Casanova y la mujer sin rostro

Bajo el sello de la editorial Siruela se presenta el primer caso para Volnay, el comisario de las muertes extrañas. Los secretos de alcoba determinan la vida palaciega y política en la corte del rey Luis XV. Espías y asesinos se esconden en los lugares más recónditos de París en esta voluptuosa novela ambientada en el siglo XVIII, y que ha sido merecedora del prestigioso premio Sang dÈncre 2012.

El empresario y escritor francés Olivier Barde-Cabuçon muestra en “Casanova y la mujer sin rostro” los tira y afloja de la cuerda del poder en el Versalles previo a la gran revolución. Un monarca débil y demasiado aficionado a la cama (en todos los sentidos) deja la toma de decisiones en manos de diferentes cortesanos y nobles. Entre ellos destaca la condesa de Pompadur. El autor despliega un amplio conocimiento de la época y los personajes más destacados del momento para servir de telón de fondo a su personaje principal: el caballero Volnay, comisario de las muertes extrañas. Deberá resolver un caso de asesinato tan espeluznante como peligroso. Su vida y la del rey Luis XV están en peligro.

Muerte y belleza

El cuerpo sin vida de una mujer desfigurada es encontrado de madrugada en una transitada calle de París. Le han arrancado el rostro, haciendo imposible su identificación. Al menos eso es lo que parece. Sólo el joven Volnay, recientemente nombrado por el rey “comisario de las muertes extrañas” puede desentrañar el misterio. Acude al escenario del crimen y descubre, estupefacto, una carta lacrada con el sello real oculta en los pliegues del vestido de la muerta.

Haciendo uso de su privilegiada mente y los recursos de un monje hereje aficionado a la alquimia, pronto descubre que la joven en cuestión es una de las numerosas amantes del rey. La carta no puede caer en malas manos, decide ocultarla y, con ello, sella su silencio. Esta acción, en principio pensada para salvaguardar la integridad de Luis XV, pronto se convierte en una hoja de doble filo. La condesa de Pompadur, una extraña orden asesina y el inspector de policía persiguen y espían a Volnay con el único objetivo de hacerse con tan importante misiva.

En este complicado juego de intrigas Volnay encontrará un extraño compañero de infortunio, el galante Giacomo Casanova, testigo accidental de la muerte de la joven. Uno y otro tratarán de desentrañar el misterio de la carta y de la muerte de la chica usando diferentes métodos. Casanova la alcoba y Volnay la ciencia.

El nacimiento de un personaje emblemático

“Casanova y la mujer sin rostro” supone el debut de un personaje genial, el caballero Volnay, comisario de las muertes extrañas. Puede despertar la curiosidad del lector el hecho de que sea Casanova y no Volnay quien aparezca en el título. Sin embargo, el italiano tiene un papel fundamental en la trama. Sirve de contrapunto para definir la figura del comisario. Si Casanova es voluptuoso, desenvuelto y desinhibido, Volnay es íntegro, serio y paciente. Las características más ruines de uno sirven para ensalzar las virtudes del otro. Es un juego interesante y divertido a la vez.

Los personajes, reales y ficticios, demuestran una gran cohesión interna. Cada uno de ellos, cortesanas, políticos, asesinos, miembros de la Masonería o de cualquier otra orden secreta están perfectamente integrados en el escenario que Barde-Cabuçon ha dibujado para ellos. La ciudad de París de mediados del siglo XVIII ve desfilar a todos estos seres como si de una mascarada italiana se tratase. Todos llevan su máscara exterior revestida de fuertes convencionalismos sociales para ocultar una realidad interna más oscura. En este sentido sólo Casanova con su desenfrenada vida parece estar libre de toda ocultación.

La novela se presta a una lectura detallada. Las descripciones de París y Versalles, la corte de Luis XV, sus amantes (en especial la condesa de Pompadur) se muestran ante el lector con una veracidad exquisita. Demuestra un gran conocimiento de la época, las costumbres y juegos políticos que desencadenaron la Revolución francesa.

La “originalidad” de un mito

El comisario Volnay es, sin duda, una de los personajes más interesantes de “Casanova y la mujer sin rostro”, pero no el más original dentro del género policíaco. No hay que restarle importancia a la belleza de la obra, su sensualidad y realismo pero sí es preciso aclarar algunos puntos oscuros que pueden llamar la atención del lector.

En primer lugar, el personaje del comisario de las muertes extrañas recordará a muchos a Vidocq, el célebre ideólogo y primer director de la Seguridad Nacional francesa (fundada en el siglo XIX). Éste fue quien realmente introdujo el método científico y la ciencia forense, valiéndose de su experiencia. Su figura inspiró la figura de los primeros detectives de la literatura como por ejemplo Auguste Dupin. Incluso Sherlock Holmes puede considerarse heredero de esta figura histórica. Por lo tanto, no puede hablarse de originalidad.

Por otro lado la presencia casi física de la condesa de Pompadur y Giacomo Casanova es un gran acierto. Son personalidades tan potentes que trascienden el papel, casi corpóreos. Ambos no hacen más que avivar la que parece ser la principal característica de la obra: su sensulidad.  El sexo y su poder parecen ser el tema principal y no profundiza demasiado en la situación política que desencadenaría la Revolución. O los avances científicos, velados por el gran interés que suscitaba la alquimia y lo sobrenatural. Una gran oportunidad para profundizar en estos temas que se queda en poca cosa. Las aventuras amorosas del monarca, sus amantes y las juergas de Casanova desvían la atención y crean una falsa sensación de fragilidad interna. Una debilidad que parece encontrar su compensación en la solidez de Volnay pero que le quita un poco de magia a lo que podría haber sido una historia redonda.

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