Aquellos maravillosos kioscos

Hubo un tiempo en el cual las calles de pueblos y ciudades eran el dominio incuestionable de la chiquillería. Con el beneplácito de sus madres (los padres solían pasar largas horas en el trabajo, y apenas compartían tiempo con sus hijos), los niños deambulaban por el barrio, adueñándose de los numerosos descampados, sin más preocupación que ocupar sus ratos de ocio con toda clase de sencillos entretenimientos.

Sin duda, una de las principales fuentes de diversión para los chavales de aquella época eran los kioscos, esas entrañables casetas cuyas reducidas dimensiones albergaban, como si de émulos de la Tardis se tratase, todo un universo de chucherías, cromos y baratijas de todo tipo. Universo por el cual, gracias a la encomiable labor de Juan Pedro Ferrer Pujol y Miguel Fernández Martínez, podemos realizar un intenso y colorido tour en “Aquellos maravillosos kioscos”, extraordinario volumen publicado por Editorial EDAF.

Crónicas de la niñez

En “Aquellos maravillosos kioscos” podrá el lector acompañar a los pequeños Juanpe y Miguelín, así como al resto de su pandilla, mientras transitan con inagotable energía por una niñez muy distinta a la que viven los chavales de hoy en día. Al carecer de smartphones de precios desorbitados, tabletas y videoconsolas de última generación, los protagonistas del libro que nos ocupa dedicaban sus ratos libres a jugar en pandilla. Calles, plazas, parques y solares eran escenarios en los cuales vivían mil y una aventuras, armados tan sólo con su imaginación y con los económicos juguetes que podían adquirir en los kioscos.

Los autores de “Aquellos maravillosos kioscos” construyen, capítulo a capítulo, una imagen sumamente vívida de cómo era la vida de los pequeños de la casa en la década de los sesenta y parte de la de los setenta del siglo pasado. Basándose en sus propias vivencias, Ferrer Pujol y Fernández Martínez narran numerosas anécdotas, describiendo situaciones en las cuales se verán sin duda reflejados los lectores que tengan una cierta edad. Y, sin perder de vista el eje alrededor del cual gira la obra, introducen constantemente visitas a esos diminutos templos de la ilusión en los cuales gastaban invariablemente su paga semanal.

El universo de las baratijas

“Aquellos maravillosos kioscos” combina, en cada uno de sus capítulos, un apartado narrativo con otro de corte informativo. Es en esta parte en la cual los autores despliegan una inmensa colección de imágenes que nos permiten descubrir qué aspecto tenían los pequeños juguetes, dulces y demás productos que se podían adquirir en los kioscos de la España de hace unos cincuenta años.

El amplio catálogo incluye todo tipo de vehículos y figuras realizados con plástico, desde pequeños soldados a los tradicionales indios y vaqueros, así como armas, artículos de broma, caretas y antifaces, silbatos y trompetillas, petardos y fulminantes, peonzas y yoyós, y mil y un objetos más que, por un módico precio, proporcionaban numerosas horas de diversión. También tenemos colecciones de cromos, los cuales se incluían habitualmente acompañando a las reinas del kiosco: las golosinas (de la que también se ofrece una amplia selección).

Y no hay que olvidarse de uno de los productos más ilusionantes que podían adquirirse en un kiosco: los sobres sorpresa. Los había de diversos precios y su contenido, en principio, iba en consonancia a lo que costaban. Lo cierto es que la mayoría de las veces incluían simples baratijas, pero hay que recordar que eran otros tiempos, los niños eran menos exigentes y tenían la capacidad de sacarle mucho partido a cualquier cosa.

Más allá del kiosco

Si bien los kioscos, y todo cuanto se asociaba a los mismos, son los protagonistas principales del libro, sus autores también dedican tiempo a narrar e ilustrar momentos de su niñez no necesariamente ligados a aquellos pequeños puestos. Entre dichos momentos destacan sobre todo las festividades y celebraciones de todo tipo, las cuales acostumbraban a venir acompañadas de regalos de una calidad muy superior a la de los artículos suministrados por el kiosquero.

Juanpe y Miguelín montarán, junto a sus amigos, su propia hoguera para celebrar las fiestas de San Juan (la narración de “Aquellos maravillosos Kioscos” transcurre en Alicante), y también recaudarán dinero el día del Domund (aunque no lo destinarán íntegramente a los misioneros). Y, por supuesto, nos describirán cómo se vivía la Navidad en aquella época, así como un día tan importante como el de la Primera Comunión, prestando especial atención a la descripción de los regalos recibidos en tan señaladas fechas.

Entrañable nostalgia

Los autores de “Aquellos maravillosos kioscos” son auténticos expertos en material de kiosco y juguetes de los años 60 y 70 del siglo XX. Juan Pedro Ferrer Pujol administra el blog El Kiosco de Akela, mientras que Miguel Fernández Martínez (cuyas extraordinarias ilustraciones abren cada capítulo del libro) hace lo propio en su blog Those Were the Days.

El fruto de su colaboración es un libro que hará las delicias de quienes vivieron aquellos maravillosos años. Y, como suele ser habitual con este tipo de obras de corte nostálgico, los lectores jóvenes tendrán la oportunidad de viajar a un tiempo el cual, si bien resulta relativamente cercano, desde una perspectiva moderna puede parecer a años luz de la época actual. Un volumen tan ameno como instructivo que recomendamos encarecidamente desde El Mar de Tinta.

4 respuestas a «Aquellos maravillosos kioscos»

  1. Hola, Miguel.

    Gracias a ti y a Juan Pedro por haberme dado la oportunidad de reencontrarme con mi infancia en vuestro maravilloso libro. Será uno honor para mí que compartáis mi reseña en vuestras páginas.

    Un abrazo.

  2. Hola José,

    Gracias por este estupendo artículo que dedicas a nuestro libro en tu blog. Nos había pasado desapercibido hasta hoy, lamentablemente.

    Con tu permiso, mañana lo compartiré en mi página Retromatic, y estoy seguro de que Juan Pedro hará lo mismo en la suya (El kiosco de Akela).

    Un saludo,

    MIGUEL FERNÁNDEZ

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