París D.F

La editorial Galaxia Gutemberg invita a conocer la pluma del último Premio Dos Passos. El mexicano Roberto Wong debuta con «París D.F» una novela distinta que remueve los deseos más profundos del ser humano. Un viaje onírico entre las luces y las sombras, la vida y la muerte.

Roberto Wong acompaña al lector a un viaje entre dos ciudades, México y París, a través de los ojos de su protagonista. Una travesía en la que el amor, el sexo y la realidad se distorsionan y cobran un nuevo sentido.

Un hecho fortuito

Arturo, un joven farmacéutico, sueña con viajar a París. Las luces y belleza de esa ciudad de ensueño contrastan con la vida gris que tiene en México: un trabajo mal pagado, una madre controladora y un ir y venir sin sentido de su casa al trabajo y viceversa. Sólo el deseo de viajar le mantiene activo. Y ese deseo le lleva a confrontar el mapa de ambas ciudades en un papel. Contempla día a día como las calles de México se transforman en su mente en calles parisinas.

Todo cambiará de la forma más inesperada. Un atracador irrumpe en la farmacia exigiendo medicinas a punta de pistola. La rápida intervención de la policía, abatiendo a tiros al ladrón, deja una honda impresión en Arturo. La contemplación del cadáver, lo cerca que estuvo la bala de matarle a él mismo, le llevan a replantearse su vida y la razón de la misma.

A partir de ese momento su obsesión con París aumenta. La comparación entre ambas ciudades raya la locura. Sus ojos contemplan calles y fuentes francesas allí donde sólo hay contenedores y pobreza. La realidad se distorsiona y sólo la atracción que siente por una prostituta parece traerle a la realidad. Pero, ¿es ella misma algo real?

El realismo mágico

Realismo mágico evolucionado. Esta podría ser la definición perfecta para entender  «París D.F«. Un soplo de aire, y no fresco precisamente, sobre las publicaciones del nuevo año. Porque es precisamente eso: una revisión de esa corriente, ya olvidada por muchos, que tantas cosas buenas aportó a la literatura de los años sesenta y setenta. El término fue acuñado en Alemania años antes para referirse a un estilo en el que la realidad se veía contemplaba a través de hechos insólitos y mágicos sin perder un ápice de verosimilitud. Fue en la literatura hispanoamericana donde mayor impacto tuvo, especialmente en autores como Gabriel García Márquez o Juan Rulfo.

Roberto Wong ha aprendido bien la lección. Su novela es una mezcla perfecta de sueño y realidad, fantasía y delirio en equilibrio estable. Arturo, el protagonista, coge de la mano al lector y le lleva a través de ese mapa imaginario entre París y México. Un lugar en el que la muerte es poesía, y las prostitutas verdaderos filósofos. Separar el sueño de la pesadilla y ambas de la realidad que vive Arturo es a veces complicado. El empleo de dos voces, narrador y protagonista, confunden en una novela ya de por si desquiciante. Ese continuo ir y venir resulta confuso por momentos.

No deja de ser una historia sobre la autodestrucción y la paranoia, por lo tanto es normal que deje cierto poso de incredulidad y asombro en algunos lectores. Aviso a navegante: «París D.F» no es una novela de misterio y asesinatos al uso. Su cercanía al realismo mágico hace de ella algo distinto, apto sólo para paladares que gustan de lo exótico y diferente.

Punto y aparte

Dejando de lado los aspectos más técnicos de la novela lo que queda es una historia de desesperación y desasosiego. No es un cuento feliz. No es una historia bonita. Roberto Wong escribe de forma clara, precisa, y desencantada sobre el amor y la monotonía de una vida sin sentido, la de Arturo. El choque entre el deseo de viajar a otro lugar más amable y hermoso en contraposición con la realidad más rotunda. Jamás podrá cumplir su sueño. Nunca verá París y poco a poco caerá en el olvido.

En el fondo Arturo teme lo que de alguna forma teme todo ser humano: el caer en la nada. No ser recordado y, poco a poco, quedarse en ese limbo impersonal que es la memoria colectiva. La ciudad de París le hace sentirse “alguien” porque puede ser él mismo y no lo que se espera de él. Arturo ve en esa cuidad imaginaria a su otro yo más completo, más feliz y para él, más real.

«París D.F» tiene tantas lecturas como lectores. Puede dejar más indiferente a aquellos que busquen una novela policíaca con un argumento sólido y compacto. La historia se desarrolla en un plano irreal, dejando los hechos veraces (tales como la muerte del atracador, su investigación y demás) en un segundo plano.  Se centra casi exclusivamente en el devenir interior del protagonista, su lucha y su caída. Un interesante desarrollo de la psique y las consecuencias de la desconexión personal.

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