Temblad villanos

La novela policiaca española goza, en la actualidad, de una salud excelente. Tanto da que se trate de obras que homenajean al género detectivesco norteamericano clásico (las firmadas por Javier Márquez Sánchez son buena muestra de ello), o que sean libros ambientados en el presente y en nuestro país (como los escritos al alimón por Nieves Abarca y Vicente Garrido). La cuestión es que los autores patrios no dejan de surtir a las librerías con sus interesantes historias.

Uno de los ejemplos más recientes de esta “nueva novela policiaca española” se lo debemos al talento de Luis Manuel Ruiz. “Temblad villanos”, obra galardonada con el Premio Málaga de Novela 2014 y editada por la Fundación José Manuel Lara, es un libro de género salpicado de referencias dispares. Un volumen que, además de cautivar al lector desde la primera página, está protagonizado por unos personajes fascinantes (sello característico de su autor, por cierto).

De Madrid a Sevilla

Para escapar de un marido inmaduro, más preocupado en desarrollar su talento como escapista que en dedicar tiempo a su familia, la inspectora Esther Béjar abandona Madrid en compañía de un hijo superdotado (el “Bicho”) y de una madre adicta a la basura televisiva. Su nuevo lugar de residencia será una Sevilla en estado de alarma a causa de los crímenes cometidos por un sádico asesino en serie, apodado el Asesino del Tobillo.

No obstante, Esther no participará en principio en la búsqueda de tan esquivo psicópata. Su primer caso será el brutal asesinato de Martín Merlo, contable de Transilvania Exprés, una curiosa cadena de restaurantes con ambientación terrorífica. Cuando su compañero tenga que tomar una baja forzosa, la inspectora continuará con la investigación con la ayuda del excéntrico Mo Pardo, habitual colaborador de aquel. Una investigación que acabará resultando mucho más compleja y reveladora de lo que nadie podría haber imaginado.

Esther y Modesto

Los dos pilares en los cuales se asienta la estructura narrativa de “Temblad villanos” son la extraña pareja formada por Esther y Mo. La inspectora Béjar es una mujer que destaca en su trabajo, pero cuya vida personal está llena de problemas. No aguanta a su madre, pero la necesita para que se ocupe de su hijo, cuya educación le plantea numerosos dolores de cabeza. Si a ello unimos su fracaso matrimonial, y lo exasperante que puede llegar a ser trabajar con Mo Pardo, no es de extrañar que trate de ahogar sus nervios con el humo del tabaco.

En cuanto a Pardo, se trata sin duda del personaje más interesante en una novela que no carece precisamente de ellos. Inspirado en una persona real, según comenta el propio Luis Manuel Ruiz en una entrevista, se trata de un hombre que llama la atención tanto por su aspecto (ropa sucia, leve joroba, pelo perfectamente peinado y misteriosa ausencia de olor corporal) como por su comportamiento.

Dotado de una mente prodigiosa y aficionado a aprender lenguas (y a recoger cosas de la basura), Mo Pardo siempre tiene un conocido capaz de ayudarle, y puede en todo momento entregarte aquello que siempre has deseado a cambio de tu colaboración. Figura dominante en su asociación con Esther, las deducciones y los actos de Pardo resultarán fundamentales para desvelar dos misterios planteados en la novela.

Actores secundarios

Si los protagonistas de “Temblad villanos” resultan interesantes, no lo son menos los diversos secundarios que aderezan la trama. Por parte de Esther, tenemos a su hijo Tomás, un niño más interesado en las matemáticas, la ingeniería o la astronomía que en ver capítulos de “Dora la exploradora” o jugar con alguna consola, como el resto de chiquillos de su edad (para desesperación de su progenitora, quien intenta por todos los medios que sea un niño “normal”). Y luego está la madre de la inspectora, típica maruja devoradora de programas como “Sálvame” y similares, empeñada en que su hija vuelva con su marido o, en su defecto, encuentre pronto un hombre dispuesto a ejercer de padre para Tomás.

También relacionados con Esther están sus variopintos compañeros de trabajo, los cuales aparecen poco pero son descritos con tanta habilidad que crean una impresión duradera en el lector. Por encima de todos ellos está el inspector jefe Lago, un hombrecillo con aspecto de abuelo inofensivo, aficionado a tocar su teclado para desconectar del mundo, y experto en desaparecer cuando los buitres de la prensa revolotean cerca de la comisaría.

Por último, no hay que olvidar a los amigos de Mo Pardo, una serie de personajes tan extraños como él, a quienes recurre para obtener favores de la más diversa índole. Un grupo heterogéneo que incluye a un gitano rumano que está construyendo un acelerador de partículas en su chabola, un falsificador experto en informática y un trabajador del puerto de Sevilla coleccionista de palíndromos.

Una novela de género

Tras un periodo de unos cuantos años de silencio literario, Luis Manuel Ruiz ha regresado este año a las librerías con una fuerza inusitada, como demuestran la novela que nos ocupa y la recientemente publicada “El hombre sin rostro”. Y, en ambos casos, lo ha hecho escribiendo obras ágiles y entretenidas cuyo único defecto es lo rápido que se concluye su lectura.

En El Mar de Tinta nos quitamos el (metafórico) sombrero ante “Temblad villanos”, un libro dotado de una trama detectivesca muy bien desarrollada, a lo largo de la cual su autor aprovecha para regalarnos con un buen número de referencias de la “cultura popular”. Todo ello al tiempo que se permite criticar algunos aspectos de nuestra sociedad actual (como la ya mencionada telebasura y los parásitos que medran en ella), a algún que otro personaje muy famoso y fácilmente reconocible (esa impagable duquesa de Almuzara) y ciertas terribles prácticas (¿reales?) las cuales, a buen seguro, sorprenderán al lector.

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