El matrimonio de la señorita Buncle

Hay libros que nos transportan a mundos amables y, lamentablemente, irreales. Mundos lejanos en el tiempo, habitados por interesantes personajes cuyas vivencias nos fascinan, y a cuyas pequeñas tribulaciones, por terribles que a ellos les puedan parecer, asistimos con una sonrisa indulgente.

D. E. Stevenson fue toda una experta en la construcción de ese tipo de escenarios. En “El libro de la señorita Buncle” dio forma a Silverstream, un típico pueblecito inglés cuyos habitantes transformó en los protagonistas de dos exitosas novelas. Dos libros que no sólo le permitieron a Barbara Buncle dejar atrás sus penurias económicas, sino que también le proporcionaron un devoto marido.

Bienvenidos a Wandlebury

Tras contraer matrimonio con Arthur Abbott, editor de sus dos obras, Barbara se trasladó a la casa de su esposo en Londres, huyendo en cierto modo de quienes no se mostraban muy contentos con su faceta literaria en Silverstream. Sin embargo, el matrimonio Abbott no es completamente feliz, al verse obligado a cumplir a desgana con numerosos compromisos sociales.

Por fortuna, la solución a tal problema resulta muy sencilla, y los Abbott acabarán comprando una vieja casa en el idílico Wandlebury, la cual la señora Abbott convertirá en un lugar sumamente acogedor. No obstante, una confusión de identidad hará que, cuando Barbara acuda a la oficina de los abogados que gestionan la venta del inmueble, conozca el peculiar contenido de cierto testamento. Algo que resultará fundamental para el desarrollo de la narración en “El matrimonio de la señorita Buncle”.

Vecinos y amigos

La nueva ubicación permite a D. E. Stevenson regalarnos un conjunto de personajes, muchos de los cuales merecerían protagonizar sus propias novelas. Entre ellos destaca la familia Marvell, compuesta por un pintor de aspecto y carácter leoninos, su indolente esposa-modelo y tres hijos de comportamiento ciertamente poco convencional. Con los Marvell convive la señorita Foddy, resignada institutriz de los pequeños, quien se convertirá en una de las mejores amigas de Barbara Abbott. Y también hará lo propio la joven y vital Jerry Cobbe, sobrina de la adinerada lady Chevis Cobbe.

Otros de los numerosos e interesantes personajes que comparten páginas con los Abbott en “El matrimonio de la señorita Buncle” son Sam Abbott (sobrino de Arthur), Archie Cobbe (hermano de Jerry) y el doctor Wench, alias “chimpancé”, viejo compañero de los tiempos en el ejército del señor Abbott. Mención especial merece la señora Dance, esposa del vicario de Wandlebury, una cotilla incorregible que es incapaz de comprender la razón por la cual despierta una inmediata antipatía en todo aquel que la conoce.

Campo versus ciudad

Una de las ideas más recurrentes en el tipo de literatura del cual la obra que nos ocupa es un buen ejemplo, es sin lugar a dudas el encanto que posee la vida en un entorno rural. Frente al ajetreo, el bullicio y el estrés generado por la muchedumbre que se hacina en un entorno urbanita, lugares como Silverstream o Wandlebury se erigen como idílicos remansos de paz en los cuales resulta muy sencillo disfrutar de una existencia feliz y tranquila.

Varios son los personajes de “El matrimonio de la señorita Buncle” que expresan su atracción por la vida en el campo. Los primeros son los propios Abbott, deseosos de escapar de una ciudad en la cual no se encuentran a gusto. El joven Sam también se siente muy atraído por Wandlebury (aunque, en su caso, cuenta con una razón de peso para ello), y el doctor Wench deja bien claro que la vida de médico rural le parece muchísimo más enriquecedora que el ejercicio de su profesión en una consulta ubicada en Londres, por ejemplo.

Lo cierto es que no resulta difícil entender esa defensa de la vida en una pequeña población campestre, sobre todo si quien la realiza describe el lugar de forma tan atractiva como lo hace Stevenson. En El Mar de Tinta estamos convencidos de que muy pocos lectores de la novela se resistirían a habitar en el apacible Wandlebury.

¿Qué fue de John Smith?

En “El libro de la señorita Buncle”, D. E. Stevenson nos narró cómo Barbara Buncle obtuvo un enorme éxito de ventas con su primera novela, “El perturbador de la paz”, éxito que se repetiría con su pronta continuación, “Más poderosa es la pluma…”. En ambos casos, para preservar su anonimato, la autora novel ocultó su identidad tras el seudónimo “John Smith”.

Tras desaparecer las estrecheces económicas que obligaron a Barbara a esgrimir la pluma, cabría esperar que también lo hiciera la necesidad de plasmar en papel las vidas de quienes la rodean. Y es que no hay que olvidar que la señora Abbott considera que carece de imaginación y, por consiguiente, recurre a amigos y conocidos para dar forma a los personajes y situaciones de sus obras.

Sin embargo, ante la abundancia de personas interesantes que conoce una vez instalada en su nuevo hogar, Barbara Abbott no podrá evitar dar forma a una nueva novela en una serie de maratonianas sesiones de escritura compulsiva. El resultado, “Del dicho al hecho…”, la mejor obra escrita por la autora hasta la fecha, planteará un serio dilema en casa de los Abbott.

No hay dos sin tres

Siete años después de publicar “El matrimonio de la señorita Buncle”, D. E. Stevenson decidió retomar a sus entrañables personajes en una nueva novela que pondría punto y final a una extraordinaria trilogía. Esa última entrega es “Las dos señoras Abbott”, y ha sido editada en nuestro país, al igual que los dos volúmenes precedentes, por Alba Editorial.

La obra de D. E. Stevenson abarca más de cuarenta libros, y todos ellos (salvo los de la serie Buncle-Abbott) permanecen inéditos en castellano. En El Mar de Tinta confiamos en que Alba Editorial se anime a ofrecernos nuevas novelas de la autora escocesa, ya que estamos convencidos de que en ellas nos aguardan nuevos escenarios encantadores que recorrer de la mano de sus fascinantes personajes.

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