El dinero de los demás: la crisis se convierte en novela

Estamos hartos de escuchar y de hablar sobre la crisis económica pero, ¿y si nos la cuentan con humor, poniendo en apuros a los banqueros y navegando en la profundidad de los sentimientos humanos? Así es “El dinero de los demás” (Editorial Ático de los libros): una sátira de Justin Cartwright que cautivará al lector de principio a fin.

Trescientos años de antigüedad no son suficientes para evitar caer en los errores del pasado. El veterano banco londinense Tubal &Co. se encuentra en apuros y necesita una fuerte entrada de capital para parecer solvente ante las agencias de calificación. Como solución Julian Trevelyan-Tubal, el inmediato heredero al puesto de presidente, viaja a Liechtenstein, donde está registrado el fideicomiso familiar, para solicitar un préstamo de doscientos cincuenta millones de libras. El dinero se destinará a reflotar el banco, aquejado de un aluvión de hipotecas basura y de fondos de inversión que financiaron sin resultados óptimos.

Seis historias en una

“Hay principios y hay finales, y hay muchas maneras de contar la misma historia”. Es ni más ni menos que la filosofía con la que Cartwright ha escrito el libro y una frase muy socorrida en diversos puntos del libro. El relato parte del cabeza de familia, sir Harry Trevelyan-Tubal, un anciano que acaba de sufrir un ataque cerebral. Al frente del banco se queda su hijo Julian.

Varios años atrás Sir Harry se encapricha de una joven actriz llamada Fleur, casada con el guionista y productor teatral Artair McLeod. La ambición y las ganas de dar un salto contundente dentro del mundo del espectáculo hacen que Fleur se deje cautivar por los encantos del acaudalado Harry, convirtiéndose en su segunda esposa a pesar de la enorme diferencia de edad. A cambio del varapalo Artair recibe del esposo de su ex-mujer una beca mensual sin fecha de caducidad.

Casi dos décadas después Harry enferma y su aún lozana esposa prefiere mantenerse alejada del hogar, dejando a Estelle al cuidado de su marido. Estelle es la secretaria de confianza de Harry y permanece a su lado por una simple razón: el amor que le profesa desde tiempos ancestrales. Ahora, a las puertas de la muerte, Estelle espera que Harry en un momento de lucidez le declare su amor en compensación a su fidelidad incondicional.

En medio de un contexto familiar delicado y con el banco a punto de quebrar, aparece la periodista novel Melissa Tregarthen, quien a pesar de su corta edad demuestra su buen hacer en el periódico Cornish Globe and Mail de Cornualles. Una fuente anónima se pone en contacto con ella para explicarle los entresijos del banco Tubal y de la noche a la mañana se verá envuelta en una investigación periodística de gran calado nacional. Al final, todos los personajes tienen un grado de protagonismo equiparable, otorgando diferentes perspectivas enriquecedoras a un mismo texto.

Experiencias distintas, aspiraciones similares

Ni si quiera los más ricos alcanzan la felicidad por el mero hecho de serlo. Harry termina sus días enfermo, prácticamente ignorado por sus hijos y su mujer, mientras Julian hereda la presidencia del banco como un príncipe hereda, sin capacidad de elección, el puesto de Rey. No tardará en descubrir que ese no es su mundo y su principal objetivo será deshacerse del banco para buscar su verdadera prosperidad, la que no se cuenta en billetes sino en satisfacciones personales.

El argumento gira desde entonces en torno a las preocupaciones de Julian, agobiado con la posibilidad de no conseguir vender el negocio y de que los medios se hagan eco de la nefasta situación. Las noticias empiezan a filtrarse debido a la anulación de la beca mensual de Artair. Aunque siempre ha sido un fanático de su trabajo, Artair no logra vivir sobradamente con los ingresos que recauda y su supervivencia depende de la pensión enviada por los Trevelyan-Tubal. Melissa se transforma en el hilo conductor de estos acontecimientos dando rienda suelta a una trama absolutamente realista.

Sin embargo, no son los engaños y las artimañas con lo que el lector debe quedarse. Más bien con la fragilidad del ser humano, habitualmente persuadido por las malas artes pero no por ello carente de sentimientos. Los miembros del clan Trevelyan-Tubal “tienen estilo pero no saben de amor. Tienen riqueza pero su riqueza les ha aislado…”, y eso posteriormente les pasa factura. En el lado opuesto vemos a Artair con su falta de recursos y a Melissa luchando contra las trabas del periodismo. Ambos se sienten realizados, cumpliendo sus sueños y no los que un día alguien les impuso.

Ante los errores…

Ante buen argumento, pocas cosas sacan más de quicio a un lector ávido de historias entretenidas que los múltiples errores tipográficos. En algunas ocasiones sobran enlaces en las oraciones subordinadas, en otras faltan; echaremos de menos algún punto y aparte, también en ocasiones algunas tildes. Veremos por ejemplo el uso del singular en un verbo cuando el sujeto es una tercera persona del plural…eso sí, nada que roce lo excesivo.

Como decíamos, un buen argumento eclipsa los errores de edición. “El dinero de los demás” es una novela procedente de las manos de un escritor curtido, y por tanto poseemos la garantía de no defraudar sea cual sea su género literario predilecto. Esta obra, incluso, goza de muy buenas críticas publicadas en “Los Angeles Times”, “The Observer” y “The Independent”. Los 26 capítulos son una breve muestra de que entre la ficción y la realidad las similitudes pueden ser tan profundas como estremecedoras.

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