Tom Z. Stone: Let it Be

Uno de los aspectos más curiosos de la marea zombi que se ha enseñoreado de la literatura terrorífica en los últimos tiempos es su tremenda versatilidad. Con el trasfondo omnipresente de una epidemia de muertos vivientes (de orígenes cada día más dispares), autores de todo tipo han tocado una inmensa variedad de temas y géneros. Uno de esos géneros es la novela negra, y Tom Z. Stone: Let it Be es un claro ejemplo de cómo un escritor con talento es capaz de construir una historia fascinante y original a partir de mimbres de sobra conocidos.

Tom Z. Stone murió hace un par de años. Sin embargo, al igual que millones de personas en todo el mundo, resucitó el 7 de agosto de 2012 (fecha que pasó a la historia como el día del Fenómeno Reanimación). Nadie sabe la razón de tal resurrección masiva, pero lo que sí se sabe es que los reanimados (personas absolutamente normales, si se descarta el hecho de que están muertos) tienen fecha de caducidad: unos dos años después de su reanimación (mes arriba, mes abajo), obedeciendo a la Ley del Decaimiento, los revividos acaban convertidos en seres descerebrados obsesionados por devorar carne humana. Como los zombis de toda la vida, vaya.

Un caso complicado

Por mediación de su buen amigo el comisario Garrido, Stone conocerá al reverendo Manfredo Blanco-Alcázar, cabeza visible de la Iglesia del Descanso Eterno (una suerte de secta ultra religiosa cuya idea principal es que los reanimados deberían volver de inmediato a las tumbas que nunca debieron abandonar). Blanco-Alcázar busca a su hijo, un joven revivido al que “convenció” para que regresara al panteón familiar tras su resurrección.

Al ir a enterrar a su esposa recientemente fallecida, el reverendo constató que su hijo ya no se encontraba en la cripta, y ahora su obsesión es encontrarle y tomar medidas para remediar tan antinatural situación. Muy a su pesar, Stone no sólo habrá de aceptar el caso, sino que se verá obligado a formar equipo con Gregorio Espinosa, alias “el Sanguinario”, jefe del crimen local con quien tiene ciertas cuentas pendientes. Ambos se moverán por un peligroso submundo habitado por traficantes de drogas y personajes de mala catadura, a la caza del esquivo BMV, un misterioso personaje que controla la venta de una nueva droga conocida como “Lázaro”, y en cuyas manos parece encontrarse la verdad sobre la desaparición del hijo de Blanco-Alcázar.

Lo mejor de dos mundos

J. E. Álamo ha conseguido amalgamar los elementos definitorios de la mejor novela negra clásica con apuntes tomados de la tradición zombi (pasada por su particular y original tamiz). El resultado es una novela que atrapa y seduce desde la primera página, con una trama inteligente y sorprendente y unos personajes carismáticos e inolvidables. Tom Z. Stone puede figurar con la cabeza bien alta junto a leyendas como Sam Spade o Philip Marlowe; Gregorio Espinosa y el resto de “villanos” no desmerecerían en absoluto en cualquier libro de Hammett o Chandler; y, por último, la secretaria y amante de Stone, la sensual y valerosa Mati, es una de esas mujeres de bandera que todo hombre desea y toda fémina admira.

En cuanto a los reanimados de Álamo, su peculiar naturaleza permite que podamos disfrutar de momentos de casquería cuidadosamente dosificados a lo largo de la novela (protagonizados por algún que otro “desgastado” tras sucumbir al decaimiento, o después de recibir una dosis de Lázaro), los cuales satisfarán sin duda a los aficionados más radicales al género. Pero lo que encontramos más interesante en El Mar de Tinta es ese conocimiento que los reanimados poseen de lo próximo que está su fin. Un destino tan terrible como inevitable que planea a lo largo de toda la novela y de cuyas consecuencias somos testigos a través de la visión de Stone.

Una realidad alterada

La mayor parte de la acción de “Tom Z. Stone: Let it Be” transcurre en una Valencia alternativa, una ciudad cuyo presente se sitúa en nuestro futuro y, sin embargo, proyecta una imagen anclada en un pasado que se remontaría unas cuantas décadas atrás. No hay teléfonos móviles en la novela, por ejemplo, ni tampoco ordenadores. Todo parece ambientado en una zona nebulosa que podría abarcar perfectamente cualquier momento entre la década de los cincuenta y la de los ochenta del siglo XX.

Existe una explicación para tan curiosa paradoja temporal. Parte de ella se intuye en el libro que nos ocupa, si bien el germen de la misma hay que buscarlo en Tom Z. Stone, la obra que le precede y en la cual el detective de origen galés hizo su primera aparición hace algo más de un año. Evidentemente, no creemos adecuado desvelar aquí dicha explicación. Sin embargo, estamos seguros de que sorprenderá al lector y enriquecerá todavía más su percepción de la novela.

Pasado y futuro de Tom Z. Stone

“Tom Z. Stone”, publicada en 2011 por Dolmen en su más que imprescindible Línea Z, se convirtió de la noche en la mañana en todo un éxito de crítica y ventas, lo cual garantizó la continuidad de las aventuras del carismático detective privado. Entre los diversos reconocimientos al buen hacer de J. E. (Joe) Álamo destacan la consecución de galardones como el Premio Pandemia a la mejor novela de zombis y el Premio Tormo Negro a la mejor novela policíaca.

¿Qué le depara el futuro al bueno de Stone? Cuanto menos, una aventura más: “All you need is Love”. Deseamos de todo corazón que no sea la última vez que podamos disfrutar con las andanzas de uno de los personajes más interesantes que ha dado la literatura patria reciente, y que tengamos ocasión de volver a visitar muchas veces ese mundo paralelo creado por Álamo, donde unos jóvenes Beatles entonan sus míticas canciones a favor de los reanimados. Un mundo en el cual, con zombis o sin ellos, a muchos nos gustaría vivir.

Una respuesta a «Tom Z. Stone: Let it Be»

  1. Estamos ante una original novela que da un giró espectacular a todo lo que sabiamos sobre los zombis. Además, plantea temas muy interesantes, cómo las diferentes reacciones de la sociedad ante el hecho de que los muertos caminan entre nosotros y se toman su café en el mismo bar al que vamos de cañas,los sentimientos de los reanimados conocedores de su fatal destino o la problemática de los derechos de los reanimados porque ¿Quién va a condenarme por matar a un muerto?.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *