo eran la alternativa barata a un utópico veraneo en la costa. Unos años durante los cuales las canicas y las chapas proporcionaban incontables horas de diversión, y un inocente beso de la compañera de clase que te gustaba aceleraba tu corazón y teñía de rojo tus mejillas.
Amigos, rivales y familiares
“Toda la verdad sobre las mentiras” destaca sobre todo por los personajes que la protagonizan, soberbiamente trazados. Son numerosos los niños que se pasean por las páginas, empezando por el narrador (imaginativo, enamoradizo, hábil con las canicas pero mal futbolista) y su hermano pequeño, el inocente Miguel, a quien chincha continuamente, a la vez que es capaz de pelear con quien haga falta para defenderle. Junto a ellos desfilan compañeros de clase como Iván (amigo leal), el Espagueti (archienemigo), el Piraña (el sempiterno niño con sobrepeso) o Silvia Novoa (el primer amor).
Las mujeres de la familia también cuentan con un papel importante en el libro que nos ocupa. Marta es la madre abnegada, ama de casa intachable (de esas que no soportan ver una mota de polvo), estupenda cocinera y silenciosa sufridora. Ana, su hermana pequeña, es tan atractiva como incapaz de encontrar un hombre bueno a quien amar. Y la abuela Julia es una señora “de las de antes”, una mujer buena y noble cuya vida transcurre apacible en el pueblo donde nació.
Finalmente, hay que mencionar a los dos hombres que funcionan como referentes en la vida del narrador de “Toda la verdad sobre las mentiras”. Por un lado tenemos a su abuelo Nicolás, un caballero fuerte y recio, curtido por el duro trabajo de sol a sol en el campo. Paradigma de honradez, Nicolás contrasta con la figura de Ángel, el padre del protagonista. Alcohólico, ludópata, ladrón, embustero y maltratador, en la persona de Ángel se acumulan tantos defectos que resulta muy difícil sentir simpatía alguna por él. Sí acaso, del profundo desprecio que provocan sus acciones acaba por surgir una cierta lástima ante un hombre que no podría estar más alejado de lo que debería ser un buen padre de familia.
El encanto de la nostalgia
Como ya hemos comentado en otras ocasiones en El Mar de Tinta, una de las tendencias más exitosas en el panorama editorial español actual es aquella centrada en el recuerdo de la década de los ochenta del siglo pasado. Existen numerosos libros (algunos de ellos con un éxito abrumador) dedicados a recoger en sus páginas todo tipo de aspectos relacionados con aquellos maravillosos años.
“Toda la verdad sobre las mentiras” también juega la carta de la nostalgia, si bien en esta ocasión se opta por hacerlo en el campo de la narrativa. Palomares nos ofrece una obra, emparentada con el “Cuéntame cómo pasó” televisivo, en la cual todo lector de cierta edad se reconocerá de inmediato en algún momento. Las páginas de su novela evocan mil y un detalles de un tiempo en el cual los niños, teniendo muchas menos cosas con las que divertirse en sus momentos de ocio, eran probablemente más felices que quienes parecen disfrutar pegados a los mandos de la consola hoy en día. Tiempos más sencillos, imposibles de olvidar para quienes los vivimos.
Sobre el fin de la inocencia
José Antonio Palomares, además de servirnos de guía por el sendero del recuerdo, ha conseguido con su nueva novela retratar de un modo sumamente efectivo la pérdida de la inocencia que todos hemos experimentado antes o después. El protagonista principal de “Toda la verdad sobre las mentiras” se enfrenta en el libro a situaciones difíciles, las cuales harán que abra los ojos frente a una realidad incómoda. Algo tan doloroso como inevitable, descrito por el autor con un estilo sobrio y una exquisitez digna de admiración.
“Toda la verdad sobre las mentiras” (publicada por Plaza & Janés) es una novela extraordinaria, una verdadera sorpresa con cuya lectura hemos disfrutado enormemente en El Mar de Tinta. Un libro inolvidable, en definitiva, que fascinará a quien desee disfrutar rememorando cómo era la vida en la España de hace unas cuantas décadas.