El mercader de la muerte

Suma de Letras añade títulos de interés en su haber. En este caso reseñamos la última propuesta de Gervasio Posadas, una historia a medio camino entre la novela detectivesca y la crónica histórica. El periodista José Ortega vuelve a protagonizar una nueva aventura, esta vez en el glamuroso Mónaco del período de entre guerras. Pinceladas de noir puro para narrar los últimos días de unos de los personajes más enigmáticos de la historia: Boris Zaharoff, el “mercader de la muerte”.

Partiendo de una premisa real, la de la existencia de este enigmático personaje (Zaharoff), Posadas construye una trama que juega al gato y al ratón de forma convincente. Si bien la primera mitad pierde intensidad, la última parte de la novela se desenvuelve con una fluidez digna del mejor bailarín. Una propuesta para nostálgicos del género.

En Mónaco

El periodista José Ortega se encuentra en Mónaco disfrutando de unas vacaciones no remuneradas e indefinidas. Tras los acontecimientos de Berlín, viaja a Francia y de allí a Mónaco en un intento por conseguir una exclusiva que le saque de la zona muerta del periodismo. Sin embargo, un timador acabará por desbaratar sus proyectos. Sin dinero ni amigos, Pepe se encuentra a la deriva.

Pero, de forma inesperada, el director de un famoso club le presenta un nuevo proyecto del que se beneficiará sin demasiado esfuerzo. Sir Basil Zaharoff, conocido traficante de armas, filántropo y hombre influyente, busca un lector para entretener su vejez. Convertido en un ermitaño, el anciano no sale de la suite que ocupa en su propio hotel, uno de los más lujosos de Mónaco. Con dinero fácil a la vista, Pepe acepta el trabajo. Pero nada más empezar, diferentes personalidades de la jet set monegasca se acercan a él bajo subterfugios. Todos parecen querer lo mismo: las memorias del famoso mercader de la muerte. Sin proponérselo, Pepe Ortega se ve envuelto en una red de espionaje internacional cuyo epicentro es Mónaco.

Personalidades y personajes

[quote]De forma ingenua había creído que aún había personas que me veían como Pepe Ortega y no como alguien que trabajaba con Zaharoff, el misterioso traficante de armas[/quote].

La ciudad de Mónaco, escenario elegido por Posadas para la segunda aventura de Pepe Ortega (la primera, “El mentalista de Hitler” fue también publicada por Suma de letras), desborda glamour en un período histórico convulso. Recién terminada la Gran Guerra, ya se daban los preliminares para la Segunda Guerra Mundial. Mónaco resulta idílico, todo es juego y placer. El lugar perfecto para Basil Zaharoff, conocido traficante de armas al que se le atribuyó estar detrás de todos los grandes conflictos bélicos del siglo XX. La mano negra armamentística. De ahí parte Posadas para desgranar su personalidad compleja y arbitraria, pero siempre lúcida. Junto a él, otros personajes históricos como Carlota de Mónaco (femme fatale de la novela), Pierre Polovtsoff o Hans Gunther von Dincklage, tienen una voz muy definida nacida de la pluma del autor. La labor documental de Gervasio Posadas es sorprendente. Pone a cada uno en su lugar y les proporciona unas características muy reales, lo que aporta luminosidad y atractivo a la trama.

Y junto a éstos, los personajes. La criada griega chismosa, la dama de la noche con clase pero sin escrúpulos y el propio José Ortega. Su papel en la trama es el de chico de los recados. Deambula de aquí para allá sin más miras que su bolsillo, sin enterarse de lo ocurre a su alrededor (valiente periodista). Bastante pusilánime, cobarde y anti héroe en todos los sentidos. Perdedor en la vida. Su trabajo para Zaharoff (lector de El Quijote) le proporciona la posibilidad de conocer al “gran hombre” y lo que consigue es tomarle cariño y dudar sobre la persona del anciano. Todo el discurso mental de Pepe Ortega sobre la inutilidad de la guerra, la venganza fallida, el futuro incierto, se queda en nada. Es un personaje contradictorio en el que ver la bajeza humana y sus inseguridades. A ojos del lector resulta en ocasiones hasta irritante su falta de carisma y perspicacia.

Ficción y realidad

Como toda novela que se precie “El mercader de la muerte” es eso, una novela. Sus matices históricos son un buen reclamo, no carente de atractivo. Tal vez peque de ser demasiado lenta en la primera parte, pero rápidamente se recupera hacia la mitad. Ofrece un espectacular despliegue descriptivo de las bellezas de Mónaco, de su ambiente. Un lugar en el que convive el glamour más fulgurante, con estrellas de cine, jet set, y bajeza humana. Asesinos, traficantes, ladrones de todo tipo se dan la mano en el Casino vestidos con sus mejores galas.

Gervasio Posadas ha construido un mundo ideal, real en su época, para mostrar luego lo más sucio. Lo que se esconde debajo de la alfombra. Toda una red de espionaje alrededor de una figura prominente. Comunistas, nazis, monárquicos: todos buscan a Zaharoff y utilizan al pobre José Ortega, que no se entera de nada hasta que es demasiado tarde. En este precario equilibrio, la trama cuenta con algunos altibajos que Posadas sortea con clase.

“El mercader de la muerte” cuenta con elementos históricos, pero es una ficción. Y muy entretenida.  El espionaje literario sigue vivo y Gervasio Posadas es, sin ninguna duda, uno de sus mejores representantes.

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