El osito Cochambre

El pasado oculta las claves de nuestro presente. A veces, acciones casi olvidadas acaban por tener consecuencias en épocas muy posteriores de nuestras vidas. Y puede ocurrir que las historias a las que un niño desencantado con la vida dio forma para evadirse de la realidad, las aventuras de un peculiar oso de trapo en un mundo delirante, encierren significados ocultos que acabarán por revelarse mucho tiempo después de ser escritas.

Mauro del Castillo es un hombre infeliz. Quizás siempre lo haya sido, pero su existencia dio un trágico vuelco el día que su mujer falleció en un accidente de tráfico. Mauro sabe que Patricia se suicidó tras descubrir que le había sido infiel, y saberlo le hizo abandonar su prometedora carrera como escritor para dedicarse a enseñar Literatura española en la universidad, un trabajo gris y rutinario al cual se entrega con la misma monotonía que caracteriza su día a día.

Fantasmas del pasado

Ninguna situación se mantiene eternamente inalterable. Así, un día cualquiera, de manera fortuita, Mauro se reencuentra con Elisa, la joven que seis años atrás (cuando apenas había abandonado la adolescencia) le obsesionó hasta el punto de arriesgar su matrimonio por una relación irracionalmente pasional. Elisa es madre soltera de Edgar, fruto de su relación con Víctor, un agresivo traficante de drogas con el que Mauro ya tuvo sus más y sus menos en su día. Ahora, tras cumplir condena en prisión, el antiguo novio de la joven está decidido a conocer a su hijo, y no permitirá que nada ni nadie se lo impida.

La reaparición de Elisa supone un cambio radical en la rutina de un Mauro que, avergonzado por la forma en la que desapareció de la vida de la joven, está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de ayudarla. Pero todo comenzará a complicarse cuando el profesor reciba una petición desesperada por parte de Cristian, su hermano ex yonqui, metido como de costumbre en asuntos turbios que parecen habérsele ido de las manos.

Y a todo ello se sumarán las extrañas revelaciones que el pequeño Edgar compartirá con él tras recibirlas en sueños. Misteriosos y enigmáticos mensajes cuyo propósito parece ser empujar  a Mauro a revisar los acontecimientos que rodearon la muerte de su mujer, algo que quizá le lleve a descubrir aspectos de la misma de los cuales no fue consciente en su momento.

Voces y tiempos

La estructura narrativa de «El osito Cochambre» es compleja, pero no resulta complicada de seguir. En un mismo capítulo se alternan presente y pasado, sin obedecer a reglas fijas, y la voz dominante en cada momento varía según lo que el autor desee contarnos. Si bien Mauro es el personaje de mayor peso en la narración, tenemos ocasión de asistir a los acontecimientos desde el punto de vista de Patricia, Elisa e incluso Víctor.

Tal variedad temporal y semejante abanico de narradores enriquece enormemente la experiencia lectora. La trama deviene en una suerte de puzle donde cada pieza acaba por encajar en el lugar adecuado, hasta dar forma a una visión de conjunto tan sólida, que sólo un escritor dotado de un talento excepcional podría ser capaz de tener éxito a la hora de componerla.

El poder de las palabras

Lo que leemos, lo que escribimos… Las palabras pueden cambiar nuestra vida de mil formas distintas. Pero, ¿hasta qué punto pueden afectarnos? ¿Es posible que un escritor cree un universo particular que le permita escapar de una existencia miserable y vivir en la piel de sus creaciones? ¿Pueden los hechos ficticios surgidos de una mente creativa llegar a afectar a la propia realidad?

Preguntas complejas, sin duda, que surgen tras la lectura de la novela que nos ocupa. Nacido de la frustración de un niño humillado, el osito Cochambre se convierte en un alter ego de Mauro, una criatura que afronta las adversidades cambiando de piel (literalmente), borrando de ese modo sus problemas. Pero en las mil y una historias protagonizadas por el peculiar peluche aguardan elementos inesperados que el escritor sólo es capaz de ver muchos años después de haber surgido de su imaginación. El cómo y el porqué, sorprendentes ambos, aguardan al paciente lector al final del libro.

Un debut novelístico excelente

Ignacio Cid Hermoso es un autor joven con un amplio bagaje a sus espaldas como escritor de relatos, publicados en numerosas antologías como «Calabazas en el trastero», «(Per)versiones» o el recientemente aparecido sexto volumen de la ya clásica «Antología Z» editada por Dolmen. Con su obra breve ha participado en diversos certámenes, en los cuales ha cosechado abundantes éxitos, y una buena muestra de la misma la podemos encontrar en la colección «Texturas del miedo», editada por Saco de Huesos Ediciones.

El salto del relato a la novela siempre conlleva un riesgo que, en más de una ocasión, supone un fracaso para aquellos escritores que no son capaces de enfrentarse a una obra de gran extensión. No es este el caso de Ignacio Cid, ya que con «El osito Cochambre» ha logrado dar forma a una novela original, de lectura amena y veloz, que atrapa desde el primer momento y hace gala de una prosa depurada exenta de ciertos errores que suelen aparecer con frecuencia incluso en las obras de autores con mucha más experiencia.

Mención aparte merecen sus personajes, esbozados con trazos firmes y dotados de una humanidad que hace que resulte muy fácil sentir simpatía (o sentimientos menos gratos, en según qué casos) por los mismos. Mauro, en especial, destaca por la complejidad de su personalidad, un cúmulo de inseguridades a las que tendrá que enfrentarse en diversas ocasiones a lo largo de la historia. En definitiva, los protagonistas de la novela son tan reales como cualquiera de nosotros. Y algo tan sencillo en apariencia resulta mucho más complejo de lograr de lo que pudiera parecer en un principio.

Una magnífica edición

Para acabar, desde El Mar de Tinta quisiéramos destacar la calidad de la edición realizada por 23 Escalones, sobre todo en lo que al texto se refiere. Una de las asignaturas pendientes de un buen número de editoriales en nuestro país (tanto pequeñas como grandes) son las erratas, las faltas de ortografía fruto de malas revisiones e incluso los fallos de maquetación. Resulta muy agradable comprobar el buen hacer con el que la joven editorial tinerfeña mima sus productos, del cual muchos deberían tomar ejemplo.

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