Ana, la de Ingleside

Cuando un lector se enamora de un personaje (algo que sucede con mucha frecuencia, ¿no es cierto?), agradece enormemente que su creador dedique cuantos más libros mejor a narrar sus aventuras. Ello nos permite conocer cada vez mejor al destinatario de nuestro amor literario y, en ocasiones, nos da la oportunidad de ser testigos privilegiados de su trayectoria vital a lo largo de los años.

Ese es el caso de la serie de novelas en las cuales L. M. Montgomery dio vida a la inolvidable Ana Shirley. La pequeña y locuaz huérfana que fuera acogida por los hermanos Marilla y Matthew Cuthbert en “Ana, la de Tejas Verdes”, se ha convertido en una hermosa y encantadora madre de familia numerosa. En “Ana, la de Ingleside” podremos descubrir cómo se maneja nuestra pelirroja favorita en una nueva casa repleta de niños.

Vida en Glen St. Mary

Ana, su esposo Gilbert y su prole (compuesta por las mellizas Nan y Di, junto a sus tres hermanos Shirley, Jem y Walter y la pequeña Bertha Marilla) viven en Ingleside, una hermosa casa situada en Glen St. Mary. El doctor Blythe trabaja incansablemente para mantener a su familia, mientras Ana se dedica en cuerpo y alma al cuidado de sus hijos y de su hogar, para lo cual cuenta con la inestimable ayuda de Susan Baker, una hacendosa criada y cocinera considerada por todos como una miembro más de la familia.

A lo largo de la novela, veremos cómo Ana debe hacer frente a todo tipo de problemas derivados de la maternidad, pues sus hijos serán una fuente inagotable de sobresaltos y, por supuesto, de alegrías para la joven señora Blythe. También habrá de lidiar con la visita no deseada de la tía Mary María Blythe, una mujer insoportable y amargada que parece decidida a convertir Ingleside en su residencia. E incluso llegará el momento en el cual la protagonista principal de “Ana, la de Ingleside” experimentará dudas sobre su matrimonio, demostrando que nadie está a salvo de la sombra de los celos.

Una gran familia

Como ya hemos comentado, la principal novedad de esta sexta entrega de la serie es que, por primera vez en la misma, Ana comparte protagonismo con su familia. De hecho, L. M. Montgomery dedica un buen número de capítulos de la novela a los más jóvenes habitantes de Ingleside. Y quizá sea ese un aspecto del libro que no agrade demasiado a quienes llevan ya una buena temporada leyendo con interés las aventuras de la simpática pelirroja.

Lo cierto es que los pequeños dramas a los cuales se enfrentan los pequeños Blythe contrastan enormemente con el día a día de los adultos. Los malentendidos, enfados, decepciones y demás situaciones experimentadas por los hijos de Ana y Gilbert, que conllevan constantes cambios del punto de vista narrativo, pueden hacerse un tanto pesados al principio. No obstante, según avanzamos en la lectura, se va produciendo un proceso de asimilación que permite disfrutar con las historias vividas por los niños, si bien en El Mar de Tinta seguimos prefiriendo los momentos que se centran en Ana.

Añorando el pasado

“Ana, la de Ingleside” es una novela en la cual la nostalgia tiene un papel importante. Ya en el primer capítulo, cuando Ana se reencuentra con su amiga Diana en una visita a Tejas Verdes, vemos como rememora con cariño sus años de juventud en aquella casa, así como sus paseos por los hermosos terrenos aledaños, sumida en deliciosas ensoñaciones. Ana, al igual que nos ocurre a casi todos conforme cumplimos años, ha tenido que ir dejando atrás gran parte de sí misma, aunque todavía mantiene un talante soñador y poético el cual, en mayor o menor medida, ha inculcado a sus hijos.

Por otro lado, como suele ser habitual con las obras de L. M. Montgomery, la lectura nos sumerge en un mundo prácticamente desaparecido. Aunque no obvia mencionar comportamientos reprobables, la autora se recrea en la descripción de una vida plena y sencilla, destacando la importancia de valores como el trabajo duro, la sinceridad, la compasión y el amor, tanto hacia la familia como hacia el resto de habitantes de Glen St. Mary. Aún con sus pequeños problemas y defectos, los Blythe se nos presentan como el ejemplo paradigmático de familia feliz, del mismo modo que Ingleside es el hogar ideal donde a todos nos gustaría residir.

Tan encantadora como siempre

El paso de los años no ha mermado el encanto de la maravillosa Ana Shirley/Blythe. Más bien al contrario, se diría que le han otorgado una pátina de reposada belleza (sobre la cual, por cierto, se pronuncian diversos personajes de la novela en más de una ocasión). La que fuera una niña parlanchina, obsesionada con su pelo y su rostro salpicado de pecas, se ha transformado en una mujer encantadora, esposa y madre abnegada, que ha trocado sus aspiraciones literarias por una vida como ama de casa con la cual se siente más que realizada.

Una vez más hay que agradecer a Ediciones El Toromítico su encomiable labor a la hora de ofrecernos las obras más destacables de L. M. Montgomery, las series de novelas protagonizadas por Ana Shirley y Emily Starr. Y, en esta ocasión, “Ana, la de Ingleside” vuelve a contar con unas estupendas ilustraciones de Sara Lago que reflejan a la perfección a los personajes del libro. Ahora sólo nos queda esperar a la publicación de “El valle del Arco Iris”, la siguiente entrega de la serie la cual, a buen seguro, nos deparará unas cuantas sorpresas.

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