Pesadilla a veinte mil pies, y otros relatos espeluznantes

En marzo de 2014, la editorial Gigamesh publicaba “Nacido de hombre y mujer, y otros relatos espeluznantes”. Se trataba del primer volumen de un díptico en el cual se recopilarían todos los relatos de corte fantástico escritos por Richard Matheson, uno de los autores norteamericanos más influyentes en el género a lo largo del siglo XX.

La cuidada edición del libro, con una excelente traducción y una serie de interesantes apéndices (algo habitual en los libros publicados por la editorial barcelonesa), hizo que quienes adquirieron esa primera colección ardieran en deseos de que apareciera la segunda. La espera ha sido larga, pero sin duda ha valido la pena, ya que “Pesadilla a veinte mil pies, y otros relatos espeluznantes” incluye los extraordinarios relatos escritos por Matheson entre 1955 y 1971. Cuarenta y tres historias entre las cuales figuran algunas de las más conocidas del autor de clásicos como “Soy leyenda” o “El increíble hombre menguante”.

Pequeñas joyas

Pocas veces tiene el lector la oportunidad de tener a su alcance, en un único volumen, tal cantidad de obras maestras del cuento fantástico. En “Pesadilla a veinte mil pies y otros relatos espeluznantes” tienen cabida narraciones de ciencia ficción, terror y humor, y abundan los casos en los cuales Matheson salpimenta sus textos con una buena dosis de erotismo, básicamente porque la revista “Playboy” fue la receptora de muchos de los relatos incluidos en la presente antología.

Seleccionar títulos en particular entre tanta pequeña joya literaria resulta harto difícil. Por supuesto, relatos con versión cinematográfica como “Acero”, “Botón, botón”, “Duelo” o “Pesadilla a veinte mil pies” son bien conocidos, y ya volveremos a ellos en el siguiente apartado. Sin embargo, son las historias menos conocidas las que depararán al lector más de una agradable sorpresa, pues entre ellas encontrará algunos de los mejores textos firmados por Richard Matheson.

“Miss Encanto Sideral”, por ejemplo, es un hilarante relato que combina con maestría el humor con la ciencia ficción. “Los hijos de Noah” resulta tremendamente desasosegante, y en “Los vampiros no existen” comprobaremos cómo al autor le encanta jugar con las expectativas del lector, conduciéndole con habilidad hacia un final inesperado, algo que también hace en “Intereses”, historia en la cual conoceremos el impío origen de la riqueza de cierta familia. Finalmente, hay dos cuentos que en El Mar de Tinta nos parecen especialmente interesantes porque vemos en ellos el germen de posteriores obras de Stephen King.

Como es bien sabido, el Rey del Terror siempre ha afirmado que, entre sus diversos referentes literarios, Richard Matheson figura en un lugar preeminente. Así, no sería de extrañar que “Presa”, relato en el cual un diminuto muñeco poseído por el alma de un guerrero africano acosa a una mujer, sirviera de inspiración para “Campo de batalla” (incluido en “El umbral de la noche”), donde un ejército de soldados de juguete ataca a un asesino a sueldo en su casa. Por su parte, “El repartidor” es nuestro relato favorito de la antología, y en él asistimos a cómo una especie de sembrador de cizaña profesional destruye la pacífica convivencia de un tranquilo vecindario, algo que nos recuerda a la labor ejercida por el siniestro Leland Gaunt en la novela de King “La tienda”.

Televisión y cine

Richard Matheson fue autor de numerosos guiones, en los cuales adaptaba tanto sus propias obras como las de otros autores (cabe destacar los que firmó para el famoso ciclo de películas que Roger Corman dedicó a diversos relatos de Edgar Allan Poe). Así, sus novelas y relatos han contado con abundantes versiones, tanto para la pequeña como para la gran pantalla, ya sea con guión propio o de otros autores.

Buena parte de los relatos incluidos en “Pesadilla a veinte mil pies, y otros relatos espeluznantes” contaron en su día con su correspondiente versión televisiva. Series como “Galería nocturna”, “Cuentos asombrosos” o “La dimensión desconocida” ofrecieron versiones de cuentos como “El funeral”, “Digno de mención” y “Una gran sorpresa”, entre otros.

Algunos relatos, por su parte, fueron adaptados tanto al medio televisivo (todos en “La dimensión desconocida”) como al cinematográfico. Así, “Acero” sirvió como base para “Acero puro”, película protagonizada por Hugh Jackman cuyo argumento se aleja bastante del relato original. De igual modo, “Pesadilla a veinte mil pies” se incluyó como cuarto segmento de la película “En los límites de la realidad”, con John Lithgow retomando el papel interpretado por William Shatner en la serie de televisión. Finalmente, “Botón, botón” fue adaptada como “La caja”, producción protagonizada por Cameron Díaz y James Marsden.

Para terminar, no hay que olvidar que “Duelo”, el relato que cierra “Pesadilla a veinte mil pies, y otros relatos espeluznantes”, fue adaptado por el propio Richard Matheson y se convirtió en “El diablo sobre ruedas”. Steven Spielberg dirigió lo que debía ser un simple telefilme pero, debido a su calidad,  la película gozó de proyección en cines en una versión ampliada de 90 minutos.

Un díptico indispensable

La presentación en orden cronológico de los cuentos fantásticos de Richard Matheson, unida a los comentarios que el propio autor realiza al final de cada uno de ellos, nos permite asistir a la evolución del trabajo de un maestro del género a lo largo de algo más de dos décadas. Una rara oportunidad que hay que agradecer a Gigamesh, editorial que compensa la escasez de publicaciones con la gran calidad de las mismas.

En El Mar de Tinta consideramos que todo aficionado al género fantástico, en cualquiera de sus vertientes, debe hacer un hueco en su biblioteca al díptico formado por “Nacido de hombre y mujer, y otros relatos espeluznantes” y “Pesadilla a veinte mil pies, y otros relatos espeluznantes”. Dos tomos de lectura indispensable en los cuales hallará un buen número de obras maestras y, sobre todo, un buen puñado de horas agradable evasión.

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