Un futuro hogar para el dios viviente

Cedar Hawk Songmaker, en otros tiempos más indulgentes, estaría tremendamente exultante por su embarazo de cuatro meses. No obstante, el mundo está sufriendo una conmoción cada vez más extendida: la involución humana. Las mujeres, sin ninguna explicación científica asumible, han empezado a dar a luz a seres genéticamente involucionados, parecidos a nuestros antepasados homínidos.  La decadencia social, la imposición marcial y la búsqueda desesperada del por qué son los tres pilares sobre los que se tambalea una humanidad al borde de la extinción.

Este distópico planteamiento de la escritora estadounidense Louise Erdrich nos sumerge en una carrera a contrarreloj, muy cruda en ocasiones, que nos recuerda la fragilidad de la especie humana. Toda la novela está orquestada a través de la incesante huida de una Cedar que espera encontrar respuestas, pero a la que inundan las preguntas. «Un futuro hogar para el dios viviente« (Siruela, 2019), en resumidas cuentas, es un relato de porvenires oscuros que no puede pasar desapercibido en las estanterías, puesto que no tiene desperdicio alguno.

Madre y mártir

Las dinámicas en las familias de adopción pueden llegar a ser complicadas en algunas circunstancias. Cedar Hawk Songmaker, cuando decide hablar con sus padres genéticos, bien puede adivinarlo. La decisión viene dada por su embarazo y la imperiosa necesidad de conocer lo máximo posible sobre sus antepasados. ¿Hay alguna enfermedad destacable? ¿Su bebé está condenado genéticamente a padecer cualquier trastorno? ¿Es posible que esté sano? ¿Es posible que sea normal? Todas estas cuestiones que cualquier mujer embarazada realiza durante la gestación, para la protagonista de esta novela tienen mucha más importancia. No solo está en juego el hallazgo de su propia identidad, sino la afirmación de que su bebé se parezca más a un humano que a un primate.

En «Un futuro para el dios vivient la maternidad y el vínculo afectivo entre madres e hijos es prácticamente el centro de toda la narración. Se da con Cedar y su hijo, pero también con Cedar y sus madres biológica y adoptiva, su abuela, su hermana y todas aquellas mujeres valientes que va conociendo a lo largo de su huida. La unión ni siquiera, en múltiples situaciones, no viene dada por el sentimentalismo o el amor, sino por pura supervivencia de la especie. Las mujeres son las que portan la vida en sus vientres y la traen a este mundo, pero la naturaleza ha decidido que eso se ha acabado para la especie humana. La relación de dependencia entre progenitores y descendientes se hace todavía más presente en este escenario de caos, donde no está asegurada la conservación de ninguno.

Pese a la importancia de este asunto, hay que determinar que no estamos ante una novela reduccionista que trata exclusivamente de mujeres, lo que piensan y lo que sienten acerca de la gestación. Es el punto central donde se articula la novela, pero solamente sirve de vehículo en el cual viajar por un mundo desordenado, caótico y visto para sentencia.

Toda guerra tiene sus ejércitos

En las distopías más clásicas, como «Un mundo feliz» de Aldous Huxley, 1984 de George Orwell y «Fahrenheit 451″ de Ray Bradbury, el Estado y el orden social son dos de los pilares constituyentes de la trama, desde donde parte el argumentario en muchas ocasiones. Para Erdrich, esta noción de gobierno o nación estructurada no existen. En «Un futuro hogar para el dios viviente» la anarquía impera en cada rincón de los Estados Unidos, aunque quizás no por mucho tiempo, puesto que pequeñas milicias comienzan a agruparse en torno a los ideales que y valores que más aprecian.

Los bandos en esta singular batalla viran todos hacia el provenir de la especie humana, pero cada uno de ellos lo hace desde perspectivas completamente diferentes. Cedar intenta recluirse desde el primer momento que conoce que una organización se está llevando a las embarazadas para cuidarlas y protegerlas hasta que nacen sus bebés. Si estos son humanos, las veneran; si por el contrario dan a luz a un primate, el destino para esas mujeres se torna incierto y hostil. En cualquier caso, nadie está a salvo en ese inhóspito ambiente donde hasta tu familia puede convertirse en un peligro más que una aliada.

Una carta de mamá

El futuro hogar que construyen en este libro es para un dios viviente que, posiblemente, aún no haya nacido y esté en el vientre de las miles de mujeres embarazadas estadounidenses que conviven contemporáneamente con Cedar. La joven, por su parte, considera en cada momento el milagro de la vida que yace en su interior con la esperanza de que sea una salvación no solo para la humanidad, sino para ella misma. El libro, en realidad, está escrito en forma de diario donde la protagonista le narra a su hijo nonato todas sus experiencias, sentimientos, pensamientos y desvaríos. Su deseo es que sea leído con posterioridad y su pequeño la reconozca en cada palabra, en cada viaje, en cada sensación, y que sepa lo mucho que su madre lo quiere y lo querrá, suceda lo que suceda.

Con esta novela, en definitiva, Louise Erdrich rescata varios temas recurrentes en su obra, como la naturaleza, el cambio climático, la cultura nativo americana y la maternidad con el objetivo de reseñar un futuro que puede ser cierto e incierto al mismo tiempo. La apatía que sufre el planeta y las permutas en el medio ambiente son signos permanentes de que algo está ocurriendo y que, finalmente, es posible que nosotros también debamos empezar a  construir hogares para futuros dioses vivientes.

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