La flor y nata

Mamen Sánchez lleva diez años dedicada a la literatura. A lo largo de esa intensa y productiva década, ha compaginado sus tareas en la dirección de las versiones española y mexicana de la revista “¡HOLA!” con la escritura de libros infantiles (“La estrella de siete puntas”, “El gran truco”) y de novelas tan bien recibidas como “La felicidad es un té contigo” o “Se prohíbe mantener afectos desmedidos en la puerta de la pensión”.

“La flor y nata”, publicado por Espasa, es la nueva propuesta de la escritora madrileña. En esta ocasión, la autora de “Juego de damas” nos ofrece una historia en la cual combina romanticismo y humor con ciertos toque autobiográficos. El resultado es una novela deliciosa que derrocha encanto y se lee de un tirón.

Una boda de postín

Tras entablar amistad con Cara Noland, dama nacida en Italia y casada con un noble inglés, la narradora de “La flor y nata” (una joven periodista española cuyo nombre, curiosamente, nunca se llega a desvelar), acabará conociendo Nelson Noland, hijastro de Cara y heredero de Noland Towers, una imponente mansión inglesa situada en un entorno de ensueño. Tras un primer contacto durante el funeral del padre de Nelson, los caminos de ambos se cruzarán en varias ocasiones, sobre todo una vez que la revista propiedad de la familia de la protagonista de la novela reciba el encargo de realizar un exclusivo reportaje. En el mismo, se anunciará el compromiso entre el joven Noland y Teresa Trotti, la hermosa hija de un acaudalado empresario italiano.

El problema es que la periodista acabará enamorándose del lord inglés, por lo cual no tendrá más remedio que hacer de tripas corazón para satisfacer todos los absurdos caprichos de Teresa, una joven malcriada acostumbrada a ser el centro de atención y a que su deseos se consideren órdenes. Cuando todo parezca indicar que se trata de un enlace de conveniencia, gracias al cual Nelson obtendrá el dinero que necesita para conservar sus propiedades y la Trotti conseguirá un título nobiliario, la narradora albergará serias dudas sobre el futuro de una pareja con casi nada en común. Al fin y al cabo, ¿cómo es posible que un hombre introvertido, dedicado en cuerpo y alma a la ornitología, sea feliz con una mujer cuya vida, saturada de lujos, transcurre de fiesta en fiesta?

Lujo y glamour

La acción de “La flor y nata” transcurre en la década de los noventa del siglo pasado, un tiempo en el cual la prensa rosa arrasaba en todo el mundo, y el amarillismo todavía no se había enseñoreado de las crónicas de sociedad. Así, la protagonista de la novela tiene, gracias a su trabajo, la oportunidad de disfrutar de determinados lujos (sin llegar al nivel de quienes se pasean por las páginas de la revista familiar, eso sí) y de visitar lugares de ensueño (como París o Montecarlo) en los cuales los miembros de la alta sociedad se dejan ver luciendo sus mejores galas y sus joyas más deslumbrantes.

El exponente máximo de ese mundo de inmenso glamour es Teresa Trotti, si bien su belleza y elegancia pierden lustre al ir acompañadas de una personalidad narcisista y de un más que evidente complejo de superioridad. Como nada es demasiado para Teresa, hará que nuestra sufrida narradora se gaste una fortuna para conseguir los servicios del fotógrafo Mario Testino, vestidos de Valentino y joyas (prestadas, eso sí, de Bulgari). Todo ello contribuirá a acrecentar el atractivo de una mujer que, al fin y a la postre, parece preocuparse más por su aspecto que por sus modales.

Literatura feel good

Según la revista literaria francesa “Livres Hebdo”, el género feel good “aborda valores y actitudes que echan por tierra el cinismo de nuestra sociedad actual. La solidaridad, la empatía, el amor y la amistad son puestos en un pedestal”. Es decir, que en un mundo como este en el cual nos ha tocado vivir, donde día sí día también los informativos nos bombardean con desgracias de todo tipo, hay una serie de autores dispuestos a ofrecer una visión amable de la realidad, con el loable objetivo de proporcionarnos unas horas de sano (y necesario) escapismo.

Novelas como “La librería de los finales felices”, de Katarina Bivald, “Mañana lo dejo” de Gilles Legardinier o las obras del genial David Safier bien podrían entrar en esta peculiar categoría, especie de cajón de sastre literario en el cual, por supuesto, “La flor y nata” encaja como a la perfección. Lo cierto es que la tendencia existe y goza de buena salud, hasta el punto de que incluso se puede participar en nuestro país en el “Premio feel good, convocado desde 2015 por Obra social “La Caixa” y Plataforma Editorial.

Una novela encantadora

“La flor y nata” es una novela en la cual no encontrará el lector alardes estilísticos ni sesudas disquisiciones filosóficas. Lo que sí encontrará es a una protagonista que enamora desde la primera página, un grupo de personajes llenos de vida y una historia de amores y desamores narrada con un maravilloso sentido del humor.

En resumen, en El Mar de Tinta consideramos que el libro más reciente de Mamen Sánchez es una pequeña maravilla, digna de figurar junto a novelas como las firmadas por nuestra admirada D. E. Stevenson. Una obra muy recomendable para quien desee evadirse del negro panorama que nos rodea e introducirse en un mundo más amable y mucho más luminoso.

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