El corazón de las tinieblas

El señor Kurtz, sentado sobre su trono de calaveras en lo más profundo del Congo, es uno de los grandes personajes de la literatura universal. «El corazón de las tinieblas», el libro clásico de Joseph Conrad, vuelve a las librerías españolas con una edición ilustrada ideal para bibliófilos, de mano de Libros del Zorro Rojo.

Hay quienes van a buscar oro y lo que encuentran es una revelación. El corazón de las tinieblas palpita oscuro y salvaje, y revela monstruosos secretos sobre uno mismo, sobre la fiera aulladora que cada hombre lleva dentro. El corazón de las tinieblas cambia a la gente y la lleva a sus orígenes

En el corazón de los mapas en blanco

Hoy en día la superficie terrestre está cartografiada hasta la extenuación pero allá por el año 1894, fecha de publicación de “El corazón de las tinieblas”, los mapas estaban plagados de espacios en blanco. Cada uno de estos espacios era un canto de sirena que atraía no sólo a exploradores de corazón limpio, sino también a la incansable codicia colonial. Nuestro protagonista Marlowe (alter ego del propio Conrad, quien participó en la masacre del Congo en nombre de Leopoldo II, rey de los belgas) es un claro ejemplo de esa dualidad romántica y predadora de la que hacían gala los imperios del siglo XIX.

La tierra no parecía la tierra. Nos hemos acostumbrado a verla bajo  la imagen encadenada de un monstruo conquistado, pero allí… allí podía vérsela como algo monstruoso y libre. Y los salvajes eran… no, no se podía decir inhumanos. Era algo peor, sabéis, esa sospecha de que no fueran inhumanos. Hay que admitir que en mi interior sentía una débil traza de respuesta a la terrible franqueza de aquel estruendo, uno tenía la tibia sospecha de que aquello tenía un sentido en el que uno, tan distante de la noche de los primeros tiempos, podía participar…

Y tanto que participaron. Lo que comenzó como una labor colonizadora ejemplar terminó en una mascare de sangre, esclavitud y saqueos que diezmó la población autóctona en diez millones de almas. El señor Kurtz, jefe de una de tantas explotaciones de marfil, se levanta por encima de la masacre como un ídolo salvaje y emite el juicio certero de un hombre que lo ha visto todo, que lo ha hecho todo: “Ah, el horror. El horror”.

El arte de Enrique Breccia

Poco se puede añadir a los ríos de tinta que se han vertido sobre esta novela. Nos centraremos más bien en lo que aporta la presente edición de Libros del Zorro Rojo, un volumen de coleccionista dedicado sobre todo a aquellos que ya han leído “El corazón de las tinieblas” y han quedado hechizados por él.  

Bajo la camisa de papel, el libro es negro con una máscara africana impresa sobre la tapa y guardas de color rojo sangre. Tremendamente sugerente. Pero son las 17 ilustraciones a todo color del célebre Enrique Breccia las que marcan la diferencia con respecto a otras ediciones. Breccia es todo un referente internacional en el ámbito de la novela gráfica y la ilustración, y basta un simple vistazo a su biografía para darnos cuenta del gran fichaje que Libros del Zorro Rojo ha conseguido para esta edición.

El estilo de Breccia es simbólico y figurativo, lleno de formas descarnadas que inciden en el salvajismo y la lujuriante naturaleza del Congo africano. La paleta terrosa y de suaves líneas no hace sino resaltar la bestialidad de las escenas.

Un misterio inagotable

Y no podemos finalizar esta reseña sin destacar el valor añadido que supone la brillante introducción de Sergio Pitol. Un prólogo pertinente y revelador, que nos ayuda a profundizar en la obra de Conrad y a entrar en materia con más facilidad.

«El corazón de las tinieblas» es un relato poseedor de un misterio inagotable. De ahí nace su poder literario. Podemos estar seguros de que este libro mantendrá un núcleo inescrutable defendido para siempre. Cada generación tratará de revelarlo, en ello consiste su perenne juventud.

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