Pollyanna crece

El sello editorial Toromítico nos traía el pasado año 2015 el volumen final protagonizado por la encantadora e inocente Pollyanna. La heroína, creada por Eleanor H. Porter en 1913, vuelve en “Pollyanna crece” a encandilar a los lectores con su bondad y alegría de vivir.

Existe un buen puñado de niñas literarias que han pasado a la posteridad por su inteligencia, buen humor y particulares aventuras. Desde Alicia, pasando por Dorothy, las hermanas March, la inquisitiva Ana de Tejas Verdes, hasta Pippy Calzaslargas: todas ellas han alimentado la imaginación de jóvenes y pequeños lectores durante generaciones. Ahora, Toromítico nos brinda la oportunidad de conocer a otro miembro de esta larga lista de soñadoras.

Otra dosis de Pollyanna

En este segundo volumen, la autora norteamericana retoma la historia prácticamente donde la dejamos: Pollyanna Withers ha recuperado la movilidad de sus piernas, su tía Polly se ha casado con el buen doctor Chilton y el juego de la alegría, el preferido de la niña, se ha convertido en el más practicado por los habitantes de la pequeña población de Beldingsville.

Los efectos beneficiosos de la compañía de Pollyanna traspasarán las fronteras cuando se requiera su presencia en Boston para animar a la señora Carew, una dama desdichada a raíz de la pérdida de su sobrino Jamie. Nuestra protagonista entablará nuevas amistades en la ciudad, alegrando, una vez más y sin ser consciente de ello, la vida de todos aquellos que la rodean. En la urbe, Pollyanna comprenderá que la vida no es tan sencilla ni justa como creía: conocerá la verdadera miseria, el desapego de las gentes en una gran ciudad, el desequilibrio entre las clases sociales. Con su gran corazón, y la pureza que la caracteriza, se rebelará contra estas injusticias como sólo ella podría hacerlo.

La historia dará un salto temporal bastante amplio hacia la mitad de la novela, presentándonos a una Pollyanna ya adulta, más curtida por la experiencia y las tragedias inevitables, que amenazan con resquebrajar su vital optimismo. En este nuevo y adulto escenario, Pollyanna se verá de nuevo rodeada por sus antiguos amigos de infancia y se enfrentará, por primera vez, a los asuntos del corazón.

Digna continuación

Cualquiera que haya tenido en sus manos “Pollyanna” entenderá nuestra avidez por leer “Pollyanna crece”. Este nuevo volumen, pese a que no llega al nivel de la trama del primer libro, nos ha dejado más que satisfechos. Destaca especialmente su primera parte, cuando todavía es una niña.

Pollyanna es, durante su infancia, un personaje encantador y divertido. Podría, tal y como afirman otros personajes de la misma novela (como su tía) llegar a resultar petulante en su inocencia y moralidad, pero Porter consigue que nos encariñemos con la niña desde las primeras páginas. Su sinceridad, la ausencia de dobleces, la manera con la que ve el mundo… todo ello tiene un poder sanador, también en los lectores. Éstos no podrán dejar de sonreír con su incesante verborrea, reír con sus comentarios y enternecerse con su empatía y generosidad. En definitiva, nos transmite tal cantidad de valores positivos y necesarios que no puede pasar desapercibida. Nos brinda un viaje a un mundo prácticamente extinto y nos enseña (más de un siglo después) la necesidad de conservarlo.

Sus aventuras son tan entretenidas como el día de su publicación (en 1913 el primer volumen y en 1915 «Pollyanna crece) y estamos convencidos de que también cautivarán a las nuevas generaciones.

La mejor medicina

Como indicábamos anteriormente, Pollyanna forma parte por derecho propio del largo elenco de niñas literarias, listas y pizpiretas. Desde El Mar de Tinta creemos que los libros que éstas protagonizan deberían ser, en el momento adecuado, lectura infantil casi obligada. Instar a los padres a que acerquen a sus hijos a estas clásicas e imperecederas heroínas nunca ha sido más fácil, y Toromítico pone su grano de arena rescatando del olvido a la entrañable sobrina de la señora Chilton. Dos volúmenes perfectos para leer en familia, que encantarán tanto a adultos como a niños, si bien este último tal vez tiene un final un tanto forzado, resultado del deseo de su autora por terminar felizmente  las aventuras de Pollyanna.

Aún así, la historia es de un costumbrismo delicioso (a la altura de los libros de Lucy Maud Montgomery o los de Louise May Alcott) y la presente edición tan sugerente como el anterior volumen de la serie. Las ilustraciones, una vez más a cargo de Sara Lago y Antonio Cuesta, no podrían ser más idóneas ya que actualizan el clásico, sin “estropearlo” con ese estilo inacabado, aséptico y carente de vida, que caracteriza la ilustración actual y al que catalogan de “moderno”. Las líneas clásicas de los personajes de Sara Lago nos traen reminiscencias de los trazos de María Pascual, tan acordes con el público infantil.

Sólo encontramos un fallo en «Pollyanna crece», que ya hemos notado en otros volúmenes de la misma colección de Toromítico. Sería este la innumerable cantidad de errores tipográficos encontrados en el texto, así como gramaticales y ortográficos. Lamentamos este error porque desvirtúa una edición que podría ser soberbia y que se podría haber evitado con una corrección más atenta del texto tras las labores de traducción. En El Mar de Tinta creemos que es vital solventar esta desafortunada mala costumbre (a día de hoy pocos libros encontramos sin errores tipográficos), sobre todo en los títulos destinados a un público infantil.

Con todo, “Pollyanna crece” no tiene desperdicio. La segunda y última parte de la obra de Eleanor H. Porter se ha ganado, para siempre, un pedacito de nuestros corazones: Pollyana sigue siendo la mejor medicina para un mundo cada vez más escaso en valores y humanidad. Una lectura maravillosa que no deberían perderse.

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