Cuentos de los mares del sur

Para la gran mayoría de lectores Jack London es, probablemente, sinónimo de novelas ambientadas en el Yukón y protagonizadas por valerosos canes. No en vano sus dos obras más populares (adaptadas en numerosas ocasiones, tanto para la pequeña como para la gran pantalla) son “Colmillo blanco” y “La llamada de lo salvaje”, narradas principalmente desde el punto de vista de los perros que las protagonizan.

Sin embargo, como suele ser habitual con los autores “clásicos”, la obra de London no se limita a historias centradas en la fiebre del oro que sacudió el Klondike. Otro de los escenarios predilectos del autor norteamericano fue el mar (“Siete cuentos de la patrulla pesquera y otros relatos”, “El lobo de mar”), y también se sintió fascinado por los mares del sur, donde ambientó obras como “Jerry de las islas” o los relatos recopilados en “Cuentos de los mares del sur”, interesante antología publicada por Navona Editorial.

Huracanes y caníbales

El violento y destructor poder de la naturaleza desatada se encuentra en la base de un par de los cuentos incluidos en esta colección. En “El pagano”, el naufragio de un barco a causa de un huracán da pie a que se establezca entre el narrador y el nativo Otoo una hermosa relación de amistad. Por su parte, en “La casa de Mapuhi”, también hará acto de presencia el mismo fenómeno atmosférico, y en esta ocasión London logra describir con envidiable maestría el horror que supone encontrarse a merced de la furia de los elementos.

Por su parte, el canibalismo es una presencia constante en la mayoría de las historias recopiladas en “Cuentos de los mares del sur”. Los habitantes de las numerosas islas mencionadas por London sentían predilección por el consumo de carne humana, al cual se asocia el acaparamiento de las cabezas de las personas devoradas (las de hombres blancos tienen un valor especial) como una suerte de macabra tradición que aporta prestigio a su poseedor. “El diente de ballena” es un buen ejemplo de narración en cuya trama la antropofagia juega un papel relevante.

“El inevitable hombre blanco”

El título del relato con el cual se cierra la antología resume a la perfección un elemento clave en la misma: la inevitable invasión por parte del “civilizado” hombre blanco, obstinado en esquilmar los recursos naturales de las islas, aprovecharse de sus habitantes y, por supuesto, preocupado por salvar sus almas. Una invasión frente a la cual los nativos luchan con violencia al principio, si bien no tardan en aprender que las terribles repercusiones que se derivan de matar a los demonios blancos hacen aconsejable aceptar con resignación el yugo impuesto por estos.

Varias son las historias en las cuales observamos el cruel y férreo control ejercido sobre la población indígena por parte de occidentales de baja catadura moral. En “Mauki”, por ejemplo, el nativo protagonista sufre un maltrato atroz mientras sirve a su “amo” blanco. Y en “¡Yah! ¡Yah! ¡Yah!” somos testigos de cómo un miserable hombrecillo domina como si de un dictador se tratase a miles de isleños quienes, acobardados por las represalias de anteriores enfrentamientos contra el invasor, no tienen más remedio que obedecer con rabia contenida.

Entre el horror y el humor

En “Cuentos de los mares del sur” el lector encontrará varios relatos en los cuales el horror está presente de un modo u otro. Ya sea derivado de la impotencia del ser humano frente a la naturaleza salvaje, o fruto de los actos de los nativos (pocas cosas resultan tan aterradoras como pensar que uno puede acabar devorado por sus semejantes) o de los hombres blancos, un cierto desasosiego preside la mayor parte de las historias contenidas en este volumen.

No obstante, hay una importante excepción a esta regla, una narración muy distinta a las demás. Se trata de “Las terribles Salomón”, relato en el cual London demuestra que es capaz de dar forma a una pieza humorística con el mismo talento del cual hace gala en sus cuentos más serios. En este relato, un inexperto joven (deseoso de experimentar la vida salvaje de las islas) será testigo de horrores sin fin los cuales, en esta ocasión, no serán reales, sino farsas organizadas por un socarrón capitán y sus hombres.

Una antología muy interesante

“Cuentos de los mares del sur” ofrece al lector la oportunidad de admirar el gran talento narrativo de un Jack London cuyos relatos nos trasladan a mares lejanos plagados de peligros y emociones. Esta excelente antología nos permite viajar más de un siglo atrás en el tiempo, a una época en la cual todavía existían lugares remotos ajenos casi por completo a la “civilizadora” influencia del hombre occidental. Islas paradisiacas, pobladas por beligerantes nativos y rodeadas por aguas infestadas de tiburones.

Desde El Mar de Tinta recomendamos esta interesante colección de relatos a todo aficionado a la narrativa breve de calidad. Quienes ya conozcan la obra del autor de “Colmillo blanco” tendrán, probablemente, la ocasión de descubrir una nueva faceta literaria del escritor norteamericano. Y quienes nunca hayan leído a London, disfrutarán sin ninguna duda de una serie de emocionantes aventuras ambientadas en uno de los entornos más hermosos de nuestro planeta.

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