El fin de los días

La palabra “secta” evoca casi indefectiblemente toda suerte de connotaciones negativas. Quién haya oído hablar de las atrocidades cometidas por los seguidores de Charles Manson o del reverendo Jim Jones, o cualquiera que conozca lo que ocurrió con los Davidianos en Waco, Texas, será plenamente consciente del tremendo y aterrador control que determinados líderes sectarios ejercen sobre sus seguidores.

Pero, ¿qué pasaría si alguien fundara una secta con la intención de ir más allá de la mera manipulación de sus miembros? ¿Y si alguien reuniese a un grupo de fieles y sumisos adeptos y les utilizara para abrir determinadas puertas, obteniendo de ese modo un poder inimaginable? Eso es lo que intentó en su día la hermana Katherine, cabeza visible del infame Templo de los Últimos Días.

Un documental inusual

Kyle Freeman está pasando una mala racha. Tras filmar un par de documentales con relativo éxito, de un tiempo a esta parte se ha visto obligado a autofinanciar sus nuevas obras, las cuales no le han proporcionado los beneficios deseados. Sin embargo, cuando la bancarrota parece inevitable, el joven director recibirá una peculiar oferta que le permitirá saldar sus deudas y, con suerte, conseguir que su nombre vuelva a brillar en el panorama del cine documental.

Maximilliam Solomon, un acaudalado y excéntrico productor, contrata a Kyle para que filme un documental sobre el Templo de los Últimos Días, una secta que surgió a finales de los años sesenta y tuvo un final sangriento en 1975. A pesar de ciertas reticencias iniciales, el documentalista aceptará el encargo y, en compañía de su inseparable cámara Dan, se verá inmerso en una odisea que le conducirá de Londres a Francia, y de allí a los Estados Unidos.

Las entrevistas a testigos y supervivientes se sucederán, y pronto resultará evidente la existencia de un elemento sobrenatural asociado a la historia de la secta. Así, Kyle y Dan entrarán en contacto con un horror inexplicable, mientras los secretos y mentiras que envuelven al Templo de los Últimos Días, cuyas raíces se asientas siglos atrás, se van revelando poco a poco.

Horror en directo

Una de las diversas fuentes de inspiración confesadas por Adam Nevill es esa serie de películas que nos ofrecen imágenes supuestamente reales y que, normalmente con un presupuesto escaso, son capaces de aterrorizarnos mucho más que una producción millonaria. Desde Holocausto caníbal hasta REC, pasando por El proyecto de la bruja de Blair o la saga Paranormal activity, el número de falsos documentales que llegan a las salas cinematográficas de todo el mundo no deja de crecer año tras año.

Cuando Kyle Freeman descubre los primeros fotogramas inexplicables en el material que él y Dan han rodado, el entusiasmo ante el potencial comercial de tales apariciones llega a superar el horror provocado por su visionado (y experimentado por ambos ante ciertos hechos vividos mientras las obtenían). No obstante, los sueños de éxito y fama no tardarán en convertirse en pesadillas. Porque, evidentemente, no es lo mismo contemplar o filmar una película con mayor o menor carga terrorífica, que convertirse en protagonista de la misma.

Las sectas: terror real

Otra de las fuentes de las que bebe el autor de El fin de los días es, evidentemente, el fascinante mundo de las sectas. Junto a los ya citados Manson y Jones, Nevill también menciona en varias ocasiones a la controvertida Cienciología, dejando claro que la hermana Katherine se formó en sus filas y aplicó lo aprendido en su propio grupo sectario.

Que en pleno siglo veintiuno todavía existan (y, de hecho, proliferen) sectas con mayor o menor repercusión mediática es algo que cuesta asimilar. ¿Qué puede llevar a una persona inteligente a renunciar a todo (familia, amigos, dinero…) para integrarse en un grupo sumiso a una figura autoritaria habitualmente tiránica?

Las respuestas a tal pregunta son diversas, y analizarlas requeriría mucho más espacio del que disponemos. Lo que queda claro es que hay personas capaces de anular la voluntad de sus semejantes. Personas que disfrutan de un poder que les permite humillar y vejar de innumerables formas a seres indefensos que se han puesto por completo en sus manos. Las descripciones de algunos actos llevados a cabo por la hermana Katherine y su círculo más íntimo resultan impactantes no sólo por la habilidad con la cual Nevill los describe, sino también por el conocimiento de que tales prácticas se han llevado (y se llevan) a cabo en multitud de sectas.

La consolidación de un autor

Adam Nevill debutó en 2008 con la todavía inédita en castellano Banquet for the Damned. No obstante, obtuvo su primer gran éxito con Apartamento 16, seguida por El ritual y “El fin de los días”, publicadas las tres por Minotauro en su interesante sello dedicado al terror contemporáneo.

En El Mar de Tinta hemos leído y disfrutado con las tres obras de Nevill editadas en español, y apreciamos en las mismas una firme evolución que ha transformado a una joven promesa en una autor sólido cuya última novela inquieta y fascina desde la primera página. “El fin de los días” es un libro que presenta distintos niveles de horror, y Nevill logra que sintamos como propia la angustia que se va apoderando progresivamente de su protagonista.

Así, recomendamos cualquiera de los libros del escritor británico sin reservas, con el convencimiento de que sus historias satisfarán a todo lector deseoso sumergirse en mundos terroríficos más allá de los poblados por los sempiternos zombis o vampiros. Y aprovechamos para expresar nuestro deseo de que vea la luz en nuestro idioma “Banquet for the Damned”, obra que cuenta con numerosas críticas favorables la cual, a buen seguro, no desmerece ante las tres ya disponibles en nuestras librerías.

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