El niño en la nieve

Tras el éxito imbatible de «Viajo Sola« (2014, SUMA)  y «El búho» (2016, SUMA), Samuel Bjork, el seudónimo del escritor noruego Frode Sander Øien, aterriza de nuevo en las estanterías con «El niño en la nieve» (2019, SUMA). Esta tercera parte de las aventuras del equipo de investigación capitaneado por Holger Munch y Mia Krüger nos transporta hasta la fría Noruega, donde seremos testigos de la frenética búsqueda de un asesino en serie que, aparentemente, escoge a sus víctimas al azar.

«El niño en la nieve» es más que una novela policíaca: es una carrera a contrarreloj contra un asesino arbitrario, que suele ser el tipo de criminal más peligroso. Bjork, que ha sido ampliamente reconocido por sus obras anteriores, se constata en este libro como una de las voces más destacadas del thriller, a la altura de autores como Jo Nesbo, Karin Fossum y Khell Ola Dahl. La novela negra escandinava está en pleno apogeo desde hace algunos años y novelas de esta calidad lo demuestran con creces.

Lo peligroso del azar

Un niño aparece, en estado de shock, en una carretera poco transitada en el invierno de 1999. De su cuerpo, prácticamente congelado, despunta una cornamenta de corzo sobre su cabeza. El episodio de este niño en la nieve, que otorga el título al resto de la novela, nos advierte de lo que nos vamos a encontrar en el resto de las páginas: un sinsentido aleatorio que pondrá en jaque a la capacidad de los detectives Munch y Krüger.

Catorce años después del suceso con el niño, una joven aparece brutalmente asesinada en el lago de una montaña. Semanas más tarde, dos nuevos casos se unen a este, cuando aparecen los cuerpos con signos similares. Lo más peculiar de todo esto que es las víctimas no tienen relación entre sí y todo parece producto del azar. Munch y Krüger no parecen tenerlo fácil, puesto que las pistas son realmente confusas y apelan directamente a ellos. Ambos investigadores tendrán que poner su mejor empeño para llegar a resolver la cuestión, sin caer ellos durante el proceso.

Personajes creíbles

Si se ha tenido la oportunidad de leer los dos libros anteriores de la saga, en «El niño en la nieve» se puede apreciar un cambio en sus personajes. Tanto Mía como Holger han pasado mucho en los casos anteriores y, al comienzo de esta novela, ambos se encuentran en un punto muerto en sus vidas. No obstante, se puede entender perfectamente la profundidad de los personajes haciendo la inmersión del mundo de Bjork con esta novela, dado que el autor, inteligentemente, resume parte de las tramas anteriores. De esta manera, nos es más fácil situarnos en el punto vital de los protagonistas, que han hecho una inflexión importante sobre lo que quieren y lo que buscan.

Estas complejas situaciones personales calan profundamente en la vida profesional de ambos investigadores, lo que acentúa una de las mejores particularidades de la escritura de Bjork: nos creemos a sus personajes. Cada una de las personas que aparecen retratadas, con sus momentos más decadentes y más efusivos, son reales, porque piensan, sienten y actúan de manera verídica. No estamos ante personajes fantásticos, superpoderosos y omniscientes, por lo que empatizar con todos ellos, incluyendo los villanos, se hace más sencillo. Sin embargo, todo ello dota a la novela de mucha más oscuridad y crudeza, puesto que enseña que los límites del mal a veces pueden tomarse con mucha facilidad.

Un estilo impecable

Como hemos mencionado anteriormente, este thriller policíaco tiene todos los requisitos de convertirse en una de las grandes obras del género, junto a las dos entregas anteriores. No solo cuenta con personajes creíbles, sino que no cae excesivamente en los tópicos de la novela negra. Es inevitable insertar los arquetipos que reconocemos para poder modular la historia, pero Bjork juega con ellos de manera que el final se convierte en algo totalmente imprevisible, lo que también es una de las singularidades del estilo del autor.

En cada página del libro ocurren cosas, lo que se agradece en este tipo de obras. El autor no deja ningún detalle al aire, hilando todo sutilmente hasta el final, difícil de adivinar durante el transcurso de la narrativa. Los giros argumentales son constantes y no dejan lugar a las teorías, puesto que cuando parece que se está cerca, Bjork se saca de la manga un nuevo truco, un elemento novedoso que trastoca la estructura. Además, a esta enmarañada situación se une la energía de la escritura, limpia y directa, que realmente no da respiro en ningún momento.

Samuel Bjork ha conseguido con «El niño en la nieve», una vez más, una obra de las que te atrapan hasta el último segundo, que te hacen contener el aliento hasta que terminas de leerlo. Desde El Mar de Tinta podemos asegurar que los amantes del género negro estarán más que encantados con esta novela, pues aúna dinamismo, ligereza y mucho misterio de los que se disfruta en cada instante.

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