Anima Mundi: entrevista a Elia Barceló

Elia Barceló regresa a las librerías con un título que hará las delicias de los amantes del género fantástico. Ambientada en Europa, «Anima Mundi: Hijos del clan rojo»  narra es una historia coral de ritmo trepidante. Las maquinaciones, lo oculto y la imaginación se dan cita en este inicio de trilogía que promete mucho. La autora nos cuenta un poco más sobre esta interesante obra publiada en el sello Destino Juvenil.

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Anima Mundi

Pregunta: Su último libro nos ha sorprendido gratamente. Además de contar con su prosa privilegiada, la historia y los personajes atrapan al lector desde las primeras páginas. ¿Cómo surgió “Anima Mundi”?

Respuesta: Muchas gracias. Me alegro de que os haya gustado. Tengo que confesar que a mí también me gustan mucho los personajes de «Hijos del clan rojo», y los que aún saldrán a lo largo de «Anima Mundi». Hay novelas mías que me surgen de una especie de relámpago mental muy rápido. Esta no. Esta surgió muy poco a poco de un modo bastante curioso y poco frecuente en mí: hace varios años, en París, fui a ver una exposición sobre el Titanic y, a la salida, mi hija me animó a comprar un medallón muy bonito, copia de uno que se encontró en la caja fuerte del trasatlántico hundido y que nunca se supo a quién perteneció, por eso lo llaman el Collier Mystère.

Desde el principio supe que ese medallón encerraba una historia pero no conseguía apresarla. Más adelante, empecé a escribir una historia en la que una chica muy joven se enamoraba de un muchacho demasiado bueno para ser verdad y su mejor amiga trataba de evitar la catástrofe porque sabía que ese muchacho no era un humano normal y no la quería por ella misma. Por extraño que resulte, esas dos ideas totalmente dispares se unieron de algún modo y nació karah –los cuatro clanes. A partir de ahí todo empezó a desarrollarse en mi mente. Eso sí, haciéndose cada vez más amplio.

 

P: El libro se ha publicado en un sello juvenil. ¿Son los adolescentes los lectores a los que va dirigida en realidad?

R: Yo rara vez me planteo la edad de los posibles lectores porque escribo historias de las que estoy enamorada para lectores que son como yo y que se van a entusiasmar con esa historia, y los secretos que contiene y los misterios que planteo, que se van a dar cuenta de los guiños que uso, que van a tener curiosidad por mirar en internet algunas de las citas o los nombres que yo he puesto. Esos lectores cómplices que colaboran en mi novela pueden tener catorce años o noventa; todos son bienvenidos y para todos hay algo que les puede tocar el corazón o el cerebro. Si la novela ha salido en un sello juvenil es porque la editora creyó en ella desde el principio y porque, en términos generales, las editoriales que publican juvenil son más abiertas y valientes que las de adultos.

 

P: Entre tanta novela de ambientación distópica y en mundos imaginarios, ¿por qué razón se decidió a utilizar Europa como escenario principal y el tiempo actual?

R: Me alegro muchísimo que os hayáis fijado en ello; está hecho a conciencia por varias razones que a mí me parecen importantes. Yo soy una entusiasta de la idea de Europa y, aunque me he criado –como todo el mundo de mi generación y de la siguiente a la mía– en contacto constante con los modelos y patrones estadounidenses y anglosajones en general (novelas, películas, series de televisión), hace tiempo que decidí cortar con esa sumisión a una realidad que no es la nuestra. No quiero hacer novelas copiadas de los que escriben en inglés, con una prosa sacada de las malas traducciones de películas y novelas, ambientadas en pueblos y ciudades de Estados Unidos o de Gran Bretaña, llenas de clichés de películas de acción.

Mi ilusión era escribir una novela europea y cosmopolita, donde la acción suceda en muchas ciudades de nuestro planeta, donde los personajes hablen varias lenguas y se tematice la cuestión del idioma (no como hacen los americanos, que siempre parten de la base de que todo el mundo habla inglés de natural), donde haya gente de muchas nacionalidades con formas diferentes de pensar, donde los jóvenes no sean copias de los jóvenes maleducados y estúpidos de las películas americanas de serie B, sino personas sensatas, valientes, con miedos y dudas por supuesto, pero tridimensionales… Una novela que no sea una copia, ni una más de “lo que se lleva”.

Y lo de situarla en la actualidad es también intencionado porque estoy un poco harta de novelas (y mira que me gustan y que he leído muchas y que yo misma he escrito algunas: «La roca de Is», «Cordeluna», por ejemplo) de ambientación medieval o antigua donde todo el mundo va con capa, con lo incómodo que es, y hay espadas por todas partes, y la gente es aún tan bruta que piensa que la mejor manera de resolver los problemas es matando al de enfrente.

Yo quería una novela posible –dentro de lo fantástico– que se desarrolle en el mundo normal, donde no haya guerreros y damiselas y donde no sea posible solucionarlo todo matando a un único Gran Personaje Maligno clavándole una espada en el corazón; una novela en la que haya que dialogar, debatir, unirse; donde la palabra –la mentira, la manipulación– sea un arma más terrible que una daga. Una novela diferente para lectores que ya han leído mucho de lo de siempre y están abiertos a otro tipo de historia.

P: El trabajo realizado con los personajes que aparecen en “Hijos del clan rojo” es más que excelente. Entre todos ellos, nos llaman la atención dos caracteres singulares y con mucho carisma. ¿Puede hablarnos un poco más del proceso de creación de Sombra y El Shane?

R: A mí también me gustan mucho los dos y tengo que admitir que me encanta escribir escenas en las que aparecen. Supongo que es porque son los personajes más extremados que salen en la novela. Ambos sugieron de un modo totalmente orgánico, como me suele suceder. En general yo no “invento” a mis personajes; yo los descubro, a veces incluso como si los hubiese olvidado por completo y de pronto me vinieran a la cabeza y empezara a recordarlos.

Sombra era, de los extraños, el que primero surgió en mi mente y, si algo ha resultado difícil a lo largo del texto, es asegurarme de que sigue siendo no humano y de que sólo se refiere a sí mismo en tercera persona. Lo primero no ha sido fácil porque a lo largo de las páginas y de la relación con Lena la tentación de ir humanizándolo ha sido muy fuerte, pero era necesario resistirse y mantenerlo como es, para no traicionar su naturaleza.

El Shane es tan terrible y cruel como todos los clánidas, pero hace mucho que dejó no sólo de disimular sino de frenarse a sí mismo. Es increíblemente viejo, lo ha visto todo, lo ha probado todo, ha llegado a aburrirse de todo, de manera que no le queda más placer que la crueldad, la destrucción, la manipulación. Y no porque quiera conseguir nada en concreto: simplemente para divertirse, para probar cosas nuevas. Lo que me gusta es que, en su caso, el deseo de destrucción tiene lógica. Quiero decir, que en otras novelas nunca se sabe ni se entiende por qué el malo quiere destruir el lugar donde vive y convertirlo en un yermo espantoso donde no quede felicidad ni belleza. En ésta, el Shane quiere destruirlo todo porque él piensa irse a otro lugar y por eso no le importa lo que deja detrás; de hecho prefiere no dejar nada cuando se marche.

A pesar de lo terrible que es, sin embargo, el Shane resulta muy atractivo porque representa precisamente esa chispa de locura que todos tenemos, la atracción del abismo.

 

P: «Anima Mundi» nos  trae a la memoria obras anteriores, pero sin embargo (y esto pretende ser un cumplido), no se parece a ninguna. ¿Qué influencias directas tiene esta obra?

R: ¡Claro que es un cumplido! ¡Muchísimas gracias! Es exactamente lo que he intentado hacer: que el lector avisado (ese lector cómplice al que me refería antes) note a qué otras obras estoy haciendo referencia –novelas, mitos, películas, chistes incluso, citas– y a la vez pueda sorprenderse con el uso que les doy.

Hay muchas imágenes que vienen de grandes novelas y películas de ciencia ficción, hay otras que remiten a los comics de superhéroes, hay citas a videos musicales, a poemas del romanticismo inglés sobre todo, pero también de otros poetas, hay ecos de «La semilla del diablo», (la novela de Ira Levin, no tanto la película, en «Hijos del clan rojo»), hay referencias a mitos antiguos y a cuentos populares… creo que cada lector puede ir encontrando cosas que le suenan y darse cuenta de lo que compartimos. Pero no están puestas ahí como acertijos para probar la cultura del lector. Si no se fija o no las conoce, no pasa absolutamente nada, la historia se entiende igual.

 

P: En la trama de esta novela, se mezclan diferentes creencias y supersticiones, como la astrología, la lectura del futuro en las cartas, la demonología y la angeología… ¿Le gusta el estudio de lo oculto o inexplicable… o se documentó a propósito para esta novela? ¿Qué importancia tiene las cartas del Tarot en la historia de «Anima Mundi»?

R: Me gusta todo lo que me plantea interrogantes y siempre he creído que la literatura debe ocuparse de hacer buenas preguntas, más que de dar respuestas. Me resulta interesante que los seres humanos hayan inventado tantas historias para explicar ciertos fenómenos o ciertos comportamientos sobre los que no tiene control. En la base la historia humana es un largo camino hacia el control de su mundo, para poder superar esa terrible angustia de estar tirados en un planeta insignificante en mitad de la nada sin poder protegernos de lo que nos sucede y sin que nadie nos defienda.

En la novela todo ese tipo de búsqueda esotérica se explicará al final y, de repente, todo encajará de un modo –si me sale bien– sorprendente y narrativamente satisfactorio para el lector. Quiero decir, que no le voy a revelar la verdad del universo (¡qué locura!) pero dentro de la historia todo resultará claro y creíble, al menos eso espero.

El Tarot sí es un tema que me interesa seriamente desde hace muchos años, pero en esta novela lo uso solamente como ambientación, digamos, para no sobrecargar al lector. Aunque por supuesto me esfuerzo en que todo lo que tiene relación con este tema vaya conforme con las opiniones más prestigiosas y serias a las que he tenido acceso. Es decir, que no me “invento” nada más que su relación con karah.

 

P: Karah, Haito, Mahawk, Urruahk… Son términos con mucha fuerza y un tanto exóticos. ¿Qué motivó la elección de estas palabras para ilustrar el universo de «Anima Mundi»?

R: Sé que puede sonar extraño y un poco prepotente, quizá, pero no son palabras conscientemente inventadas o creadas por mí. Simplemente surgieron de golpe en mi cabeza y lo que sí hice es mirarlas en internet para ver si ya existían y si, caso de existir, se referían a cosas o a ambientes que no resultaban aceptables. Pero tuve la inmensa suerte de que estaban prácticamente libres y por eso las incorporé a la novela. A mí me suenan muy bien y ya no se me ocurre de qué otra forma podrían llamarse si no se llamaran así.

 

P: ¿Con cuál de los múltiples personajes de Anima Mundi cree que se identificarán más los lectores y por qué?

R: Supongo que depende de la edad del lector, quizá también de si es hombre o mujer y de las afinidades de carácter. Creo que Lena es un fuerte factor de identificación porque su situación es la más conflictiva, pero también hay personajes muy intensos como Imre, o Luna o Alix o Él (que aparecerán en el segundo volumen). Una de las gracias de «Anima Mundi» (y que en «Hijos del clan rojo» aún no se aprecia con tanta intensidad) es que a lo largo de las páginas se van presentando los cuatro clanes y sus miembros y, poco a poco, el lector va entrando en la historia y va decidiendo a qué clan le gustaría pertenecer, con qué clan se identifica más.

Me imagino, por ejemplo, que cuando la trilogía esté completa, haya gente que se anime a hacer una fiesta de disfraces, en la que cada uno elija un personaje, un color y un clan.

 

P: El primer libro se acaba dejando al lector un montón de incógnitas sin resolver. ¿Tiene pensado seguir la saga? Si es así, ¿los volúmenes se estructurarán con los colores de los distintos clanes?

R: Más que una saga, «Anima Mundi» es una trilogía en la que «Hijos del clan rojo» es el comienzo de una larga historia, espero que apasionante, que continúa en el segundo volumen, donde conocemos ya a casi todos los clánidas que existen en el mundo y culmina con el tomo número tres en el que se resuelven por fin todas las incógnitas, se revelan todos los secretos y se da respuesta a todas las preguntas planteadas.

Sí que está pensado usar las combinaciones de colores de los distintos clanes, pero eso es cosa de la editorial y ya no está en mi mano. En principio, el segundo debería ser blanco y azul.

Si aparte de estas tres novelas va a haber más dependerá de la acogida del público lector. Cuando una tiene a su disposición unos personajes tan longevos y que han hecho tantas cosas en la vida, es más que posible contar mucho más que lo que sale en la trilogía. Pero eso aún está en el futuro.

 

Género fantástico

P: Parece que en los últimos años el género fantástico está reviviendo en nuestro país. ¿A qué cree que es debido?

R: Supongo que una de las razones es que la gente está muy harta, pero realmente muy harta de la realidad que le ha tocado vivir y considera imprescindible disfrutar de una porción de imaginación, de sueño, de coherencia… quizá también un poquito de romanticismo, de lucha limpia, de posibilidad de restaurar el orden perdido en este caos sin sentido en que se ha convertido la vida de todos los días para muchas personas.

Es atractivo poder meterse en un mundo diferente, donde uno puede luchar para conseguir lo que desea y a veces vencer, en lugar de leer sobre personajes realistas aplastados por la vida que acaban suicidándose de pura impotencia.

 

P: ¿Qué opinión le merece la nueva generación española de escritores entregados a la fantasía y ciencia ficción? ¿Destaca algún nombre por encima del resto?

R: Cada vez lo hacen mejor, entre otras cosas porque hacen literatura y saben que las ideas y los temas son importantes pero que, sin unas herramientas literarias adecuadas, sus textos no serían arte. Estamos consiguiendo cada vez con mayor naturalidad hacer arte literario con nuestras fantasías, prospectivas y terrores. Hay muchísimos buenos escritores, unos más jóvenes y otros algo menos, que vale la pena leer porque ofrecen historias impactantes, nuevas, magníficas dentro de este amplísimo campo: José María Merino, Pilar Pedraza, Ismael Martínez Biurrun, José Carlos Somoza, Juan Miguel Aguilera, Rafael Marín, Javier Negrete, Susana Vallejo, Emilio Bueso, Laura Gallego, Rodolfo Martínez, Cristina Fernández Cubas… todos hacen cosas diferentes, muy diferentes, pero vale la pena ir probando hasta encontrar qué temática o qué estilo es el que más nos emociona.

 

P: La crisis ha afectado al sector editorial, ¿la literatura juvenil se resiente o sigue manteniéndose a flote? ¿Cree que es porque los jóvenes leen más?

R: Claro que la crisis afecta especialmente al sector editorial porque los libros, aunque para mí sean un alimento casi tan básico como el pan, siempre son más prescindibles que otras cosas. Y cuando uno está mal de dinero no tiene que comprar los libros: hay bibliotecas y se pueden descargar gratis (en muchos casos) de internet; eso también hace que se venda menos.

No creo que la juvenil esté aguantando mejor porque los jóvenes lean más, sino por otras dos razones: porque muchos adultos se han dado cuenta de que la literatura juvenil tiene ciertas joyas con las que pueden disfrutar enormemente y entonces se vende más novela juvenil que antes, y también porque los libros juveniles suelen tener mejor precio. De todas formas yo estoy convencida de que los jóvenes leen mucho más de lo que se dice (somos un país muy dado a las quejas y a las falsas comparaciones con otros países sin disponer de cifras fehacientes) y pienso que el futuro de la lectura para los jóvenes –y para los que no lo somos tanto– está en la edición digital que permite disfrutar del texto por menos dinero y además no necesita destruir árboles para fabricar papel.

A mí me costó mucho animarme a comprarme un lector digital, pero ahora estoy encantada y mientras tanto he llegado a una solución intermedia que me parece perfecta: compro mucho en digital, lo leo y, si me gusta de verdad, lo compro en papel como homenaje al autor. Así suelo comprar sólo una novela en papel de cada diez que leo y eso me aligera mucho las estanterías y las maletas cuando viajo.

 

P: ¿Podría recomendarnos algún título fantástico que le haya entusiasmado?

R: Todos los cuentos de Julio Cortázar, los cuentos de Edgar Allan Poe, la trilogía de «Terramar» y «La mano izquierda de la oscuridad« de Ursula K. LeGuin, «1984» de George Orwell, «Dracula», de Bram Stoker, «Salem’s Lot«, «El resplandor«, «It» de Stephen King, «Nosotros«, de Yevgeni Zamyatin, «La semilla del diablo«, de Ira Levin, «La larga marcha«, de Richard Bachman, las novelas y cuentos de los autores españoles que he mencionado arriba, «Farenheit 451« y los cuentos de Ray Bradbury, «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» de Philip K. Dick, «Muerte de la luz«, de George R.R. Martin, «El libro del día del juicio final«, de Connie Willis, «Las nieblas de Avalon«, de Marion Zimmer Bradley… No es posible hacer una lista de todo lo que recomendaría, pero todo lo que acabo de nombrar puedo recomendarlo con entusiasmo.

 

Trayectoria profesional

P: Con su larga carrera como escritora, se la viene considerando desde hace mucho tiempo la “gran dama de la Ciencia Ficción” dentro del panorama literario español. ¿Cree que el género fantástico ha evolucionado? ¿Ya no se le ningunea ante los grandes géneros de corte realista?

R: Los clichés se pegan a las personas de un modo impresionante: yo he escrito y escribo (y supongo que escribiré) ciencia ficción o literatura prospectiva como preferimos llamarla ahora, y me encanta el género y disfruto mucho de él, pero de más de veinte libros que he publicado sólo cuatro son claramente ciencia ficción. Tengo también terror, misterio, novela realista, novela enigma criminal, novela histórica… casi de todo.

Vamos mejorando en la apreciación de la crítica y mucho más en la del público a medida que lo que ofrecemos es más original, literario e innovador y a medida que los lectores se van dejando de ideas fijas y empiezan a leer sin pensar que eso no puede gustarles porque pertenece a un género que hasta ahora se consideraba de menor categoría.

El prestigio del realismo viene de la herencia del siglo XIX y en España también de la novela social de la época franquista (que sustituía a la prensa porque la prensa estaba maniatada). Ese realismo, que durante tanto tiempo se defendió a capa y espada como lo único literariamente válido, se está agotando por fin. El público lector ha perdido el interés por la realidad cutre –la ve todos los días a su alrededor– y además hoy en día hay tantas formas de informarse sobre la realidad que la novela debe dedicarse a lo que mejor sabe hacer: narrar lo extraordinario, lo que no pasa todos los días, lo que nos permite salir de esta monotonía para abrir las alas y volar hacia lo desconocido. Y no hablo sólo de hacer fantástico sino de narrar cosas que no podríamos ver igual mirando por la cerradura de la casa de al lado.

 

P: ¿Qué título de entre sus obras tempranas es el que recuerda con más cariño, y por qué?

R: ¡Qué pregunta más difícil! Todas son hijas mías y cada una tiene su gracia, pero quizá destacaría «Sagrada «porque fue la primera historia realmente larga que escribí –tenía más de cien páginas de manuscrito, lo que para mí entonces era un maratón– y además empecé a escribirla poco después de quedarme embarazada de mi primer hijo. Los dos fueron creciendo a la vez, aunque él vino antes al mundo.

Con esa novelita aprendí a escribir novelas, a llevar adelante a unos cuantos personajes (tres o cuatro, en aquella época no era capaz de mover más personajes a la vez) y hacer que fueran creíbles y evolucionaran, a contar lo que quería contar y conseguir que el lector se emocionara en las partes en las que tenía que emocionarse. Le tengo mucho cariño a «Sagrada», sí.

 

P: ¿Tiene ya algún proyecto en mente, aparte de seguir con Anima Mundi, que nos pueda adelantar?

R: Quiero empezar una novela que mientras tanto está ya completa en mi cabeza y que debe de estar muy harta de esperar a que tenga tiempo para escribirla. Esta vez va a ser una historia no fantástica de secretos en el pasado que está dirigida más bien a público adulto.

También tengo prevista una fantástica que seguramente saldrá como novela juvenil en la que contaré una enorme historia de amor basándome en un mito poco conocido.

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