El Rock y yo

¡Sexo, droga y rock’n’roll! Este es el famoso grito de guerra que todo jovenzuelo ha gritado y soñado con hacer realidad. La de estrella del rock es, con la de actor de cine y la de futbolista profesional, una de las profesiones con más glamour que pueda uno imaginar. Dinero, fama y ocasiones a toneladas para la práctica del monstruo de dos espaldas. Pero como nos cuenta Joe Sacco, eso es para una élite de escogidos. El resto se tienen que conformar con algo de rock, muchas drogas y, en cuanto al resto, imagínenselo. Como si te dedicas a esto de los tebeos. No verán groupies corriendo enloquecidas a besuquear a Robert Kirkman o a Frank Miller. Como mucho, en una Feria o Salón un pesado te dará la brasa durante horas con la estructura narrativa del cómic franco-belga de finales de los 70. En fin. Bueno, a ver, ¿por dónde ibamos? Ah, sí, Joe Sacco.

El uso del tebeo como género periodístico nace casi al mismo tiempo que el propio arte. No nos referimos a que los cómics tuvieran su primer hogar entre los tabloides, sino a que constituyeron un pedazo de la propia profesión per se. Ya desde el siglo XVI, el uso de viñetas satíricas como fórmula de opinión se generalizó en toda la prensa. En España tenemos ejemplos tan tempranos como “El duende de Madrid”, del año 1735. No eran lo que hoy conocemos como “cómics”, no nos pongamos estrictos, pero si utilizaban las técnicas narrativas privativas de este arte como vehículo de expresión. En nuestros días, no encontrarán periódico que no tenga en su sección de “Opinión” una o más viñetas. Y suelen ser, en la mayoría de ocasiones, auténticos y demoledores editoriales. Ejemplos los que quieran: Forges, El Roto, Perich, Mingote, Manel Fontdevila… Y de unos años hacia aquí hemos visto el nacimiento del tebeo como reportaje. Los autores camuflados en periodistas se valen de las viñetas para construir lo que antes se hacía con fotografías. Y con las inherentes ventajas expositivas y descriptivas que el medio tiene. Nos hemos encontrado relatos costumbristas y de viajes, biografías o auténticos documentales como los que hace el autor que hoy nos ocupa.

Comienzos prometedores

Esta sencilla edición en tapa blanda comienza con una serie de historietas publicadas en revistas alemanas durante el tiempo que un joven Joe Sacco giró con una banda de rock como ayudante. Ya vemos despuntar sus dotes narrativas y descriptivas. Sacco es principalmente un retratista. Tiene una extraordinaria habilidad para encontrar el punto exacto con el que delimitar los interiores del personaje que está tratando. Busca el momento, la expresión, la frase indicada en cada coyuntura para que apreciemos las múltiples dimensiones de la persona. O la única si es el caso, que también haylos.

El rock y yo 1

No hallamos aquí la distancia necesaria para el cronista. El autor está atado a la rueda y gira con el resto. Incluso se permite determinadas licencias con su propia persona para que nos riamos de ciertos pasajes en los que se auto complace por su patetismo. Como todos en algún momento, vaya. Son obras tempranas que se ven reforzadas con el final del libro en el que ya topamos con el Joe Sacco más conocido. Su retrato de los viejos bluesman que todavía recorren los tugurios de la América profunda es un mondo testimonio de vidas duras y personas tan sufridas y complicadas como éstas. Ahí vuelve a situarse en la equidistancia justa. Reproduce sin pasión pero sin edulcoramientos vanos. Se circunscribe a la pura exposición de hechos y gentes por difícil, chocante o lastimoso que sea. Son grandes estas virtudes y las veremos en “Palestina”, “El mediador” o “Notas al pie de Gaza”.

Pura crónica periodística del mejor nivel. Las seis “W” pilares del periodismo (“Quién, Qué, Dónde, Cuándo, Por qué y Cómo” en su versión en inglés) perfectamente acomodadas entre viñetas. Y no se vayan todavía, que aún hay más. Esta edición incluye algunas historietas breves en las que nos admira descubrir un Sacco que resulta hasta gracioso y divertido. Un humor ácido, mordaz y en ocasiones muy negro que degustarán con deleite los amantes de las barbaridades impresas. Es un añadido interesante que no desmerece el resto de la obra. La complementa y le ofrece nuevas aristas a las que agarrarse.

Retratos

Las diferentes etapas vitales del autor que cubren el libro se adivinan también en el dibujo. En su roadcomic por Europa es más expresionista que realista. Deforma rostros y cuerpos en aras de la expresividad y la narrativa. La influencia de Robert Crumb empieza a desbordarse por las costuras. Es menos detallista pero igualmente eficaz.

El rock y yo 2

En el tramo final está más centrado en la narración y el dibujo es el del Joe Sacco realista, aséptico y equidistante que todo el mundo conoce. Tiene firme el pulso y goza en el detalle. Es un dibujante eficaz que huye de virtuosismos porque no los necesita en absoluto. El influjo de Robert Crumb le absorbe por completo en las historietas breves. El tono humorístico se viste de efusividad en el trazo. Vivo y vehemente en la descripción abandona el retrato para revolcarse en la caricatura. Y como la domina también, el resultado no puede ser sino satisfactorio.

De Malta. Ahórrense la broma

El mes de octubre de 1960 ve nacer en la isla de Malta al hijo de un ingeniero y una profesora al que pusieron de nombre Joe. Afincado en Estados Unidos desde 1972 se gradúa en periodismo por la Universidad de Oregón. Y aunque fuera ese su primer objetivo, se dedica a dibujar tebeos de muy diverso pelaje hasta que comienza a trabajar en 1986 para Fantagraphics Books. Allí da rienda suelta a su talento como reportero y comienzan a llover los éxitos y los premios: “Palestina”, “Gorazde: zona protegida”, “El mediador” o “Notas al pie de Gaza” son algunas de sus obras más reconocidas.  

Joe Sacco

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