Mujercitas

Alguien dijo alguna vez que la vida es demasiado corta para leer todos los libros que quisiéramos. La existencia del lector habitual con cierta amplitud de miras es un conflicto constante entre dedicar su tiempo a las novedades que llaman su atención o hacer lo propio con la interminable lista de volúmenes clásicos los cuales no debería dejar de conocer.

Por ese motivo, es más que probable que existan obras extraordinarias entre cuyas páginas todavía no nos hayamos aventurado, aun contando con unas cuantas décadas de voraz lectura a nuestras espaldas.  Afortunadamente, los verdaderos clásicos gozan del privilegio de constantes reediciones, facilitando el acceso a las maravillas que atesoran. Un buen ejemplo de ello es la reciente edición de “Mujercitas” que, bellamente ilustrada por Riikka Sormunen, ha publicado Penguin Random House en su sello Lumen: una ocasión perfecta para descubrir (o redescubrir) la obra maestra de Louisa May Alcott.

Las hermanas March

Las protagonistas absolutas de “Mujercitas” son las cuatro hermanas March, a quienes conocemos en un momento difícil. Su su padre está lejos de casa, luchando con  el ejército de la Unión durante la Guerra de Secesión americana. Mientras aguardan el regreso del patriarca, las jóvenes March intentarán seguir el ejemplo de su abnegada madre y tratarán de sobrellevar con entereza una vida humilde (la riqueza de la que disfrutara en su día la familia ya no es sino un lejano recuerdo), en la cual se alternarán las luces y las sombras.

La mayor de las hijas del matrimonio March es Meg, una joven bella y sensata (aunque en alguna ocasión se abandone a ciertas frivolidades) a quien Alcott no dota de una personalidad tan destacable como al resto de sus hermanas. Jo, por su parte, es la que cuenta con mayor protagonismo, al ser un trasunto de la propia autora. Se trata de una muchacha que disfruta comportándose como un chico y, aficionada desde pequeña a la literatura, sueña con ganarse la vida escribiendo. Beth es, con diferencia, la más generosa y abnegada de las cuatro, y está dotada de un gran talento musical que demuestra tanto cantando como tocando el piano. Por último, la pequeña Amy adora dibujar y pintar, y es la que peor sobrelleva la relativa pobreza de su familia.

Elogio de la bondad

Si hay algo que caracteriza “Mujercitas” es la apología de virtudes como el sacrificio, la generosidad y la amabilidad que realiza su autora. Siguiendo el ejemplo de sus padres (particularmente el de Marmee, la madre, una mujer que soporta con admirable entereza la difícil situación por la que atraviesan), las hermanas March se esfuerzan por eliminar los defectos de sus respectivos caracteres con la intención de hacer que sus progenitores se sientan orgullosos de ellas.

Así, la novela presenta las pequeñas luchas personales de las cuatro muchachas por intentar crecer como personas. En no pocas ocasiones veremos como son capaces de renunciar a aquello que más desean o aprecian para beneficiar a alguien que lo necesita más que ellas. No obstante, quienes se llevan la palma en cuanto a autosacrificio son Jo y Beth. La primera se desprenderá de algo de gran valor personal para ayudar a recaudar el dinero que su madre necesita en determinado momento, mientras que el altruismo de la noble Beth tendrá inesperadas consecuencias que afectarán profundamente a su vida.

Aquellas mujercitas y demás

Algo que debe tener en cuenta quien esté pensando en adquirir este libro es que se trata tan sólo del primer volumen de la novela, publicado originalmente en 1868. La segunda parte, de corte mucho más dramático, apareció en 1869 y retoma a los personajes algunos años más tarde. Existe cierta confusión asociada a esta segunda entrega, ya que en el Reino Unido recibió por parte del editor el título “Good Wives” (“Buenas esposas”) y, en nuestro país, fue rebautizada como “Aquellas mujercitas”.

Alcott escribió otras dos novelas en las cuales, si bien el protagonismo recae fundamentalmente en Jo, también aparecen sus hermanas y sus respectivas familias. Se trata de “Hombrecitos”  y “Los chicos de Jo”, dos libros bastante menos conocidos que “Mujercitas”. Ello se debe probablemente a que, si bien ambos cuentan con adaptaciones a distintos medios, ninguna de ellas se encuentra a la altura de películas tan populares como las versiones de “Mujercitas” estrenadas en 1933, 1949 o 1994, en las cuales aparecen actrices tan inolvidables como Katharine Hepburn, Elizabeth Taylor o Winona Ryder.

Un clásico inolvidable

“Mujercitas” es una obra en la cual se combinan a la perfección un humor ligero y ciertos toques dramáticos. Las pequeñas aventuras cotidianas de las hermanas March se leen con agrado y ligereza, de modo que la novela se acaba en un suspiro y nos deja anhelando saber cómo continúa la historia.

Si a la calidad intrínseca de la escritura de Louisa May Alcott le añadimos  una edición impecable en todos los aspectos, obtenemos un libro extraordinario que merece un lugar destacado en nuestra biblioteca particular. Teniendo en cuenta lo cerca que está ya la temporada navideña, en El Mar de Tinta pensamos que sería un regalo ideal para quienes disfruten leyendo historias sencillas y edificantes.

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