El hechicero accidental

Una de las figuras más representativas de la literatura fantástica es, sin ninguna duda, la del hechicero. Magos tan memorables (y de naturaleza tan distinta) como Gandalf, Raistlin, Rincewind o Harry Potter, por poner tan sólo unos pocos ejemplos, ocupan lugares destacados en el imaginario colectivo de los aficionados a la Fantasía.

El número de hechiceros literarios sigue creciendo año tras año, contribuyendo el éxito de sagas como las firmadas por George R. R. Martin (creador de la misteriosa Melisandre), Joe Abercrombie (padre literario del intrigante Bayaz) o Patrick Rothfuss (de cuya pluma surgió el fascinante Kvothe). Ahora, gracias a La Factoría de Ideas, tenemos la oportunidad de conocer a Gerald Dunwoody, el mago creado en 2008 por K. E. Mills (seudónimo de la escritora australiana Karen Miller).

Un empleo en New Ottosland

“El hechicero accidental” comienza con Gerald, funcionario a prueba del Departamento de Taumaturgia de Ottosland, realizando una inspección rutinaria en una fábrica de varitas mágicas. Una tarea sencilla en principio, pero que acabará con la fábrica saltando por los aires por culpa, aparentemente, del joven Dunwoody. Tras una severa reprimenda por parte de su superior, el mago de tercera categoría acabará sin empleo y contemplando con desesperación la posibilidad de acabar sus días trabajando en la sastrería de su padre.

Será entonces cuando el destino pondrá ante Gerald una oportunidad  que parece ser la respuesta a todos sus problemas. En el lejano reino de New Ottosland, un pequeño vergel rodeado por la desértica nación de Kallarap, el rey Lional requiere los servicios de un mago para su corte. No se requiere experiencia previa, y da igual la categoría del interesado. Tras pensarlo mucho, Dunwoody solicitará el puesto y, para su sorpresa, será aceptado de inmediato. A partir de ese momento, su tranquila y monótona existencia dará paso a una nueva vida repleta de desafíos y peligros cuya magnitud jamás habría podido imaginar.

Dramatis personae

En “El hechicero accidental” queda patente la habilidad de su autora para dar vida a un grupo de personajes tan interesantes como complejos (aunque no lo parezcan en un primer momento). En Ottosland, además de a Gerald, K. E. Mills presenta a su inseparable Reg, un ave parlanchina y mordaz que oculta un gran secreto. Por su parte, Monk Markham es el mejor amigo de nuestro protagonista, además de un verdadero genio, y Errol Haythwaite es el inevitable fanfarrón que se burla constantemente de los fracasos del bueno de Dunwoody.

Una vez en New Ottosland, Gerald conocerá en primer lugar a la princesa Melissandre, hermana del rey Lional. Se trata de una joven bajita y regordeta, agobiada por las numerosas responsabilidades que el monarca le ha encomendado, dotada de un fuerte carácter y totalmente despreocupada por su aspecto. Por su parte, el rey Lional es la viva imagen del absolutismo, y el amor que siente por sí mismo sólo es comparable con el desprecio que siente por quien no esté de acuerdo con sus ideas. Finalmente tenemos al príncipe Rupert, un dechado de inocencia cuya única preocupación en la vida es el estudio de las mariposas.

No hay que olvidar a los kallarapis, habitantes del país vecino de New Ottosland, de inspiración claramente árabe. Su soberano es el sultán Zazoor, antiguo compañero de internado de Lional y, por lo tanto, conocedor de los defectos de carácter de éste. Su hermano menor, Nerim, es un personaje débil de escasa entidad, algo que queda de manifiesto fundamentalmente cuando se encuentra frente a Shugat, el hombre sagrado de Kallarap. Este venerable anciano encierra, bajo una apariencia frágil, el inmenso poder que quien tiene el don de comunicarse con los dioses de su pueblo.

Regulaciones mágicas

Hay un aspecto en “El hechicero accidental” que recuerda en cierto modo, salvando las distancias, a la saga protagonizada por Harry Potter. Se trata de la institucionalización de la magia como algo regulado desde el gobierno en Ottosland (trasunto claro del Reino Unido). Allí, al igual que ocurre en el universo creado por J. K. Rowling, existe un Departamento de Taumaturgia que actúa de forma similar al Ministerio de la Magia de las novelas de Potter. Dicho Departamento se encarga de examinar a los posibles magos para otorgarles su correspondiente categoría y estos, al recibir su título oficial, juran solemnemente no emplear jamás la magia para fines malignos.

Sin embargo, a pesar de la constante vigilancia del Departamento, siempre habrá hechiceros dispuestos a romper las reglas, realizando conjuros prohibidos o recurriendo a la lectura de grimorios cuya mera posesión supone un grave delito. Para enfrentarse a los infractores y limpiar sus desaguisados (con el fin de que la gente normal y corriente no se entere de lo que han hecho), existe una unidad de élite, los “vigilantes”. Y aquí también se percibe, en cierto modo, la influencia de Rowling y sus “aurores”, los magos encargados de perseguir a los seguidores de Lord Voldemort.

Prometedor inicio de una serie

“El hechicero accidental” es la tercera obra de K. E. Mills/Karen Miller publicada en España, tras “El mago inocente” y “Espacio salvaje”, perteneciente a la franquicia “Star Wars”. Y, desde El Mar de Tinta, esperamos que no sea la última, ya que el primer volumen de las aventuras de Gerald Dunwoody además de ser un libro excelente, cuenta con un desenlace que nos hace desear tener la oportunidad de conocer qué le aguarda al joven hechicero en las siguientes novelas de la serie (tres hasta la fecha: “Witches Incorporated”, “Wizard Squared” y “Wizard Undercover”).

Mientras esperamos la posible edición del resto de la saga, recomendamos sin reservas esta estupenda novela repleta de humor, diálogos antológicos y giros argumentales inesperados. Una equilibrada mezcla de comedia y drama (sobre todo en su tercio final, prolijo en escenas de una dureza sorprendente) que a buen seguro satisfará a todo aficionado a la literatura fantástica de calidad.

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