El tiempo es el que es

Los hermanos Olivares, Pablo y Javier, tuvieron un buen día una idea de lo más interesante. ¿Y si existiera en nuestro país un Ministerio que custodiase una serie de puertas temporales? ¿Y si los funcionarios de dicho Ministerio se dedicaran a cruzar esas puertas para viajar al pasado cuando la Historia que todos conocemos se viera amenazada? Así nació “El Ministerio del Tiempo”, una de las producciones televisivas más ambiciosas jamás realizadas en nuestro país.

Desde su estreno el 25 de febrero de 2015, la serie ha gozado del reconocimiento de la crítica (materializado en un buen número de premios, entre los que destaca el Ondas a la mejor serie española) y ha contado con el apoyo de un nutrido y fiel grupo de seguidores (los “ministéricos”), sumamente activos en las redes. Pensando en ellos, Anaïs Schaaff y Javier Pascual (guionistas ambos de “El Ministerio del Tiempo”) han escrito “El tiempo es el que es”, una estupenda novela cuya acción se sitúa cronológicamente entre los capítulos 11 y 12 de la segunda temporada.

Del Medievo al siglo XX

Una anotación que aparece en un antiguo códice hace que Alonso de Entrerríos, Julián Martínez y Amelia Folch (el mejor equipo con el cual cuenta el Ministerio) viajen hasta el año 808 para rescatar a Elías Sotoca, antiguo agente desaparecido hace años. Sin embargo, lo que aguarda al trío una vez lleguen a su destino es algo muy distinto a lo que esperaban y, para poder escapar del siglo IX, Salvador Martí (subsecretario ministerial) deberá pedir ayuda a una  moribunda Lola Mendieta, otra agente que traicionó en su día al Ministerio.

La siguiente parada de la odisea temporal de nuestros protagonistas es Cartagena de Indias, en el año 1603. Allí, cuando tratan de conseguir pasaje en un barco que les conduzca a España, se verán envueltos en el robo de unas monedas de oro cuya desaparición pondrá en riesgo el viaje. Amelia recurrirá a su considerable inteligencia para tratar de descubrir al responsable antes de que Alonso, a quien todos los indicios parecen señalar como culpable, acabe colgado del palo mayor.

Por último, Alonso, Julián y Amelia, acompañados de Ernesto (jefe de operaciones del Ministerio) recalarán en el año 1943. Allí habrán de rescatar a una joven Lola Mendieta que ha sido capturada por los nazis por colaborar con la Resistencia francesa (antes de haber sido reclutada como agente ministerial, por cierto). Cuando el rescate fracase, Ernesto y Lola serán trasladados al campo de concentración de Gurs, mientras el resto del equipo tendrá que evitar que la Operación Mincemeat se vea truncada, lo cual supondría un terrible golpe para los Aliados.

Personajes y lugares históricos

Uno de los pilares sobres los cuales se asienta “El Ministerio del Tiempo” es la aparición de personajes históricos relevantes en todos los capítulos de la serie. Y, por supuesto, la novela que nos ocupa no podría ser menos. Por ella desfilan Bernardo del Carpio (personaje cuya existencia nunca ha sido del todo probada), Catalina de Erauso (quien pasaría a la historia como la Monja Alférez) y un joven Luis García Berlanga, entre otros.

Por otro lado, la producción de RTVE también se caracteriza por recrear con gran detalle cada uno de los periodos históricos a los cuales viajan los agentes del Ministerio. En esta ocasión, nos toca a los lectores imaginar localizaciones como el castillo de Saldaña, el galeón San Andrés o el terrible campo de concentración en el cual Lola y Ernesto lo pasarán francamente mal. Sin embargo, ningún seguidor de la serie tendrá excesivas dificultades para situar a nuestros héroes en estos lugares, muy parecidos a otros que ya han visitado con anterioridad en la serie.

Una serie muy especial

“No parece española”. Les suena la frase, ¿verdad? Solemos emplearla principalmente en referencia a películas que, por el motivo que sea, superan la calidad media tradicionalmente asociada a las producciones rodadas en nuestro país. “El Ministerio del Tiempo” es una de las pocas series patrias merecedora de tan peculiar elogio, y las razones para ello son abundantes: excelente guiones, una ambientación muy lograda, una sabia combinación de acción y afán didáctico y, por supuesto, un reparto más que sobresaliente.

Nacho Fresneda da vida al personaje preferido por los ministéricos, un antiguo soldado de los tercios de Flandes que debe aprender a vivir en un siglo XXI lleno de situaciones que le sobrepasan (aunque hay algunas cosas, como las armas de fuego y las motos, que abraza con entusiasmo). Amelia Folch, joven universitaria reclutada en 1880, es interpretada por una Aura Garrido que consigue dotar a su actuación un equilibrio perfecto entre fuerza y fragilidad. Por su parte, Rodolfo Sancho es Julián, un enfermero de nuestro propio tiempo que carga con la pena de haber perdido a su mujer en un accidente de coche.

Julián es, probablemente, el personaje menos apreciado de la producción. Tanto es así que, cuando fue temporalmente sustituido por Pacino (policía de los años 80 del siglo pasado, interpretado por Hugo Silva), se le echó poco de menos. Completan el “núcleo duro” del ministerio los ya mencionados Salvador y Ernesto, junto a Irene Larra (encargada de recursos humanos interpretada por Cayetana Guillén Cuervo) y Angustias (secretaria de Salvador, interpretada por Francesca Piñón). Y, por supuesto, no hay que olvidar al bueno de Velázquez, todo un roba escenas al que debemos algunos de los momentos más memorables de la serie.

Sólo para fans

“El tiempo es el que es” es una magnífica novela, pero en El Mar de Tinta creemos que sólo quien haya visto las dos temporadas de “El Ministerio del Tiempo” podrá disfrutarla plenamente. Quienes no conozcan el original televisivo se perderán con facilidad en una narración que da por sentado un conocimiento previo tanto de la mecánica del Ministerio como de quienes trabajan en él. No obstante, cualquier seguidor de la serie disfrutará enormemente con esta “historia nunca narrada”, la cual no desmerece en absoluto ante cualquiera de los mejores capítulos emitidos por la pequeña pantalla.

Editado por Penguin Random House en su sello Plaza & Janés, “El tiempo es el que es” es una compra obligada para los ministéricos de pro, como lo fueron en su día “Dentro del Ministerio del Tiempo” y “Curiosidades de la Historia con El Ministerio del Tiempo”. Un libro gracias al cual la espera para ver si la serie consigue una tercera temporada (a día de hoy todavía no se sabe nada al respecto) se hará un poco más llevadera.

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