Vencer al dragón

“Vencer al dragón” es la primera novela en la serie “Winterlands” de Barbara Hambly. Originalmente publicada en 1985, Ediciones B vuelve a lanzar este clásico de la literatura fantástica con un volumen en gran formato que no pasará desapercibido.  La obra de Hambley inspiró a autores del calado de R.A Salvatore, Neil Gaiman, Brandon Sanderson o el mismísimo George R.R. Martin.

La gruta de Ylferdun ha sido ocupada por el dragón Morkeleb el Negro, y para el ingenuo Gareth la solución es fácil, ¡hay que buscar a John Aversin, el Vencedor de Dragones! Pero las cosas nunca salen como uno desea y Gareth descubre que su héroe de brillante armadura es sólo un señor mayor con anteojos que conoció tiempos mejores. Al lado del paladín la hechicera Jenny Waywest, madre de sus dos hijos, tampoco parece muy impresionante. Pero las hazañas más peligrosas muchas veces son llevadas a cabo por las personas más insospechadas.

Un príncipe, una maga, un guerrero y un dragón

Alrededor de una hoguera se sientan un príncipe, una maga, un guerrero y un dragón, cuatro de los grandes estereotipos de la literatura fantástica. Sin embargo el príncipe es flaco y no muy agraciado, el guerrero lleva gafas y le van los libros, la maga parece un ratoncillo y el dragón tiene una conversación de lo más interesante. Todo esto (que en pleno 2017 pueda no parecer demasiado novedoso) lo fue allá por los años 80, cuando se publicó la novela.

De todos los personajes citados, es la maga Jenny Waynwest la que acapara la atención. Una maga cuarentona, feúcha y de poderes limitados. ¿Y por qué son limitados? Porque la mujer está desgarrada por una dualidad muy actual: o se dedica en cuerpo y alma a los poderes de la hechicería (un camino duro y sin duda solitario)  o se dedica a su familia y la magia menor.  Pero cuidado, no hay que caer en la tentación de comparar a Jenny Waynwest con una ambiciosa ejecutiva centrada en su carrera… la búsqueda de Jenny es mucho más profunda y espiritual.

[quote]Había una magia que ella nunca había soñado en la luz de ciertas estrellas, un conocimiento no tocado en las mentes oscuras de los dragones y en el canto de las ballenas en el mar. La casa de la colina que amaba tanto volvió a ella como el recuerdo de una prisión estrecha; la forma en que se aferraban las manos pequeñas a sus faldas le parecieron durante un momento solo lazos que le impedían caminar.[/quote]

Prosa poética al servicio de la espada

La pluma de Barbara Hambly llama la atención por ser más lírica de lo habitual en el género fantástico, y está llena de metáforas sorprendentes y símiles elaborados. Resulta  llamativo, por ejemplo, el uso que hace de la luz para ayudarnos a visualizar la atmósfera del momento. La luz resbala, se arrastra, centellea en los sitios clave y hace surgir las siluetas del fondo oscuro. Es un recurso plenamente consciente y que se emplea una y otra vez.

[quote]John estaba de pie entre las dos luces altas de las ventanas en punta, era visible solo como un pliegue blanco de manga de camisa y el brillo de vidrio redondo de sus anteojos en la penumbra.[/quote]

Por ponerle una pega diremos que “Vencer al Dragón” peca de una de los lastres más habituales del género fantástico: la lentitud. Bien sea por su afán en recrearse en el escenario (Halnath, Ylferdun, los bosques de Wyr o la ciudad de Bel) bien sea por la insistencia en comprender las motivaciones de los personajes, la historia a veces camina lenta y se beneficiaría de un poco más de agilidad.

Barbara Hambly, de los dragones a las estrellas.

Resulta imposible recoger aquí la profusa bibliografía de la norteamericana Barbara Hambly, pero es de justicia resaltar su papel no sólo como novelista sino también como guionista en las archiconocidos universos de ciencia ficción Star Trek y Star Wars.

La saga “Winterlands” consta además de otras tres novelas que no han sido traducidas al castellano: “Dragonshadow” (1999), “Knight of the Demon Queen” (2000) y “Dragonstar” (2012). Pero “Vencer al Dragón” (“Dragonsbane”) es sin duda la joya de la tetralogía, un clásico de los años 80 catalogado como juvenil pero imprescindible para los amantes del género fantástico de todas las edades.

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