Tiempos ridículos

No es la primera vez que Javier Marías publica un recopilatorio de sus artículos de opinión. Esta ocasión adquiere un significado especial: con el último texto, fechado el 3 de Febrero de 2013, cumple diez años desempeñando dicha labor para El País Semanal (EPS). Leer “Tiempos ridículos” (Editorial Alfaguara) supone facilitarnos la tarea de analizar las circunstancias que nos ha tocado vivir y, en definitiva, ponerle palabras a las inquietudes de buena parte de la ciudadanía.

Casi un centenar de artículos ha escrito el autor de “Los enamoramientos” o “Tu rostro mañana” desde el 13 de Febrero de 2011. Desde entonces no pocos han sido los acontecimientos en España: el fin del mandato socialista, las elecciones, el nuevo huésped del Palacio de la Moncloa y los efectos de sus políticas… en ello se detiene aunque no hace ahí una parada permanente. Lo veremos hablar de lengua y literatura, de costumbres, de religión e incluso de deporte.

A través de las columnas de opinión nos adentramos en los contenidos de mayor actualidad, qué duda cabe. Pero el privilegio o la oportunidad de profundizar en la manera de pensar del escritor transluce aquí más que en ningún lugar.

El intelectual comprometido

“Tiempos ridículos” es de los mejores artículos recogidos en esta colección. En él cita la afirmación de una catedrática de Psiquiatría aparecida en el suplemento del New York Times: “Vivimos tiempos ridículos, y si a uno le parece que todo tiene sentido, lo más probable es que no esté bien”. Este arranque viene a colación de la repercusión mediática que tuvo la escapada del Rey a Botsuana. Él mismo reconoce su antipatía hacia la caza y su falta de afinidad con la monarquía, pero no lo considera tan importante como otros asuntos que, sin embargo, pasan desapercibidos o no generan indignación en demasía.

Las cuestiones de Estado son sus favoritas. Ya sea para hablar de recortes o recurrir con frecuencia a la Ley del Suelo de Aznar como principal motivo de la burbuja inmobiliaria, Marías evita aplaudir decisiones venidas de la clase política. A menudo relaciona ciertos aspectos del Gobierno vigente con el Franquismo. Al fin y al cabo él vivió parte de aquella etapa dentro de una familia liberal, con su padre y también escritor Julián Marías a la cabeza.

Su condición de miembro de la Real Academia Española impide la escasez de temas vinculados con el desgaste de algunas palabras o el deterioro de la lengua a través de los verbos, abusando de unos y olvidando otros. “Tacañería y tosquedad y pereza” es el artículo que retrata dicho desapego a expresarnos correctamente. En general, la cultura ocupa una buena parte de su atención.

Nos toparemos con su afición al fútbol y al Real Madrid, las contestaciones a las cartas de sus lectores que más llegan a impactarle, los comportamientos de la sociedad española y la nostalgia que se respira al hacernos partícipes de la despedida a su tío músico Odón Alonso o de los recuerdos familiares.

Personalidad sin disimulos

Javier Marías tiene la suerte de no verse obligado a ocultar sus preferencias para sobrevivir. Ello quedó demostrado cuando le censuraron un artículo en XL Semanal (Grupo Vocento) y decidió marcharse. Al poco le teníamos en EPS y de eso ya hace una década. La conclusión que extraemos es que estamos ante escritos ausentes de manipulación, fieles a los sentimientos de quien los firma.

Se autodefine europeo, fumador y ateo. Claramente progresista, apasionado defensor de la cultura en general y de la literatura en particular, preocupado por el futuro de las bibliotecas públicas a las que el Gobierno ha privado de subvención.

Frente a la rapidez con la que evoluciona la tecnología, ejerce su función de escritor con una máquina de escribir y carece de móvil salvo cuando sale de viaje. ¿Puede esto dar la impresión de hombre anticuado, anclado en un pasado por definición caduco? Quizás presuma de ejemplo de libertad, de la que disfrutan un puñado de afortunados en un mundo lleno de presiones, competitivo y sin apenas margen para la intimidad.

Reflexiones contaminadas de desencanto

Si bien el motivo del libro es “festejar” los diez años de trabajo en El País, el tono resulta menos jovial que en ocasiones anteriores. El periodo abarcado lo merece, pues la crisis económica no da tregua. Ya nos lo avisa el editor en las primeras páginas: “la inquietud por el estado actual de las cosas en lo político y en lo social” predomina.

Aunque Javier Marías trate de llevar a su terreno a los lectores, impera la abundancia de preguntas en los títulos, durante los artículos e incluso en varios finales. Digamos que da las claves para razonar o tomar partido con argumentos contundentes, pero deja abiertas cuestiones para las que seguramente ni él mismo tenga respuesta.

En cuanto al tono, sus ingredientes fundamentales consisten en el coqueteo con la ironía y el desenfadado, dos habilidades que le permiten desahogar al lector de tanto desencanto e incertidumbre en absoluto disimulados. Él mismo se pregunta si su trabajo como columnista sirve de algo, dado que en los últimos años todo parece haber ido a peor.

Cuarenta años escribiendo

Nacido en 1951, con diecisiete años comenzó su aventura literaria publicando “Los dominios del lobo«, ambientada en los inicios del siglo XX en Estados Unidos. La peculiaridad que lo hizo grande fue su capacidad de aglutinar diversos géneros en una sola obra. Juan Benet lo tachó de excelente y en parte gracias a él pudo ver la luz. Esa amistad surgida entre un muchacho despierto y un escritor veterano consiguió ser duradera. Por ello no nos sorprende que en el propio libro que hoy tenemos entre manos Marías le haga un homenaje al cumplirse el 5 de Enero veinte años de su fallecimiento.

Benet enseñó al joven “discípulo” a crear un camino personal e intransferible. Sería de extrañar que teniendo a semejante maestro Marías no hubiera progresado como lo ha hecho. La treintena de historias junto con los numerosos premios nacionales e internacionales lo certifica: “Corazón tan blanco” (Premio de la Crítica, Prix l’Oeil et la Lettre, IMPAC Dublin Literary Award), “Mañana en la batalla piensa en mí” (Premio Fastenrath, Premio Rómulo Gallegos, Prix Femina Étranger, Premio Mondello di Palermo) y las tres partes de “Tu rostro mañana” (muy exitosas en cuanto a crítica y público) son una pequeña muestra de su calidad.

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