Un encantamiento de cuervos

Isobel, a pesar de su juventud, es una artista de prestigio dentro de la comunidad élfica, que aprecia enormemente sus trabajos pictóricos. Sus retratos son la manera perfecta de contentar a los elfos, arrogantes y narcisistas, que necesitan objetos que reflejen sus dones antinaturales, teniendo en cuenta su incapacidad de crear cualquier cosa que pueda considerarse artística, que transmita vida. Por esa razón, cuando Isobel plasma dolor humano en los ojos del retrato del príncipe del otoño, algo impensable para un ser de esa magnitud, comete un grave error que la llevará a cruzar parajes imposibles en pos de salvar su propia vida.

Nocturna Ediciones nos trae a las librerías “Un encantamiento de cuervos” (2018), la ópera prima de Rogerson, que ha conseguido un merecido puesto dentro de los Bestsellers del New York Times entre otras listas reconocidas a nivel internacional. La clave de este éxito instantáneo recae en la facilidad de la autora para reinterpretar los cuentos de hadas y sus temas más clásicos (el amor prohibido, la rivalidad entre iguales, el bien y el mal), de manera que el ambiente es familiar pero muy diferente y misterioso al mismo tiempo.

Un cuento de hadas totalmente distinto

El imaginario cultural contemporáneo nos provee de una descripción de los elfos que suele plasmar de manera sistemática y similar en cada obra artística: bellos, inmortales, vanidosos y egocéntricos, con un sentimiento de pertenencia y arraigo hacia la tierra que se manifiesta ampliamente cuando usan su magia.  Margaret Rogerson, con maestría, toma de esta descripción aquello que más le interesa y nos presenta una imagen más actualizada de la comunidad élfica, donde cada uno de estos seres no son para nada benignos para los humanos, cuyas vidas peligran cuando hay uno cerca. Y es que con estos elfos, malvados, cínicos y tremendamente poderosos, es mejor llevarse cuidado.

Pese a esta renovación del ambiente clásico, la autora utiliza los grandes temas de la literatura, como el nacimiento de amoríos, esta vez entre humanos y elfos, totalmente prohibidos por las leyes de sus mundos; también está presente la eterna contienda entre el bien y el mal, enfocando la elección entre el mal mayor y el mal menor, puesto que a veces es difícil encontrar la buena opción. En este ambiente mágico y casi tenebroso no podían faltar, por otro lado, las rivalidades entre personajes, los combates trepidantes y las huidas más inverosímiles que podían ocurrir en los hermosos paisajes que se relatan. En definitiva, la historia está cargada de grandes momentos, de argumentos conocidos, tratados con perspectivas nuevas que nacen de la mente y el corazón de Isobel, una gran protagonista.

Las chicas son guerreras

Últimamente estamos siendo testigos de novelas de Young Adult cuyos protagonistas se salen de los estándares y tópicos afianzados en el género. Margaret Rogerson, que ha trabajado como antropóloga cultural y es consciente del mundo que nos rodea, toma de nuevo esta idea para construir un personaje principal que destaca por  la diversidad de pensamientos y, sobre todo, por su fuerza mental. Gracias a esta concepción de la protagonista podemos disfrutar de un punto de vista fresco que, tal y como hemos comentado anteriormente, proporciona cierta complejidad a la historia.

Llegados a este punto, desde El Mar de Tinta no podemos dejar de destacar el estilo literario de Margaret Rogerson, que es capaz de plasmar sentimientos y situaciones altamente complejas, pero siempre desde la sencillez de Isobel, quien narra toda la historia desde primera persona. La elección de este tipo de narrador es un acierto, por otra parte, puesto que permite dotar a la crónica de un humor peculiar, permitiendo la permeabilidad del misterio en cada nuevo capítulo. Desconocer, de esta forma, qué es lo que pasa por la cabeza del resto de elfos y humanos que rodean a la pintora y el príncipe. Esta es una de las claves para mantener la intriga durante toda la novela y la autora, como ha demostrado con creces, maneja este recurso de manera notable.

Isobel, como no podía ser de otra manera, es el pilar donde se sustenta toda la historia y por ella y desde ella nace la mayor parte de la trama. El talento que demostró desde pequeña con los pinceles le ha valido para dar el sustento y la protección que su familia tanto necesita en ese mundo impredecible. Es decidida y tiene claro que su supervivencia, en tanto en cuanto es también la de su familia, debe ir por delante de cualquier cosa. Si eso significa decidir entre su corazón y su cabeza, escoge siempre esta última. Por este tipo de razones, la pintora se convierte en un personaje que enamora constantemente al lector, puesto que sus lizas interiores, eliminando de la ecuación todo lo mágico, son las propias de cualquier chica de 17 años. De este modo es muy fácil identificarse con lo que le sucede y, por tanto, quererla aún más si cabe.

Un acierto para los románticos

Nocturna siempre apuesta por novelas diferentes, de diversos enfoques culturales, pero siempre con el foco puesto en ofrecer grandes dosis de literatura en pequeños formatos y con palabras sencillas. Es por eso, entre otras cuestiones, que esta aventura mágica se convierte en singular. En El Mar de Tinta hemos disfrutado la lectura de cada página de “Un encantamiento de cuervos”,  puesto que es una narración sublime, con todos los elementos para ser una novela ligera de esas que te atrapan sin que haya manera alguna de escapar, de las que entretienen y sorprenden de manera grata sin proponérselo.

Rogerson ha conseguido crear una historia independiente, autoconclusiva, que sumerge de nuevo al lector en esas clásicas historias de cuentos de hadas, con los sutiles componentes de las historias más tenebrosas sobre monstruos nocturnos. Esta mezcla tan especial se funden en la novela de forma sublime y da como resultado un éxito asegurado para aquellas personas que disfruten con la fantasía y el romance.

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