El Ministerio del futuro

Entre las propuestas destacadas de la editorial Minotauro hemos seleccionado “El Ministerio del futuro”, de Kim Stanley Robinson. Conocido por su trilogía futurista ambientada en Marte, el autor deja de lado la ciencia ficción para provocar sentimientos encontrados en el lector. El presente título es más una reflexión sobre los desastres ecológicos desatados por la humanidad y su irresponsable abuso de los recursos naturales que una novela al uso.

Kim Stanley Robinson no deja títere con cabeza. “El Ministerio del futuro” es una brutal crítica a los estados del primer mundo. Un cubo de agua fría sobre la conciencia ecológica mundial que, lejos de ofrecer algún atisbo de mejora o confianza en el ser humano futuro, le hunde más en la miseria. Con carácter de folletín, el autor desgrana sus reflexiones personales, alternándolas con datos reales y una historia un tanto floja. Para incondicionales del autor.

Un Ministerio único

En el año 2025 un médico voluntario en la India es testigo de un desastre humano sin precedentes. Una espantosa ola de calor arrasa con la vida de millones de personas, incluyendo a sus convecinos. Él consigue sobrevivir a duras penas, siendo rescatado y enviado a Inglaterra para su recuperación.

Paralelamente, los países miembros de la Unión Europea se unen para crear el denominado Ministerio del futuro. Un ente intergubernamental que velará por los habitantes del futuro. Su objetivo es preservar la vida animal y vegetal de la Tierra, frenar en lo posible el cambio climático y favorecer en este sentido la comunicación entre los países. Se plantean medidas, proyectos. Pero nada es sencillo. Las empresas privadas se mantienen firmes y poco a poco surgen grupos violentos. Acuerdos que no se hacen efectivos, decisiones tardías; el tiempo corre en contra de un proyecto que, pese a la buena disposición de sus miembros, no parece resolver los problemas.

Ecología de andar por casa

“El Ministerio del futuro” nos ha dejado un poco fríos. Lejos de ofrecer un entretenimiento óptimo, se convierte en un ensayo salpicado por una historia con tintes de thriller de segunda. No nos ha cautivado. A su favor cuenta con el estilo depurado de Kim Stanley Robinson, que sabe desgranar sentimientos y situaciones límite de forma magistral. Pero dado que esos momentos de clímax son contados en la novela, desafortunadamente pierden su fuerza inicial. Con esta novela el lector obtendrá una visión de conjunto de lo que supone el cambio climático, pero nada que no se sepa ya. La moralina constante es de sobra conocida, por lo que no aporta nada, salvo una repetitiva reflexión. El lector crítico sin duda disfrutará con ello.

Las reflexiones de Stanley Robinson se intercalan como capítulos breves a lo largo de la trama. Se puede ir directamente a esos capítulos, dejando de lado la historia, que es lenta, de escaso diálogo, pero con descripciones intensas. Los personajes son poco interesantes, exceptuando la figura del médico convertido en terrorista (poco aprovechado). Como ensayo político es válido, incluso interesante. Una visión de lo que podría suceder en un futuro no lejano a través de los ojos del escritor.

Ciencia, no ficción

– ¿Y qué pasa si eso es insuficiente? – Espetó el hombre con los ojos clavados en Mary.

– ¿A qué te refieres con “insuficiente”?

-A que no es suficiente. El trabajo que hacéis no está frenando el daño que está haciéndose, no está dando soluciones a tiempo. Y lo sabéis, porque todo el mundo lo sabe. No ha cambiado nada. Vamos directos a la extinción en masa. Ya estamos inmersos en ella.

Ensayo político, poca novela y menos ficción. A nuestros ojos esas tres ideas resumen el contenido de “El Ministerio del futuro”. Estamos seguros de que gustará a los lectores ávidos por encontrar una vía de escape intelectual a los sofocos veraniegos. No es un libro ligero, ni agradable. Es una llamada de atención brusca y violenta, una llamada a la reflexión personal y mundial. Una crítica feroz a la explotación del tercer mundo, a sus desagravios y la impasibilidad de quienes pueden cambiar la situación, pero no lo hacen. Como historia de ciencia ficción adolece de muchas cosas, no presenta un ritmo interesante ni sucesos relevantes. Pero siendo leída como novela política cobra todo el sentido. Su duración es excesiva, pero si la discusión política es del gusto del lector, estamos seguros de que no le defraudará. Que lo disfruten.  

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