El hombre de Calcuta

En plena pandemia se agradece que editoriales como Salamandra nos ofrezcan grandes lecturas como la que nos ocupa. El pasado mes de febrero publicó “El hombre de Calcuta”, la primera de una saga de novelas ambientadas en la India colonial post Primera Guerra Mundial. Una cuidada ambientación, un entorno apabullante y un protagonista interesante; ingredientes más que sobrados para ocupar un lugar en nuestras lecturas noir predilectas.

Abir Mukherjee dota a sus personajes de un halo misterioso y humano en un país en el que las diferencias sociales y culturales chocan bruscamente con el idealismo sufriente de su protagonista, Sam Wyndham. Maravillosa oportunidad de iniciar una saga de la que ya se han publicado cuatro títulos en diversos idiomas. Mención especial a la cuidada presentación a cargo de la editorial, con una portada que hace verdadera justicia al contenido.

Calcuta 1919

Tras servir en la Gran Guerra, trabajar en Scotland Yard y sufrir una terrible pérdida, el capitán Sam Wyndham llega a Calcuta para formar parte del cuerpo de policía de la ciudad. Desconocedor de la realidad que se vive en el país bajo dominación británica, pronto entiende que tendrá que tomar partido entre lo que siente y la situación convulsa existente. Encuentra en su ayudante, el sargento Banerjee (un indio educado en Inglaterra), al perfecto compañero.

A los pocos días se produce un acontecimiento que terminará por avivar las llamas. Un alto cargo del Ministerio aparece muerto en un sórdido barrio de la “ciudad negra”. Todo parece indicar que se trata de un crimen político, pero las pistas confunden a Wyndham. Pronto entenderá que, en Calcuta, hay más secretos de los que cabe esperar.

Mosaico cultural

Cuando crees haberlo visto todo, agradeces que aún haya asesinos con la capacidad de sorprenderte

La publicación de “El hombre de Calcuta” supuso un éxito para Abir Mukherjee. Recibió nominaciones y múltiples premios. Y enredemos la razón. Su estilo es fresco, ágil. Cuenta con un ritmo ameno, rico en matices y descripciones que no caen en el apabullamiento. Sus personajes son intensos, cálidos y ambivalentes. Se siente el exotismo y la tradición de un país tan desconcertante como hermoso.

Para Sam Wyndham supone un cambio en toda regla. Busca huir de un pasado doloroso y empezar de nuevo, pero el choque cultural es duro asi como la cerrazón de los británicos afincados en la India. La colonia británica, modelo de bienestar cultural, se da de bruces con la realidad y le crea verdaderos conflictos internos. He ahí el quid de una novela que, siendo policíaca y detectivesca, sumerge al lector en un verdadero conflicto social.

El autor ha cuidado al detalle los aspectos históricos, tanto en su espacio como en los personajes. Al inicio, un mapa de la época ayuda a entender un mundo donde las diferencias van más allá del lugar de nacimiento. Se agradece ver a un ilustrado de principios de siglo XX y no a un hombre con ideas del siglo XXI en la India colonial. “El hombre de Calcuta” es una ventana abierta a los conflictos sociales de la primera mitad del siglo XX. Una mirada triste y soñadora hacia los idealismos a través de Sam Wyndham.

El nuevo Rudyard Kipling

En El Mar de Tinta no podemos dejar de comparar, aunque sea un acto odioso, “El hombre de Calcuta” con las novelas escritas por Rudyard Kipling. Abir Mukherjee introduce su historia con una cita del autor de “El libro de la selva”. Y existen paralelismos notables. Casi podría decirse que Mukherjee se inspira en la trayectoria de Kipling, su estilo y ambientación. Si bien Kipling conocía de primera mano la India y se crió en su entorno colonial, describiendo en sus novelas el aspecto más introspectivo del vasto continente, en Mukherjee contemplamos la India más desigual y desapasionada. Ambos muestran personajes muy ricos, humanos y despiadados como el país en el que habitan.

En “El hombre de Calcuta” descubrimos la India a través de un recién llegado. Es un punto que dota a la novela de frescura. Su choque inicial, su sorpresa, acompañan al lector. El trabajo policial, el seguimiento de pesquisas, se ve alterado por la incapacidad de conocer el idioma y la rigidez de algunas costumbres. Algo que también empleó Kipling y se aprecia con nitidez en “Kim”.

Respetando la originalidad de Kipling, verdadero icono de la literatura universal, Abir Mukherjee ha conseguido conmovernos de una forma magistral y traer de vuelta el misterio de la India de Kipling. Su tan aplaudido debut está justificado y, en El Mar de Tinta, lo recomendamos sin reserva ninguna.

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