Vida en el universo

La búsqueda de vida extraterrestre requiere de la complementación de un amplio número de disciplinas como la biología, la química, la astrofísica o la geología. Como resultado ha emergido un nuevo campo, el de la astrobiología, que se ha ido consolidando a la luz de prometedores descubrimientos propiciados por la exploración espacial. Lewis Dartnell describe en “Vida en el universo” cuya traducción al castellano publica Alianza Editorial- las principales líneas de investigación de esta rama incipiente reuniendo los indicios obtenidos hasta la fecha de edición, en el año 2007.

El éxito de una búsqueda radica en gran medida en saber lo que se busca. En el caso de la vida en el Universo contamos, de momento, con el único ejemplo de la vida terrestre. Por esta razón, la primera parte del libro está dedicada a describir la vida tal y como la conocemos. Aunque podría ser posible que se haya desarrollado en otros lugares del cosmos de manera completamente distinta, Dartnell explica que hay razones para pensar que la vida extraterrestre no debiera ser necesariamente muy diferente de la nuestra.

Las bases de la vida

El carbono es muy versátil y aparece como un (tal vez el único) candidato para generar las moléculas complejas que forman lo vivo. Toda la vida conocida se basa en la química de polímeros orgánicos como el ADN y el ARN para guardar y transmitir la información. Se menciona a menudo el silicio como alternativa plausible, pero es un elemento que abunda menos en la naturaleza y forma enlaces más débiles, lo que podría resultar determinante.

Asimismo se resalta la importancia de un disolvente como el agua, cuya presencia promueva las reacciones químicas de la vida. Sin embargo, se cree que otros líquidos como el metano o el amoníaco podrían permitir igualmente su desarrollo bajo condiciones adecuadas. Posibilidad que se vuelve muy interesante cuando tenemos en cuenta las condiciones reunidas, por ejemplo, en Titán.

Los límites presentes en la naturaleza permiten inferir bajo qué condiciones sería teóricamente posible encontrar organismos. Por ello, uno de los focos de atención de la astrobiología es el estudio de los llamados extremófilos, microorganismos capaces de vivir en condiciones extremas de temperatura, salinidad o acidez; y de ecosistemas que podrían reproducir en la Tierra las hostiles condiciones que se encuentran fuera de ella, como las fumarolas de las profundidades oceánicas o los valles secos de la Antártida.

Requisitos cósmicos

Dartnell proporciona una introducción asequible sobre la generación de los elementos químicos. Hace referencia a la nucleosíntesis primordial, que daría lugar a los primeros átomos poco después del Big Bang. También a la génesis de los metales (en astrofísica, todos los elementos más pesados que el helio), en el corazón de las estrellas.

De todas las particularidades de nuestro hogar cabe distinguir aquellas que fueron realmente cruciales para propiciar la emergencia de la vida. La composición rocosa de la Tierra, masa capaz de albergar calor durante suficiente tiempo y de retener una atmósfera, un campo magnético generado por la rotación del núcleo o el desarrollo de una tectónica de placas, parecen ser algunas de ellas.

El tipo de estrella que es el Sol, una enana de tipo G, también parece un hecho a tener en cuenta, puesto que las estrellas más calientes consumen con rapidez todo su combustible. La zona en la que se considera posible la presencia de agua líquida es un anillo conocido como zona de habitabilidad. Un planeta que se desviara ligeramente de esta franja hacia su estrella sufriría un efecto invernadero devastador, mientras que si se alejara adolecería de una glaciación galopante. Ambos escenarios están representados en el Sistema Solar por Venus y Marte, respectivamente.

Además, los modelos actuales predicen que la región contenida en la zona de habitabilidad de una estrella como el Sol es demasiado cálida para que, en su proceso de formación, los planetas incorporen elementos volátiles. De modo que toda el agua que alberga la Tierra provendría del aluvión de asteroides y cometas acaecido durante la fase de bombardeo intenso tardío.

Los otros oasis celestes

A la luz de toda la información extraída, se perfilan varios candidatos a albergar vida en nuestro vecindario cósmico. Marte, que ha sido foco de fantasías extraterrestres desde la época de Schiaparelli, ocupa un lugar privilegiado. Dartnell dedica un capítulo entero a explicar que el planeta rojo no fue siempre el lugar frío y seco que conocemos, sino que está repleto de huellas de un pasado marcado por inundaciones catastróficas.

Lejos de ser el único, hay otros lugares interesantes además de Marte. Por ejemplo, la luna joviana Europa, que bajo una capa superficial de hielo parece albergar un océano de agua líquida. Una maravilla solo posible gracias a las fuerzas de marea provocadas por el tirón gravitatorio de Júpiter. En las inmediaciones de Saturno, los géiseres de Encélado reciben también la atención de los astrobiólogos. Por no hablar del satélite Titán, que posee una superficie activa con criovulcanismo (con erupciones posiblemente de agua y amoníaco), donde el metano podría jugar el papel del agua en la Tierra.

Cada vez se ve más cerca el momento en que se logre observar directamente la atmósfera de un planeta extrasolar. El último capítulo de este libro recoge los pinitos de la búsqueda de planetas fuera del Sistema Solar, una rama de la astrofísica que ha experimentado una auténtica revolución con los recientes descubrimientos del satélite Kepler. Se hace especial hincapié en un tipo de estrellas particularmente longevas, las enanas rojas, y en la posibilidad de que los satélites de un Júpiter caliente que haya migrado a la zona de habitabilidad reúnan las condiciones necesarias para el desarrollo de la vida.

Sobre el autor

Lewis Dartnell se graduó en Biología en el Queen’s College de Oxford  y se doctoró en el University College de Londres con una tesis sobre astrobiología y la posibilidad de vida en Marte. Actualmente sigue la misma línea de investigación en el Centre for Planetary Sciences.

Bajo el título “Vida en el universo”, Darnell explica de forma asequible las bases de una nueva rama de la ciencia que busca dar respuesta a una pregunta básica en la Historia, compartiendo con todos la increíble búsqueda de vida en otros planetas.

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