La Profecía

«Cuando los judíos regresan a Sión

un cometa surque el cielo

y el Sacro Imperio renazca,

entonces tú y yo moriremos.

Del mar eterno surgirá,

aquel que creará poderosos ejércitos,

y volverá al hombre contra su hermano,

hasta que ya no exista más.»

Dentro de un género tan amplio, popular y maltratado como es el terror suele ser complicado encontrar luces entre tantas sombras. Dejando de lado autores del medio tan importantes como Stephen King, Clive Barker, Ramsey Campbell o Richard Matheson (por nombrar los más destacados del terror actual) o  clásicos consagrados como H.P. Lovecraft, M.R. James, Edgar Allan Poe o Bram Stoker, encontrar obras de verdadera calidad u originalidad es una tarea compleja.
El caso de David Seltzer y su obra “La Profecía” es una verdadera rara avis por contexto, origen y posterior proyección.

La bestia entre nosotros

La historia comienza con el viaje del diplomático americano Robert Thorn hacia Roma para encontrarse con su mujer y su hijo recién nacido. Al llegar al Ospedale Generale, Robert Thorn recibe la terrible noticia de la repentina muerte de su primogénito. Sin embargo, el padre Spilletto le comenta que hay una posibilidad de evitarle el trance a su mujer, Katherine, que ya ha pasado por varios abortos: hay un niño recién nacido cuya madre ha muerto en el parto; sin familia, sin nadie que haga preguntas. Thorn acepta el siniestro canje, apremiado por el clérigo.

Tiempo después Robert es nombrado embajador de los Estados Unidos en Gran Bretaña y comienza una exitosa ascensión política. Thorn y su mujer parecen haber encontrado la tan anhelada estabilidad familiar junto a su hijo Damien. Pero esa tranquilidad no tarda en convertirse en una concatenación de siniestros sucesos. Todo parece comenzar con el suicidio de Chessa, la niñera de Damien, durante una multitudinaria fiesta de cumpleaños a la que acuden prensa y lo más destacado de la política británica. “¡Mira, Damien!», ¡Esto es para ti!” dijo la niñera antes de saltar.

Unos días después aparece en escena la figura de la Señora Baylock, que dice haber sido enviada por la misma agencia de niñeras que envió a Chessa.
A partir de este suceso comienza una terrible danza en la que toman parte personajes tan siniestros y oscuros como el Padre Brennan, un desarrapado sacerdote que acecha a Robert Thorn con apocalípticos mensajes sobre su hijo y de cómo ha de acabar con él por la salvación de la humanidad; Haber Jennings, un bohemio y desagradable fotógrafo que servirá a Thorn de puerta de acceso a los terribles descubrimientos sobre el niño que ha adoptado comoe propio; o Bugenhagen, último exponente de una dinastía de cruzados que combate la estirpe del Maligno en la tierra.

La inocencia como refugio del Mal

Puede que David Seltzer no imaginara lo que tenía entre manos cuando escribió “La Profecía”. Es posible que no fuera consciente del poder evocador que manejaba al hacerlo, aunque también podría saberlo perfectamente.  Con esta obra es capaz de sumergir al lector de forma cruda, sorda y sin concesiones en la idea de que ni siquiera los inocentes están a salvo de ser manchados por lo impío. La imagen de un niño de cinco años como la encarnación del mal absoluto es, sin duda alguna, una de las mejores aportaciones a la historia de la literatura de terror. ¿Quién puede imaginar  que de la inocencia se libere el mal? ¿Quién espera que de la mano de un niño vengan caminando los más oscuros demonios?
No es la primera vez que se toca esta idea dentro del terror, es evidente, pero queda claro que ha sido la mejor y más brillante de todas. No sólo por esta novela, sino por la proyección posterior. Prueba de ello es el hecho de que existan pocas personas aficionadas al género que no asocien inmediatamente el nombre de Damien a la figura del terrible hijo del diablo.

Burlándose de Dios

Dentro de la literatura de terror y, puntualmente, de la temática demonológica, es sencillo encontrar historias o autores que llegan a estremecer al lector poco exigente. Lo que nos encontramos con “La Profecía” es una vuelta de tuerca al concepto de lo macabro; un libro para gourmets del terror, si se prefiere. El autor hace gala de un conocimiento profundo tanto de la mitología cristiana como de la cultura oscura. Se manejan simbologías y conceptos que no suelen estar a mano de todos los escritores que se acercan al género. El uso de personajes como la señora Baylock (que encarna una suerte de sacerdotisa guardiana del hijo del Diablo) acompañada por los perros del infierno o el suicidio de Chessa a modo de sacrificio propiciador del mal, son ideas fruto de la mente experimentada. El autor sabe de qué está hablando y, de alguna manera, nos muestra que nosotros también lo percibimos.

Como lectores y amantes del terror, pocas veces hemos visto un uso tan inteligente y conciso del reverso de la liturgia católica y su burla de lo divino. La crudeza en la idea de que el hijo del Adversario en la tierra ha de ser concebido por un Chacal  se antoja como un pleno en lo que a blasfemias se refiere.

De la Fábrica de Chocolate a las puertas del Infierno

Para hablar de David Seltzer tenemos que hacer un ejercicio de eclecticismo.
La trayectoria profesional del autor se desarrolla sobre todo dentro del ámbito cinematográfico participando como guionista en cine y televisión desde 1966. Dentro de su producción cabe destacar los guiones de, entre otras películas, la primera versión cinematográfica de la obra de Roald Dahl “Willy Wonka & the Chocolate Factory” (que en España se tituló “Un Mundo de Fantasía”), “Resplandor en la Oscuridad” (también como director) y “Dragonfly”(protagonizada por Kevin Costner). A parte, también participa como guionista en la versión para el cine de “La Profecía” (Richard Donner, 1976).
Viendo este devenir profesional podemos entender que su incursión en la novela viene a ser algo anecdótico.

Damien: del papel a  la pantalla y de vuelta al papel

Cuando hablábamos de la clave aportación de “La profecía” al género no nos referíamos únicamente a la versión cinematográfica de Richard Donner. Hablamos de 3 secuelas, de un remake en 2006 y de la sempiterna repetición de la figura de un Damien que salta de película en película con características formales idénticas pero con distintos nombres y calidades decrecientes.
De entre todas los posibles guiños a la novela, creemos que la obra de Neil Gaiman y Terry Prattchet “Buenos Presagios” es el  homenaje más brillante (y divertido) que podemos encontrar.

Sympathy for the Devil

Para finalizar el siniestro paseo debemos afirmar que ha sido una lectura tan amena como terrorífica. Seltzer deja patente su escuela con un desarrollo totalmente cinematográfico tanto en narración como en diálogos. Es una lectura dinámica, entretenida y sobrecogedora sin más pretensiones que la de conmover por el puro terror.

Minotauro ha sido la responsable de la edición en castellano del libro. Destaca tanto el diseño como  la calidad de la impresión en cartoné. En definitiva, recomendamos encarecidamente  a los enamorados del género que paseen sus dedos por las páginas de esta novela.