La mujer rebelde

Vuelve el autor que nos enseñó que debajo de las cantoneras del sueño americano vive una miríada de insufribles y divertidos idiotas. Peter Bagge se baja un instante de los aledaños del trono de Robert Crumb para ofrecer  una obra excelente por varios motivos que enseguida les enumeraremos. La Cúpula nos trae este librillo magnífico con el que salen  a hombros, por centésima vez  con las dos orejas, el rabo y las patas.

Como hicimos con nuestra adorada Olympe, pasamos de puntillas por la historia real que sustente esta edición. La vida y obra de Margaret Sanger están a disposición de los interesados en enciclopedias y bibliotecas tanto físicas como virtuales. Sería prolijo e innecesario el que les habláramos de los muchos méritos de esta mujer y del duro trabajo que realizó. Además, tienen para ello directamente el título al que aquí y ahora nos referimos. Vamos, pues, por otros cerros.

Mismo Bagge. Distinto Bagge

Como primera disquisición, el uso del cómic como medio divulgativo. No suele hallarse en las estanterías obras de tal condición y sorprende con desagrado esta falta. Con sus fórmulas y formatos, el tebeo puede servir con total solvencia para tal menester de la misma forma que lo hacen obras vastas y sesudas como las que suelen publicarse. Y se nos antoja necesario que se prodiguen ediciones como ésta. A todos nos gustan los renglones propios de nuestro arte, sus lugares comunes y sus fórmulas exclusivas. Pero no está demás que abundemos por otras sendas ya que no podemos hacer otra cosa con ello que beneficiarnos. El viejo axioma de “enseñar divirtiendo”, pero esta vez de verdad.

El trazo de Peter Bagge es reconocible a la primera. La cualidad elástica de sus personajes y su facilidad compositiva están aquí también. Un trazo que promueve loas y censuras por igual, pero que a nosotros en concreto nos gusta. Y bastante, oigan. En “La mujer rebelde”, además, se autolimita y prescinde de la desproporción hiperbólica que le vimos dominar con Martini Batón, en la cruel descripción gráfica del padre de Buddy Bradley o las distorsiones anatómicas que tanto disfrutamos en Studs Kirby. Es un Bagge más comedido. Está más cerca de “Apocalipsis Friki” que de las aventuras de “Junior”, pero con toda su personalidad intacta.

La mujer rebelde 1

Bagge no puede, ni quiere cambiar su estilo propio. Pero si que lo adapta a las necesidades de la narración. La estructura de las planchas se organiza bajo criterios estrictos de necesidad narrativa. Sin caer en la cuadrícula iterativa, baila con el tamaño y forma de las viñetas conforme el desarrollo del guión le va demandando. La composición y maquetación son ágiles y entran por los ojos con holgura y alegría. Marca de la casa. Y por continuar con nuestra costumbre de mutar en cascarrabias y aguafiestas tenemos que exponer un reparo. Reparo que se encuentra en el coloreado plano de las páginas que, a nuestro escaso entender, resulta intrascendente. Por más que nos devanamos los sesos, no somos capaces de encontrar las razones del horror por el blanco y negro que parece extenderse por mesas de trabajo e imprentas del ancho mundo. Vaya usted a saber.

Dar vida a la Historia

Mérito de “La mujer rebelde” es también el excelente guión que ha armado Bagge. Ha seleccionado momentos determinados en la vida de Margaret Sanger que nos van a ayudar a comprender mejor a la figura pública y a la mujer que hay detrás de ella. La extracción de situaciones determinadas nos va dando una idea bastante ajustada de cómo se fue modelando su pensamiento. Y de regalo nos muestra las aristas y recovecos de la personalidad compleja y a veces contradictoria de la protagonista.

Bagge domina esto con solvencia. Sus personajes de ficción nunca son unidimensionales. Así, el manejo de una figura con tantos matices no le ha debido resultar extraño. Le ha otorgado a cada actor principal o secundario el tono cierto que ha de tener para apoyar la narración. Otro acierto, para los completistas y minuciosillos, es el añadido final en el que el propio Bagge nos explica qué, quién y por qué aparece en cada viñeta y las motivaciones que le llevaron a elegir unos momentos y no otros. Resumiendo, que se hace tarde: ya están tardando en hacerse con un ejemplar.

Mundo no tan idiota

El neoyorkino Peter Bagge (Peekskill, 1957) saltó a lo más alto del pódium del cómic Underground con su visión distópica de los wasp de clase media de la América profunda llamada “Odio” y que publicó La Cúpula en España. Hijo natural de la cultura pop, se le considera el heredero principal al trono de Robert Crumb.

En el catálogo de La Cúpula podemos hallar el resto de su obra, sobre la que destacaríamos la locura absoluta y desparramada de “Mundo Idiota”, su relato de las pequeñas miserias del mundo del cómic que es “Sudando Tinta” y varios ejemplos de la versatilidad del autor como “Apocalipsis Friki” y “Todo el mundo es idiota menos yo”.

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