La importancia del quince de febrero

San Valentín se enmarca dentro de las fechas más especiales del año, donde se celebra en cada rincón del mundo el amor. No obstante, para algunas personas esta tradición resulta tediosa, inútil y poco importante en su vida. No obstante, Sandra cree que significa algo más, dado que su última ruptura fue el día siguiente a San Valentín el año pasado. Desde entonces, su mente científica le lleva a obsesionarse por encontrar su hombre ideal, llegando a fantasear con la idea de encontrar una fórmula exacta para ello.

El azar, el amor y la estadística se funden en esta novela romántica de Sofía Rhei, autora conocida por «Róndola»(2016) y «Espérame en la última página» (2017), donde también se tratan las relaciones interpersonales en el ámbito del amor. En esta ocasión, sin embargo, la narrativa añade el componente científico que le otorga un toque especial. Resulta, a grandes rasgos, un libro entretenido que nos muestra que, en ocasiones, los mejores momentos son los que no nos esperamos.

Un ritmo acorde a la narración

Todo libro comienza por su portada y este no es la excepción. La ilustración es un claro reflejo de lo que nos vamos a encontrar en el interior, aunque realmente es necesario leerse el libro completo para poder entender la imagen. En ella vemos a Sandra, la protagonista, rodeada de varios elementos que serán notables para la trama. No obstante, pese a que no se puede adivinar la importancia de estos la primera vez que se toma el libro, el dibujo es un buen incentivo que invita a la lectura. Este detalle, de cualquier manera, es algo que se debe agradecer a Plaza & Janés, puesto que una editorial que cuida la maquetación de esa manera siempre es meritoria de elogios.

En las próximas páginas, la historia se le aparece al lector de manera suave y perspicaz, sin caer en ningún momento es un ritmo tosco y brusco. Esta característica tan peculiar es un punto a favor de la novela, puesto que permite disfrutar de momentos de despeje. El estilo sencillo, directo y limpio de la autora es clave, en este sentido, para la obra, puesto que no resulta ostentoso ni intenta rellenar las acciones con demasiadas florituras. La narración es igual que Sandra: directa, analítica y metódica.

Las matemáticas del amor

La joven de 30 años comienza el camino de esta historia con una repentina ruptura el día después de San Valentín. Un año después nos encontramos con una Sandra que aún, pese a que lo ha buscado, no ha encontrado al hombre ideal. Sus estudios en psicología le proveen de muchos argumentos en contra de los tópicos que desea combatir: la mujer independiente y racional se debate con la más fantasiosa y pasional. De esta mezcla de sentimientos nace el planteamiento que desencadena toda la acción: ¿y si es posible encontrar el amor a través de un algoritmo?

La pregunta, si fuera afirmativa, ayudaría a Sandra a descubrir cosas sobre sí misma que, quizás, en otras situaciones no se hubiera planteado. Debemos partir de la vida de una mujer que ha sido marcada profundamente por un padre ausente y  una serie de ex novios amantes del azar. Por supuesto, esta exposición va a hacer tambalear todo lo que la joven considera correcto, moral o pertinente para su supervivencia en el terreno amoroso.

Si hay una necesidad, hay una aplicación para dispositivos móviles. Encontrar el amor no es una excepción y por eso existen en el mercado decenas de productos que prometen encontrar a esa persona especial, o al menos ideal, con quien compartir experiencias. Valiéndose de esta premisa, la protagonista idea un proyecto que nace de mezclar sus exigencias personales con lo que puede servirle de su trabajo profesional, recolectando datos estadísticos para crear la mejor aplicación de todos los tiempos. Su intelecto le lleva la conclusión de que mezclando análisis y amor podrá ser capaz de dar con el modelo de hombre que le hará feliz.

El arquetipo romántico

Sandra no se encuentra sola en esta aspiración, pues contará con la estimable ayuda de varias personas importantes tanto para la trama como, finalmente, para su vida. Desde hackers solitarios hasta millonarios narcisistas, el plantel de personajes que describe Sofía Rhei entra dentro de los arquetipos más reconocibles de la novela romántica. Este es uno de los puntos en los que debemos incidir, puesto que constituye una composición que produce sentimientos encontrados. Por un lado, reconocer estos patrones nos ayudan a situarnos en la acción, pero también establece unos cánones que la autora se esfuerza por romper a lo largo de la narrativa. Si lo consigue o no dependerá del juicio personal del lector. En el Mar de Tinta consideramos, por nuestra parte, que existe la intención pero no consigue redimir, de alguna manera, a los personajes al final.

Otro asunto que es necesario mencionar es cómo la autora consigue transformar una novela en apariencia común en una historia de espías y de persecuciones entre ratones y gatos, con cierta tendencia al absurdo incluida. El ritmo pausado sufre un cambio repentino en el último tercio del libro, convirtiéndose en una búsqueda frenética y atropellada de objetivos y metas. Esta mutabilidad es, en algunos aspectos, difícil de asimilar, pero casa bien con la trama. En este sentido, si se busca una historia romántica fuera de la normalidad, esta es una novel adecuada para ello.

Por esta razón, «La importancia del quince febrero» es una novela ligera, que produce unas simpatías bien merecidas. Se trata de un libro entretenido con el que hacer una primera incursión a la temática romántica, si no se es habitual en el género. El ritmo, los personajes y los argumentos son más que correctos para hacer un cóctel agradable, sin mayores pretensiones que disfrutar del placer de la lectura. Desde el Mar de Tinta agradecemos que existan este tipo de libros, los cuales son capaces de sacarnos sonrisas cómplices, sin necesidad de otro tipo de propósitos. Por esta razón creemos firmemente en la diversidad de los géneros literarios y recordamos a nuestros lectores que siempre existe el libro perfecto para cada persona.

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