A ciegas

De la mano de Minotauro, llega a nuestras librerías “A ciegas”, la primera novela de Josh Malerman, cantante de “The High Strung”. Se trata de un relato de terror psicológico y atmósfera claustrofóbica. Recrea la angustia de un grupo de personas a las que se les ha negado el derecho de poder ver el exterior. La gente pierde la razón frente a un evento inesperado: la ininteligibilidad del infinito.

Malorie vive en una casa con sus dos bebés y está a punto de realizar algo inconcebible: un viaje al exterior. Lleva años entrenando los oídos de los niños, pero no está segura de poder afrontar los peligros que encontrará en el camino. Su plan es remar río abajo con los ojos vendados. Apenas recuerda cómo son los colores del mundo.

Epidemiología

Empezó con sucesos aislados y se convirtió en toda una epidemia. Hay algo afuera, algo que al verlo vuelve loca a la gente. Una vez perdida la cordura, los afectados hacen cosas terribles y terminan suicidándose. La gente trata de sobrevivir encerrada en casa, tapando todas las ventanas y arriesgándose a salir al exterior solo para conseguir provisiones a ciegas.

Todo comenzó cuatro años atrás en Rusia, cuando un hombre atacó a su compañero en un camión y luego se mató brutalmente en la nieve. La noticia cobró auge en los medios de comunicación y pronto se acompañó de otros casos similares.

Los episodios no tardaron en brotar también en Estados Unidos. Malorie vivía con su hermana Shannon cerca de Detroit cuando se dio a conocer el primer caso en Alaska. Le siguieron otros, incluido un episodio en Michigan, cerca del lugar donde vivían sus padres.

Una de las hipótesis barajadas fue cobrando más fuerza que las demás. Sea lo que fuera aquello que veía la gente antes de volverse loca, parecía estar vivo. Aunque nadie sobrevivía para describirlas, empezaron a referirse a ellas como criaturas. Parecía haber muchas y representaban algo intolerable para la razón -como “ver el infinito”-, cuyo efecto era la descomposición irremediable de la mente humana.

La etérea tragedia

El esquema básico es simple y convencional. Se introduce un elemento de ruptura en la escena cotidiana, que va cobrando importancia y termina disolviendo la civilización. A medida que la narración se recrea en sus efectos y en las reacciones de unos personajes normales sumergidos en una situación insólita, no se indaga demasiado en la causa que comporta el caos.

Esta fórmula, meramente instrumental, deja en ocasiones un sabor a decepción. Especialmente en aquellas narraciones infladas por la expectación de ver si al final se desvela el misterio. 

Efectivamente, durante la lectura de los primeros capítulos del relato de Malerman, es difícil no pensar en “El Incidente”, aquella película que en 2008 nos proyectó en las pantallas escenas de suicidios masivos provocados, en principio, por un agente desconocido.

Por fortuna, tras este llamativo comienzo, la novela no se pierde, como el susodicho largometraje, en una trama tremendamente anodina. No se puede negar que “A ciegas” se sirve de la misma receta para crear una historia, a saber: la expectativa fácil y el morbo que despide la tragedia. Funciona. Pero es obvio que dispone de muchos más recursos para acaparar la atención del lector, especialmente la forma en que se escribe.

Cuidando los detalles

La acción de la novela se desarrolla fundamentalmente en dos tiempos. Por un lado, se narra el viaje de Malorie y los niños. Por otro, lo que aconteció cuatro años antes, cuando ésta, ya embarazada, decide refugiarse en una casa con un grupo de supervivientes. De este grupo se nutre el abanico de personajes principales del relato, destacando especialmente a dos: el carismático Tom, alma y líder de la casa;  y Don, amedrentado por la situación y posiblemente el más complejo de todo el elenco.

Malerman adopta un tono directo, reforzado por el uso del presente en la narración, para situar al lector directamente en la escena. Sin embargo, el autor compensa esta brusquedad con una prosa muy cuidada, en la que tanto la delicadeza como la atención por los detalles destacan durante todo el relato. El argumento fluye sin impedimentos y atrapa desde el principio. Logra combinar con acierto las ventajas de la inmediatez y la lírica, manteniendo el suspense hasta el final.

En las páginas de “A ciegas” conviven las escenas más brutales con momentos de inesperada ternura; y esta riqueza le da profundidad. De capítulos cortos, ágil y adictiva. Con algunos pasajes cuya contención eriza el vello del lector, apela directamente a los sentidos. Pero, sin lugar a dudas, la palabra que mejor define a esta novela es claustrofóbica.

De la música a los libros

Josh Malerman tiene un perfil peculiar. Es el cantante, guitarrista y compositor de una banda de Detroit, The High Strung, con trayectoria desde el año 2000. De sus primeros pinitos en literatura, cuenta que versaron sobre un perro que viajaba en el tiempo y cumplía labores de embajador terrestre en Júpiter.

De su pasión por el género de terror nació “Bird box”, título original de su primera novela que edita Minotauro en castellano con el título de “A ciegas”. Un relato inquietante y adictivo, escrito con mucho mimo. Con la única pega de que tendrás que leerlo con los ojos abiertos.

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