El alumno aventajado y otros cuentos

De la mano de Nordica libros podemos disfrutar ya de una edición cuidada al detalle. Se trata de “El alumno aventajado y otros cuentos” del inclasificable Joseph Roth. Un escritor único cuyas debilidades, nunca ocultadas, le convirtieron en una voz indispensable de la literatura de mediados de siglo XX. El prólogo de su amiga y escritora Friderike Zweig nos desvela a un autor doblegado por la bebida que nunca dejó de escribir.

Joseph Roth (1894-1939) no tuvo una vida larga, pero sí escribió profusamente tarea que, dicho sea de paso, realizaba mejor ebrio (dato aportado por Friderike Zweig). Conocido sobretodo por “La cripta de los capuchinos”, el presente volumen ofrece tres relatos breves entre los que se incluye el que le otorgó mayor fama: “La leyenda del santo bebedor”. Incoformista, ferviente defensor del Imperio Austrohúngaro al que vio caer, Roth cantó como nadie a la patria perdida y sus fantasmas. Puro deleite para lectores en busca de sencillez y pureza artística.

Santos y sombras

La editorial Nórdica ha hecho un trabajo excelente con la presente edición. Tanto han cuidado los detalles que la fecha de impresión coincide con el aniversario de la muerte del autor.

El alumno aventajado y otros relatos” incluye, además del citado, “Bárbara” y “La leyenda del santo bebedor”. Fechados en 1916, 1918 y 1939, respectivamente, el lector puede tener una visión progresiva del estilo delicado y apasionado de Joseph Roth.

En el primer relato asistimos a la ascensión social de un muchacho tan brillante como desalmado. El “alumno aventajado” al que hace referencia es un ser egoísta, sin remordimientos que, aprovechándose de su inteligencia, gana prestigio a expensas de quienes le rodean. Una suerte de personaje dickesiano de baja talla moral con el que Roth critica a las clases acomodadas y su falta de empatía.

En “Bárbara”, una mujer apasionada deja de lado su propia felicidad para velar por el bienestar de su hijo, un niño mimado y desagradecido adolescente. Aquí el autor se desvive con la pobre desafortunada, amante madre e incomprendida mujer.

Por último, en “La leyenda del santo bebedor” se aprecia un canto desilusionado hacia aquellos que caen en la bebida y, aunque se lo propongan, no la pueden dejar. Dramatismo social e incomprensión que nos hace pensar en la azarosa vida del autor.

El estilo es constante en los tres, así como su perfecto manejo de la palabra. Las descripciones, punzantes y directas, chocan con la calidez que le aporta a los personajes más débiles. Hay una maravillosa poesía en la forma en la que Roth describe a los olvidados y desfavorecidos, a aquellos que la vida ha maltratado. Su sensibilidad está acorde con un estilo depurado y único.

El poder de la palabra

No obstante, mantenía la más indiferente de las expresiones, parecía, sumido en sus cosas, no estar escuchando una sola palabra de la conversación de las mujeres. Hasta en esto era Anton un diplomático taimado. Tan inteligente era que no podía ser bueno.

Aquellos lectores que se asomen por primera vez a la obra de Roth encontrarán en esta compilación tres maravillosas joyas de gran calidad. El relato breve de Roth comprime todo un mundo que muchos escritores de novela son incapaces de mostrar. Su atención al ritmo, la profundidad y las emociones convierten cada historia en una pequeña novela de principio a fin. Sus personajes, dotados de un ferviente espíritu artístico y de un dramatismo feroz, son siempre seres normales. Personas de a pie que se ven envueltas en los vaivenes de la vida, a la deriva. Un poco como el propio Roth, quien se movió por medio mundo huyendo del fascismo alemán y entabló amistad con gente de todos lados y condición. Es por ello que consideramos su dramatismo y oscuridad demasiado marcados. Para algunos lectores puede considerarse excesivamente pesimista y, por ello, lúgubre y desalentador. Recomendamos leerlo con suficiente luz, en un día soleado.

Su visión del mundo, un tanto pesimista, se desprende en cada relato. Su desagrado ante la realidad política de su país, el trato injusto a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Su espíritu siempre estuvo con los perseguidos, los incomprendidos al igual que su pluma.

El prólogo de la presente edición no es excesivo, pero sí prolijo en pequeños detalles de la personalidad de Joseph Roth. Tal vez demasiado sensible, la bebida le proporcionaba la desinhibición que necesitaba para soportar sus demonios internos. Desapareció demasiado pronto, pero su legado artístico es inigualable. Que lo disfruten.

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