La torre de Montaigne

Para adictos a la literatura francesa, Siruela presenta el último trabajo de Estelle Monbrun, autora de una saga policial inspirada en los principales representantes de las letras francófonas. En este caso, hace un homenaje al fundador del género ensayístico, el humanista Michel de Montaigne. “La torre de Montaigne” ofrece entretenimiento y buenas dosis de amor por las letras.

Un guía turístico defenestrado en un pintoresco paraje, una joven enigmática, dos policías pertenecientes a generaciones dispares y un manuscrito perdido. Estelle Monbrun mezcla sus conocimientos literarios con una forma de escribir plácida. La historia no es demasiado original, pero su construcción es interesante y su narrativa, hermosa. Un libro con el que entretenerse y disfrutar de la bella campiña francesa.

Una muerte

Jean Pierre Foucheroux, jefe de policía retirado, se ve obligado a volver al servicio cuando una antigua discípula suya le pide consejo en un extraño caso. Leila Djemani le debe mucho a su mentor y ve en él el complemento perfecto para una delicada investigación. Un joven aparece moribundo al pie de la torre del emblemático edificio en el que Montaigne escribió sus “Ensayos”. A primera vista todo indica que se trata de un suicidio fallido, pero la implicación del chico en la existencia de un manuscrito perdido del autor hacen desconfiar de la primera impresión.

Poco a poco la investigación revela otros intereses ocultos personificados en un rico magnate admirador de Montaigne, dos profesores rivales con motivo del manuscrito y una joven enigmática que parece estar en el centro de todo. Las conexiones no son claras, ni los motivos, pero Foucheroux no se da por vencido fácilmente.

El tiempo viene y va

-Caminando- añadió -, pues el propio Montaigne nos indica que, y lo cito: “Todo lugar apartado requiere una galaría para pasear. Mis pensamientos duermen si me siento. Mi mente no funciona si mis piernas no se mueven”. 

La torre de Montaigne”es un carrusel temporal. La trama, que se espera lineal como en toda novela policíaca, salta de un momento a otro en el tiempo y el espacio, combinando diferentes voces narrativas. Este caos, que a priori confunde al lector, termina por converger en un único momento. Pero llegar hasta él es confuso.

El trabajo policial no es especialmente brillante. Estelle Monbrun presenta a dos policías a los que saca partido de forma personal, pero su actitud frente al caso dista de poder considerar la novela como un caso policial. Hay pesquisas y poco más. La acción gira en torno a la manipulación por parte de unos y otros, el engaño y la doble cara. Otorga importancia a la acción, pero como vehículo para mostrar las reacciones e interioridades de los personajes.

Dado que emplea un lenguaje cuidado hasta el detalle, el lector podrá dejar pasar el pequeño inconveniente de la falta de trama policial y disfrutar de una historia de venganza bastante trillada, pero no carente de belleza formal. Las descripciones de los parajes franceses es maravillosa así como la delicadeza con la que describe el ambiente parisino o el extrarradio. Uno de los temas presentes a lo largo de la novela es la disparidad entre la ciudad cosmopolita y el campo. Un sentimiento presente en el ideario francés y que ocasiona algunos momentos incómodos entre los personajes.

Como telón de fondo, la figura de Montaigne, que vuela sobre la trama como un fantasma. Todos tienen un nexo con su persona, así que queda como el eco de un personaje que no se solidifica. Su espíritu está presente y es su influencia la que, de algún modo, perfila los caracteres de todos los implicados. El resultado final es una historia cuyo mayor atractivo es el estilo hermoso de la autora.

Figuras prominentes

Bajo Estelle Monbrun se esconde Elyane Dezon-Jones, doctora en Letras y profesora de literatura francesa en Estados Unidos. Es una autora exitosa en su Francia natal, pues se sirve de figuras emblemáticas de las letras francesas como eje vertebrador de sus novelas. Lamentablemente, de momento, sólo contamos en castellano con el título que nos ocupa.

Buscar inspiración en obras clásicas no es algo desconocido. Son muchos los autores que antes de Monbrun se han servido de figuras relevantes para vertebrar sus novelas. Unos con más éxito que otros. ¿Qué hace que Stelle Monbrun sea diferente? Su exquisita forma de presentar el producto final. Su refinada forma de escribir, su gusto por el detalle. La estética de su escritura no deja indiferente. Mezcla sonoridad y ritmo, haciendo que la trama fluya. A la hora de la verdad, Montaigne no es mas que un pretexto para su lucimiento personal, pero no podemos dejar de observar que su trabajo es espléndido. Puede que no pueda verse en “La torre de Montaigne” un thriller trepidante, pero sí muestra una intriga muy al gusto francés. Personajes fuertes, marcados, paisajes indolentes y un guiño a la buena mesa son los elementos que despertarán el interés del lector.

 

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