Ríos de Londres

La fantasía urbana está de moda. Cada vez hay más series de novelas protagonizadas por magos cuyo ámbito de trabajo es una gran urbe. Por citar un par de ejemplos disponibles en el mercado español, tenemos la saga protagonizada por  Harry Dresden escrita por Jim Butcher (editada por La Factoría de Ideas), o las novelas que Mike Carey ha dedicado a Felix Castor (“El diablo que ya conoces”, publicada por Dolmen, y “Círculo vicioso”, cuya edición debemos a Timun Mas). Ahora, de la mano de Minotauro, un nuevo mago hace su presentación en sociedad: Peter Grant.

Grant es un joven policía novato, que acaba de terminar su periodo de prácticas y se siente decepcionado por no haber conseguido un puesto como detective. En su lugar es  asignado a la Unidad de Seguimiento de Casos, un destino burocrático alejado de las calles. Su futuro se presenta, al parecer, de un monótono color gris.

 Un golpe de suerte

No obstante, Peter descubre por casualidad algo que le capacita para ser un tipo muy especial de agente de la ley: investigando un caso entra en contacto con un fantasma. Sin perder la compostura, el joven policía comenzará a indagar en las circunstancias que rodean a un misterioso crimen y, gracias a ello, conocerá al inspector Thomas Nightingale, miembro único de una unidad de la Policía Metropolitana londinense especializada en amenazas de tipo sobrenatural.

Así, de la noche a la mañana, Grant dejará de ser un policía “de oficina” y se mudará a la Locura, un edificio blindado mágicamente donde viven Nightingale y su silenciosa sirvienta Molly. Allí, el agente aprenderá magia bajo la tutela del inspector, y comenzará a tomar conciencia del peculiar mundo oculto tras la aparente normalidad de la capital inglesa, así como de las sorprendentes criaturas que lo pueblan.

 Los casos de Peter

Al convertirse en aprendiz de Nightingale, Grant verá cómo sus responsabilidades se multiplican. Por un lado, tendrá que investigar los sangrientos crímenes cometidos por un espíritu vengativo en la ciudad, algo en lo que su propia vida (y la de sus seres queridos) estará en juego.

Por otro lado, tendrá que mediar en el conflicto territorial surgido entre el dios y la diosa del Támesis, tarea sumamente difícil que le granjeara tanto poderosos amigos como peligrosos enemigos. Y todo ello mientras estudia lenguas muertas, dedica infinidad de horas a realizar sencillos encantamientos y  descubre el efecto que la magia tiene en las nuevas tecnologías (entre otras muchas cosas).

 Cuéntamelo con humor

Nuestro guía a lo largo del emocionante viaje que nos aguarda entre las páginas de “Ríos de Londres” es el propio Peter Grant, un joven mulato con raíces en Sierra Leona y una peculiar visión de la vida. Acepta con una asombrosa naturalidad su nueva situación, y no tarda en descubrir el enorme potencial para la magia latente en su interior.

Pero Grant no nos aburre con disquisiciones filosóficas o descripciones tediosas. Mientras narra cuanto le sucede, salpica sus impresiones con un agradable sentido del humor, buscando más la sonrisa cómplice que la carcajada, suavizando de ese modo la crudeza de algunas de las escenas de la novela.

La vena humorística del protagonista del libro está presente incluso cuando nos habla de su relación con Lesley (compañera policía) y Berveley Brook (hija de la diosa del Támesis), dotando a sus comentarios sobre los sentimientos que ambas hermosas féminas le provocan  de un aura de comicidad alejada de referencias groseras o subidas de tono. Y no hay que olvidar al bueno de Toby (un perro que pasa a ser propiedad de Peter cuando fallece su anterior dueño) cuya presencia da pie a más de una situación  jocosa, además de resultar muy útil en determinados momentos.

 Magia en tiempos modernos

Leemos en la portada de “Ríos de Londres” la siguiente cita de Diana Gabaldon: “Lo que sucedería si Harry Potter ingresara en la policía metropolitana”. Las similitudes de la obra de Ben Aaronovitch con la de J. K. Rowling no son especialmente importantes, pero hay una de ellas que resulta fundamental. En la novela que nos ocupa, la magia existe, y las autoridades tienen conocimiento de ello, aunque la inmensa mayoría de la población londinense vive ajena a los poderes presentes a su alrededor.

En principio, resulta inevitable pensar en el Ministerio de la Magia y los muggles surgidos de la mente de la creadora del hechicero adolescente más famoso del mundo. También tenemos las figuras del aprendiz y su maestro, un Mago (sí, con mayúscula) con un gran poder y una edad superior a la que aparenta. Pero poco más hay en la obra de Aaronovitch que la emparente con la de Rowling.

Peter Grant es un mago moderno y, como tal, no renuncia a emplear aparatos eléctricos en su día a día. De hecho, pronto descubrirá que la magia tiene un peculiar efecto en elementos tan cotidianos como los teléfonos móviles o los ordenadores, y tal descubrimiento le llevará a teorizar sobre la peculiar relación simbiótica que parece existir entre lo arcano y la tecnología.

De la televisión a la imprenta

Ben Aaronovitch (Londres, 1964), entre otros trabajos, tiene una trayectoria profesional íntimamente ligada con el popular «Doctor Who«, para cuya serie televisiva ha escrito guiones, y protagonizado también algunas de sus primeras novelas. Pero todo escritor busca crear ese personaje que le permita realizarse como autor y, con un poco de suerte, ingresar una buena cifra en su cuenta corriente. Y eso parece haber logrado el señor Aaronovitch con Peter Grant.

“Ríos de Londres” es la primera entrega de una serie que ya cuenta con una continuación en su haber (“Moon Over Soho”), con una tercera entrega de aparición inminente (“Whispers Under Ground”), y de la cual ya se anuncia una cuarta parte para el próximo año (“Broken Homes”). Como suele ser habitual cuando nos encontramos ante una lectura tan entretenida, fascinante y absorbente, desde El Mar de Tinta deseamos a la novela una recepción favorable que garantice la publicación del resto de libros que conforman la saga.

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