Cuchillo de agua

El planeta Tierra ha sucumbido a la sequía. El uso irresponsable de los recursos ha llevado a la humanidad a una carrera por la supervivencia. Con una moralina de lo más conocida, Paolo Bacigalupi entreteje una historia post-apocalíptica con tintes de novela negra. En “Cuchillo de agua” el lector encontrará una trama con buen ritmo narrativo llena de emociones fuertes.

El sello Fantascy (Penguin Random House), como ya hizo en otras ocasiones, ha publicado la última novela de Paolo Bacigalupi con un formato muy atractivo. Narrada siguiendo las voces de tres personajes, esta distopia futurista atrapa al lector desde la primera página. Luchas corporativas, mafia y asesinos con alma de poeta. Todos los ingredientes necesarios para una fiesta literaria. Disfruten.

Cuando el mundo se derrumba

Como otros cuchillos de agua, la labor de Ángel es procurar que las ciudades vendan sus derechos sobre fuentes de agua a las principales corporaciones. Su pagador,  un pez gordo de Las Vegas, ha fijado su objetivo en Phoenix. En una tierra devastada, donde los recursos son limitados, sólo unos pocos pueden gozar de las ventajas de contar con un buen “padrino”.

La periodista Lucy Monroe lleva años viviendo en Phoenix y hace que la voz de los más desfavorecidos sea escuchada a través de la red. Una “correveildile” (así es como llaman a los de su profesión) que pronto se verá involucrada en una lucha de poder entre mafiosos y políticos, en la que unos documentos secretos serán la clave.

Cuando los caminos de Ángel y Lucy se crucen, el futuro de la ciudad de Phoenix se verá comprometido. Y con él, el del resto de Estados Unidos.

Ambientación verosímil 

[quote]A Ángel le fascinaba lo mucho que se parecían todas las ciudades entre sí cuando se quedaban sin agua. En el nacimiento del Colorado o en su desembocadura, lo mismo daba. (…) Al final todo se reducía a lo mismo: semáforos ciegos que se mecían al viento en las calles invadidas por los arbustos rodantes, lúgubres centros comerciales con los escaparates rotos, rebosantes de ecos; campos de golf cubiertos de arena y erizados arbolillos sarmentosos.[/quote]

Al planeta no le espera un futuro nada halagüeño, a juzgar por el carácter  predictivo que Paolo Bacigalupi otorga a “Cuchillo de agua”. La Tierra convertida en un desierto, las fuentes de agua agotándose y la humanidad lanzándose en picado hacia el fracaso más estrepitoso. En la novela no existe el convencimiento de un cambio a mejor. La oscuridad que se cierne sobre las ciudades y los personajes es tal, que el lector no puede dejar de evocar imágenes apocalípicas de pesadilla. Darían más miedo si no fuera porque ya están muy vistas. El cine ha ofrecido un sinfín de desastres terribles si la cosa no cambia, si el género humano no se vuelve más responsable con la riqueza natural. Lo dicho: nada del otro mundo.

Y, de pronto, Bacigalupi le da un nuevo carácter al tema, convirtiendo a “Cuchillo de agua” en un noir. No faltan las mujeres fatales perdidas, los tipos duros con buen corazón, los gangsters trastornados. Toma la esencia del género para trasplantarlo en un futuro hipotético que no es del todo descabellado. Con unas descripciones cuidadas y unos personajes interesantes, consigue captar la atención del lector y no perderla a lo largo de la historia. Los cambios en los caracteres, cuyas motivaciones varían  a lo largo de la trama, aportan intensidad. Sus voces son diferentes (especial mención a la forma de hablar de los tejanos, cuyo carácter se pierde en la traducción), y Bacigalupi remarca esas diferencias. Rico en matices, “Cuchillo de agua” aporta su granito de arena al género fantástico y gustará a los afines al autor.

En el clavo

En su afán por fomentar la literatura fantástica, la editorial Penguin Random House ofrece una edición atractiva a través de su sello Fantascy, pero no cuidada. La gran cantidad de errores tipográficos hacen que la lectura de “Cuchillo de agua” pierda calidad y nitidez. No obstante, su lectura resulta emocionante. La riqueza lingüística del autor se hace palpable, así como cierto tono poético en sus descripciones. Tal vez se le pueda achacar el excesivo uso de adjetivos encadenados (marca de la casa).

La novela se disfruta. Recoge lo mejor del estilo de Paolo Bacigalupi, quien ya triunfó en su debut con “La chica mecánica” en 2010. Consiguió con ella los prestigiosos premios Hugo, Nebula, Locus (su segundo Locus, pues el primero lo obtuvo con “La bomba número seis y otros relatos”) y J. W. Campbell.  “El cementerio de barcos” (2012) no hizo más que consolidarle como autor.

Su preocupación por el medio ambiente es un rasgo característico de su obra, pero no definitorio. Dejarse llevar por la pluma de Bacigalupi da paso a la reflexión, sin dejar de lado el gusto por una buena narración. La  combinación entre cine negro y ecothriller puede resultar chocante, pero en ningún caso aburrida. Los escritores jóvenes vienen pisando fuerte y Bacigalupi está entre ellos, brillando con luz propia.

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